Carrera del cubano Odlanier Solís al borde del abismo



Odlanier Solis, durante un entrenamiento el 15 de octubre del 2013 en Miami.

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Tomado del NuevoHerald, por Jorge Ebro
Podrá decir cuanta excusa le venga en mente y elaborar todas las estrategias de futuro a manera de autoengaño, pero lo cierto es que la carrera de Odlanier Solís, uno de los grandes boxeadores amateurs cubanos, ha llegado a su fin, o al menos al principio del fin.


En una actuación olvidable y patética el viernes en Anatolia, Turquía, el campeón olímpico de Atenas 2004 dejó escapar en el ring su última gran oportunidad de pelear por algo grande al ser derrotado por nocaut técnico en el noveno asalto frente a Tony Thompson.

Si el primer enfrentamiento de Solís (22-3, 13 KO) con Thompson (39-5, 26 KO) dejó una mezcla de decepción y tristeza entre los aficionados que siguen su trayectoria, esta supuesta revancha contra un veterano de 42 años confirmó lo que muchos temían: el hombre que en su momento retiró al enorme Félix Savón ya no le interesa el boxeo.

“Me hubiera gustado entrenarlo más, pero fue muy poco tiempo’’, expresó el técnico Jorge Rubio, quien se ocupó de ayudar en la preparación de Solís en los últimos días. “Es una lástima, porque es un gran boxeador’’.

O valdría mejor decir fue, porque va a resultar sumamente difícil que al pesado de La Habana le lluevan nuevas oportunidades de eliminarse rumbo a un título mundial, luego de esta derrota ante un individuo que se acerca más al cheque de la seguridad social que a la gloria deportiva.

Desde hacía rato se cuestionaba el compromiso de Solís con el gimnasio, pero no cabe duda de que llegó a Turquía, sede de la pelea, con una deuda bien marcada al sumar apenas 18 días de entrenamiento –al menos con un preparador reconocido como Rubio- y un solitario sparring frente a otro pesado cubano, Yasmany Consuegra.

Ese equipaje físico y técnico era demasiado pobre para cruzar el Atlántico y medirse a otro hombre que también estaba consciente de su última oportunidad para continuar camino o apartarse del ring de manera absoluta.

“Tuve la suerte de estar presente el día que hizo el sparring con Consuegra y me asombró lo pasado de peso que estaba’’, indicó una fuente que no quiso revelar su nombre. “A ratos demostraba parte de ese talento que le llevó a ganar en otros tiempos, pero se advertía que físicamente no estaba al tope’’.

No por casualidad la pelea fue un desastre para Solís, que -a pesar de llevar cierta ventaja en los inicios- se fue quedando sin reservas, que respiraba por la boca y no encontraba la chispa para encender el fuego del deseo y la pasión, a pesar de las súplicas de su improvisada esquina y de su manager, Ahmet Oner.

Llegado el noveno asalto, Solís sabía que todo había terminado y que no habría fuerza en el mundo capaz de hacerle subir los guantes ante el boxeo también raquítico de Thompson, ni siquiera el lenguaje duro y profano de Oner, quien pierde de este modo la inversión de años y finanzas en una ilusión sin base real.

Solís podrá decir luego lo que pueda articular para explicar la derrota, pero nadie mejor que él sabe que el sueño de un título del orbe terminó desde hace tiempo, desde que él mismo dejó de amar el boxeo, de considerarlo parte de su vida, para verlo como un simple trabajo.

El hombre que usa el sobrenombre de “La Sombra’’, no fue más que eso el viernes en Turquía.

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