Moré: "...se pasa mucho trabajo...consultando muchas cosas para tomar decisiones..."

Ramón Moré se va de Villa Clara sin poder sentirse bien

Tomado de CubaDebate, por Michel Contreras
En todo el tiempo que he dirigido al Villa Clara esta será la temporada más difícil. Cuando llegué quería comerme el mundo, pero ya no tengo ese ímpetu. (…)No quiero ser categórico, porque soy un soldado de la pelota; donde me pidan ahí estaré, pero de Villa Clara tomaré un receso. Me siento cansado, tanto física como mentalmente.

He trabajado con mucha presión aquí, y pese a que han pasado varios directores de renombre fui yo quien le dio el título a esta provincia. Pese a eso, creo que no se ha sido del todo justo conmigo. Pero repito, aquí estoy este año con deseos de cumplir el compromiso con el pueblo de Villa Clara”.

Así declaró Ramón Moré en septiembre del año pasado, entrevistado por la colega Mayli Estévez. Con palabras proféticas, el manager vislumbraba una tormenta que acabó por hundir la embarcación naranja, tan estable a lo largo de más de dos décadas de podios habituales. “Será la temporada más difícil”, decía Moré, y el duodécimo escaño conseguido significó la peor ubicación histórica de un equipo acostumbrado a jugar las etapas decisivas de los campeonatos.

Era el fin de su etapa al frente de la tropa. Luego de un magnífico balance de 192 victorias y 146 fracasos -incluyendo un título que la provincia añoraba desde hacía 18 campañas-, llegaba el anunciado cierre de ciclo para un hombre que había admitido no sentirse en condiciones de continuar. ¿Qué pasó en Villa Clara? ¿Por qué su mentor no quería seguir con el bastón de mando? Esto es lo que me dijo el mismísimo Moré, sentado en el graderío del estadio que tanto lo aplaudió durante la Serie Nacional 52.

“Ojalá se pudiera medir el dolor que he sentido en este tiempo. Si salieron mal las cosas fue porque ese es el juego, pero no porque hayamos dejado de trabajar. Tanto, que yo salí diabético, con muchas noches de insomnio y la presión arterial desestabilizada. Voy a seguir trabajando en el béisbol como técnico, pero quiero dejar de dirigir por el momento”.

-De tocar el cielo hace dos años a quedar eliminado prematuramente ahora. ¿Cómo explicas eso?

-Es muy difícil. Lo cierto es que las cosas no salieron como pensábamos. El deporte es impredecible. Si tus principales figuras tienen una temporada baja o pierdes a varios atletas importantes, todo va mal. Por ejemplo, ¿qué se le puede decir a este Pinar del Río que quedó desmantelado por las deserciones? De todos modos como director yo asumí mi responsabilidad, porque no pudimos conseguir el objetivo.

-Puntualmente, ¿qué falló en el equipo?

-La defensa se nos vino abajo en la etapa crucial y por ahí se fue la clasificación. Nosotros vivíamos del pitcheo y la defensa porque carecemos de calibre ofensivo, y fallamos mucho con el guante. Antes de los Centroamericanos fildeábamos por encima de .980, y al reanudarse el campeonato se produjo el desastre. Por un lado, eso. Por el otro, tampoco la motivación fue la mejor.

-¿Qué te hizo perder el ímpetu de los comienzos?

-Son razones diversas. Fíjate tú que el año en que ganamos, a mitad de campaña no aparecían los resultados y ya había gente formando un grupo de dirección en las afueras del estadio, con nombres propuestos para ocupar distintas responsabilidades en el equipo. Esas son cosas que a uno lo van afectando. Y te digo más: yo dirigí cuatro campañas y nunca pude hacer un concentrado al terminarse un campeonato, para limar dificultades y hacer que los segundos atletas pudieran acercarse a los primeros. Pero así y todo, en un momento dado cumplimos. O mejor, sobrecumplimos. Pasarán los años y habrá que recordarnos como campeones, porque lo fuimos.

-¿Podrá regresar pronto el equipo a la elite de nuestra pelota?

-Yo no puedo predecir el futuro. Siempre pensamos que podemos porque el derrotismo no sirve. Existen lagunas, pero podemos. Hay que tener en cuenta que en el pitcheo, que es el arma fundamental de Villa Clara, se ha perdido a Misael Siverio, Diosdany Castillo, Yoandy Fernández, Robelio Carrillo y Yasmani Hernández Romero. Pero igual no podemos olvidar que contamos con una gran cantidad de atletas de calidad, aunque su talento todavía esté por probar.

-Si debilitado quedó el pitcheo, flojo sigue siendo el bateo…

-Aquí hace rato no sale uno de esos bateadores que multiplican, en lugar de sumar. Es decir, sluggers natos. Nuestros bateadores conectan de rolling el 37,6 por ciento de sus batazos, por lo que facilitan mucho la jugada de doble play. Y para colmo este no es un equipo de hombres rápidos. Al final nos embasamos mucho, pero producimos poco.

-Son evidentes los problemas de la provincia en el campo corto, y también para garantizar la suplencia del catcher titular…

-En la Serie 53 tuvimos que utilizar a cinco torpederos. Hasta llegamos a soñar con que Yamil Rivalta nos resolvería el problema del campo corto, y a la postre hubo que recurrir nuevamente a Yandy Canto. Y en la receptoría es verdad, hay una distancia enorme entre Yulexis La Rosa y los catchers que vienen detrás.

-¿Es muy complicado dirigir aquí?

-Un director pasa mucho trabajo, ante todo porque requiere de autoridad total sobre su equipo, sin tener que estar consultando muchas cosas para tomar decisiones. Y además, no se puede dirigir con la presión de tener que hacerlo bien porque si no te quitan. Uno necesita un ciclo de trabajo, como se hace en todo el mundo, para poder conocer a fondo a sus hombres y saber lo que dan. El problema es que en Cuba las habilidades del director se miden por resultados, no por el sentido lógico de lo que hace. A veces ordenas algo, sale mal y la gente te culpa a ti, en vez de culpar al jugador que ejecutó mal lo que se le pedía.

-¿Por ese camino fuiste objeto de muchas críticas?

-Yo me considero un buen educador, y como masón que soy, una gente de conducta adecuada. Lo que ocurre es que cada cual tiene sus métodos. Digamos, yo preferí dejar que los atletas fueran para sus casas en vez de tenerlos en el hotel. En sus casas, lo normal es que sus parejas los cuiden. En el hotel se ponen a inventar y aparecen las malas influencias, los supuestos amigos que los invitan a la botella de ron… Eso fue objeto de numerosas críticas, pero yo no lo considero desacertado.

-Entonces, ¿dejas el puesto de mando naranja con un mal sabor de boca?

-Está claro que uno no se puede sentir bien. Nunca pensé que iba a terminar de esta forma. Me veía ya en la otra etapa con la posibilidad de reforzarme y pelear de nuevo. Pero agradezco muchísimo las muestras de respeto que me sigue dando la gente pese al lugar desastroso que ocupó el equipo. Estoy en deuda con este pueblo, y espero que pueda venir alguien que le cambie la cara al equipo. Si en algo puedo ayudar aquí estoy, listo para hacerlo no de lengua hacia afuera, sino comprometido hasta el pecho con la nueva dirección.

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