De cómo el Yuli Gurriel fue del Palacio de Convenciones a la Casa Blanca

Hace diez años atrás nadie habría imaginado que este 12 de marzo, Yulieski Gurriel visitaría la Casa Blanca.
Hace diez años atrás nadie habría imaginado que este 12 de marzo,
Yulieski Gurriel visitaría la Casa Blanca.
Por Francys Romero.

Hace diez años atrás nadie habría imaginado que este 12 de marzo, Yulieski Gurriel visitaría la Casa Blanca. El cubano fue invitado junto a su equipo los Astros de Houston, campeón de la MLB en 2017.


Si Fidel hubiera imaginado que el hijo de uno de sus hijos preferidos: El "Héroe de Parma 88", estaría visitando la Casa Blanca en 2018 y conociendo al presidente del país que tanto odió, pensaría que estaba en una pesadilla. Gurriel conoció a Donald Trump, así mismo como cuando lo recibiera Castro en La Habana (en 2006). 




El béisbol ha estado en medio de cinco décadas, casi seis ya, en las batallas entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba. El aislamiento de la Isla permitió el olvido total en Cuba de grandes estrellas como Luis Tiant, Tony Oliva y Tany Pérez.

El gobierno cubano y la prensa oficial siempre sobre-protegieron a los Gurriel, incluso cuando abandonaron la Serie del Caribe en 2016. El discurso no fue tan fuerte como de costumbre en el periódico Granma el día después al 8 de febrero de 2016. Ellos no utilizaron el término de siempre "deserción", y optaron por nombrarlo "abandono".




Ahora, dos años después, Yulieski bromea frente a un micrófono en la sala de visitas del despacho Oval, los tiempos y la vida han girado tanto como la tierra. Habrá quienes lo vean como un suceso normal. Aún existe algo increíble en toda esta metamorfosis en donde nunca nadie pensó que el sueño de los padres de llegar a Grandes Ligas, dígase Gurriel, Mesa, Vargas, sería abandonado por los hijos. En algún momento algo cambió, y los compromisos dejaron de ser sagrados. 

Gurriel estuvo filmando con su celular el pequeño discurso de Donald Trump. No observada directamente al presidente. Miraba de reojo desde una esquina, miraba al público presente en ocasiones. Nadie pensó que esto sucedería, pero en el final, nadie debería openerse jamás a los sueños, nadie puede dividir el béisbol.


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