Tomado de Zonadestrike
Hoy tengo mi primera discrepancia con Víctor Mesa Martínez, manager de Cuba para el III Clásico Mundial de Béisbol (WBC). Él Loco (apelativo que asumo con gusto) ha declarado que quiere “volver japoneses” a sus discípulos para contrarrestar al verdugo Japón, el que nos ha derrotado en tres oportunidades en el principal torneo del béisbol actual.
“Vamos a contraatacar con lo mismo de ellos. Todo lo que ellos hacen lo vamos a hacer, vamos a volvernos japoneses”, declaró Mesa Martínez a la prensa, aunque reconoció que es muy difícil estar a la altura de los asiáticos.
Pero, ¿qué significa “volvernos japoneses”? ¿Tocar bola, hacer jugada de corrido y bateo, ser agresivos en las bases, batear por detrás del corredor o, en su defecto, para la banda contraria, trabajar para fabricar carreras a “cuenta gotas”, no depender de los sluggers? Si eso es jugar a lo japonés deberíamos haberlo hecho hace mucho tiempo, porque si hoy no lo dominamos es muy difícil que lo logremos en los cuatro meses que nos separan del torneo.
Ahora, si jugar a lo japonés se trata de utilizar sin medida alguno de estos recursos (correderas sin sentido, tocadera de bola…), en detrimento de otros, para creer que así podemos neutralizar a un adversario que nos saca millas, entonces estamos perdidos sin salir al terreno.
La gran preocupación de Cuba no puede ser derrotar a Japón, en un torneo en el que por su sistema eliminatorio el resultado más importante no es el que tendremos frente a los nipones, sino ante los dos restantes equipos de la agrupación, supuestamente más asequibles.
Japón tampoco puede ser una obsesión para Cuba. Los cubanos deben concentrarse en hacer su juego, sobre la base de lo que dominan, de lo que saben hacer; ¡que jamás negará la presunción de estar a la misma altura del rival!; y que en modo alguno no niega imponernos una filosofía de juego acorde con el béisbol actual.
Si en algo hay que estar claro es en que el Japón de los Clásicos no es el mismo que el de los antiguos eventos internacionales. Solo miremos atrás y preguntémonos ¿cómo nos vencieron los “ojos rasgados” en las ediciones anteriores?
Recordemos que en el I Clásico nos doblegaron a palo limpio y aprovechando toda fisura que dejamos en el terreno.
En el segundo nos eliminaron tras dos blanqueadas (6-0) y (5-0), en las que tuvo mucho que ver el pitcheo (anuló a nuestros bateadores) y la oportuna ofensiva.
Se ha creado un mito en torno al toque de bola de los japoneses. Incluso escuché a un destacado comentarista deportivo cubano, en una prestigiosa emisora de radio nacional, decir que ese país ha ganado varios campeonatos “a toques de bola”. Un disparate que no tiene fundamentos. ¿Cuáles torneos? ¿En qué época? ¿Cuál Japón?
Hoy hablamos de jugadores profesionales, que muy poco se parecen a los amateurs de Ligas Industriales que enfrentaba Cuba antaño, los que sí tenían que abusar de este recurso para fabricar carreras dado su limitado desarrollo ofensivo.
Remitámonos al último Clásico de nuevo y veremos que en ninguno de los dos reveses fue determinante esa visión que tenemos de ellos. (play by play 1 / play by ply 2).
Los japoneses que nos derrotaron en el último Clásico se apoyaron en su gran tacto (oportunos hits), la rapidez en el corrido de bases (robo incluido) y un excelente pitcheo.
Pudimos contrarrestar a este adversario si hubiéramos tenido un buen staff de lanzadores y tres jardineros de potentes brazos y amplia cobertura defensiva o un receptor inteligente y con fuerza en el tiro a las bases (por ejemplo, en un desafío a Meriño el mismo corredor le estafó segunda y tercera) y un infield con una extrema concentración en el terreno para anticiparse a las jugadas de los contrarios.
Pero esto no es todo, en aquella última oportunidad nuestros bateadores fueron anulados. Una incertidumbre que todavía no hemos podido despejar. Entonces no se trata de “jugar a lo japonés”.
Del pitcheo ni hablar. No lo tenemos, porque incluso el de ahora está cualitativamente por debajo de aquel de 2009.
Si Cuba logra armar un equipo que supere la mayor parte de las limitaciones que tuvo en 2009, entonces podrá pensar en superar a Japón. Y esto no tiene nada que ver con jugar a lo japonés, al contrario, hay que elevar el nivel a lo cubano. Ninguna imagen es buena para quien tiene una identidad que solo necesita recuperarla.
Si no estamos preparados para usar las armas del enemigo se pueden convertir en un mortal boomerang. Utilicémoslas solo si estamos seguros que van a ser más eficientes que en sus manos.
Intentar a estas alturas “volvernos japoneses” ni en declaraciones a la Prensa es beneficioso.
Hoy tengo mi primera discrepancia con Víctor Mesa Martínez, manager de Cuba para el III Clásico Mundial de Béisbol (WBC). Él Loco (apelativo que asumo con gusto) ha declarado que quiere “volver japoneses” a sus discípulos para contrarrestar al verdugo Japón, el que nos ha derrotado en tres oportunidades en el principal torneo del béisbol actual.
“Vamos a contraatacar con lo mismo de ellos. Todo lo que ellos hacen lo vamos a hacer, vamos a volvernos japoneses”, declaró Mesa Martínez a la prensa, aunque reconoció que es muy difícil estar a la altura de los asiáticos.
Pero, ¿qué significa “volvernos japoneses”? ¿Tocar bola, hacer jugada de corrido y bateo, ser agresivos en las bases, batear por detrás del corredor o, en su defecto, para la banda contraria, trabajar para fabricar carreras a “cuenta gotas”, no depender de los sluggers? Si eso es jugar a lo japonés deberíamos haberlo hecho hace mucho tiempo, porque si hoy no lo dominamos es muy difícil que lo logremos en los cuatro meses que nos separan del torneo.
Ahora, si jugar a lo japonés se trata de utilizar sin medida alguno de estos recursos (correderas sin sentido, tocadera de bola…), en detrimento de otros, para creer que así podemos neutralizar a un adversario que nos saca millas, entonces estamos perdidos sin salir al terreno.
La gran preocupación de Cuba no puede ser derrotar a Japón, en un torneo en el que por su sistema eliminatorio el resultado más importante no es el que tendremos frente a los nipones, sino ante los dos restantes equipos de la agrupación, supuestamente más asequibles.
Japón tampoco puede ser una obsesión para Cuba. Los cubanos deben concentrarse en hacer su juego, sobre la base de lo que dominan, de lo que saben hacer; ¡que jamás negará la presunción de estar a la misma altura del rival!; y que en modo alguno no niega imponernos una filosofía de juego acorde con el béisbol actual.
Si en algo hay que estar claro es en que el Japón de los Clásicos no es el mismo que el de los antiguos eventos internacionales. Solo miremos atrás y preguntémonos ¿cómo nos vencieron los “ojos rasgados” en las ediciones anteriores?
Recordemos que en el I Clásico nos doblegaron a palo limpio y aprovechando toda fisura que dejamos en el terreno.
En el segundo nos eliminaron tras dos blanqueadas (6-0) y (5-0), en las que tuvo mucho que ver el pitcheo (anuló a nuestros bateadores) y la oportuna ofensiva.
Se ha creado un mito en torno al toque de bola de los japoneses. Incluso escuché a un destacado comentarista deportivo cubano, en una prestigiosa emisora de radio nacional, decir que ese país ha ganado varios campeonatos “a toques de bola”. Un disparate que no tiene fundamentos. ¿Cuáles torneos? ¿En qué época? ¿Cuál Japón?
Hoy hablamos de jugadores profesionales, que muy poco se parecen a los amateurs de Ligas Industriales que enfrentaba Cuba antaño, los que sí tenían que abusar de este recurso para fabricar carreras dado su limitado desarrollo ofensivo.
Remitámonos al último Clásico de nuevo y veremos que en ninguno de los dos reveses fue determinante esa visión que tenemos de ellos. (play by play 1 / play by ply 2).
Los japoneses que nos derrotaron en el último Clásico se apoyaron en su gran tacto (oportunos hits), la rapidez en el corrido de bases (robo incluido) y un excelente pitcheo.
Pudimos contrarrestar a este adversario si hubiéramos tenido un buen staff de lanzadores y tres jardineros de potentes brazos y amplia cobertura defensiva o un receptor inteligente y con fuerza en el tiro a las bases (por ejemplo, en un desafío a Meriño el mismo corredor le estafó segunda y tercera) y un infield con una extrema concentración en el terreno para anticiparse a las jugadas de los contrarios.
Pero esto no es todo, en aquella última oportunidad nuestros bateadores fueron anulados. Una incertidumbre que todavía no hemos podido despejar. Entonces no se trata de “jugar a lo japonés”.
Del pitcheo ni hablar. No lo tenemos, porque incluso el de ahora está cualitativamente por debajo de aquel de 2009.
Si Cuba logra armar un equipo que supere la mayor parte de las limitaciones que tuvo en 2009, entonces podrá pensar en superar a Japón. Y esto no tiene nada que ver con jugar a lo japonés, al contrario, hay que elevar el nivel a lo cubano. Ninguna imagen es buena para quien tiene una identidad que solo necesita recuperarla.
Si no estamos preparados para usar las armas del enemigo se pueden convertir en un mortal boomerang. Utilicémoslas solo si estamos seguros que van a ser más eficientes que en sus manos.
Intentar a estas alturas “volvernos japoneses” ni en declaraciones a la Prensa es beneficioso.
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