Las voces que no elegimos. (Los comentaristas del patio)


Me he tomado la libertad de traerles este trabajo de Alberto Olaya, donde nos comenta sobre el tema de la influencia de nuestros queridos narradores deportivos, en las opiniones, la imagen y la propia cultura beisbolera nacional. Espero lo disfruten, pues a mi me ha parecido muy entretenido y es por eso que lo comparto acá.

Sin más por ahora,
Daniel de Malas Andreu.

Apuntes del langostino remolón: Idiosincrasia

Tomado de OnCuba, Escrito por: Alberto Olaya.

Durante la transmisión de la elección de los refuerzos entre los equipos clasificados a la segunda ronda de la Serie Nacional, el narrador número uno, digámosle el grandilocuente, entrevista a un funcionario de la Comisión. El funcionario es funcionario y dice que este año el pitcheo no estuvo bien, se batearon menos jonrones, se cometieron más pifias, pero que sin embargo ellos no dudarían en catalogar la edición presente como superior. Es esa lógica exquisita que ya no merece que la condenemos, sino que nos burlemos de ella.

Luego el funcionario aclara, apenado, que también ocurrieron muchas expulsiones, sobre todo por pelotazos, y el narrador grandilocuente, pasándole la mano por el hombro, como quien dice tranquilo, hombre, no tengas pena, aclara que eso es normal, que propinar deadball intencionales es parte de nuestra sangre latina.

A quién ese truhan oyó manejar semejante tesis. A quién leyó. ¿A Fernando Ortiz? ¿A Alfonso Reyes? ¿A Rodó? De cualquier manera, supimos al instante que siempre hay algo peor que un funcionario frente a las cámaras, y es un locutor orondo que intenta vendernos la indisciplina como idiosincrasia, la falta de orden como identidad.

El encanto que ha cobrado la pelota de los últimos años es que ya hasta en los medios oficiales se ha vuelto permisible criticarla. Hasta los que tienen que asegurar el faster lanzan sus perlas al vuelo. Por ejemplo, durante el Juego de las Estrellas el pasado domingo se dignaron a comentar que la elección de los peloteros no puede quedar únicamente en manos de la afición. ¿Algo más? No. Suficiente. Era necesario remarcar, cada dos strikes, el aseguramiento logístico y la buena acogida que las autoridades pineras brindaron para la celebración del espectáculo. Eso quiere decir, al seguro, que hubo comida.

Desde que Matanzas es un equipo ganador, el narrador número uno y el narrador número dos, digámosle el obvio, comentan el play off del Victoria de Girón y no el del Latinoamericano porque de ahí los llevan para Varadero. Luego incluso agradecen en vivo al director del hotel. Dejémoslos que sigan, que esos buffet son por la izquierda, y la Contraloría le va a dar al hombre, por gentil, una botada olímpica.

No habría, tampoco, por qué condenarlos. Si el médico resuelve con la placa, y el maestro con el repaso por la noche o la venta del examen, los comentaristas no tienen por qué no agarrarse del micrófono.

¿Pero por qué el micrófono es un arma tan poderosa? Bueno, ya sabemos que la televisión es el parnaso de la eficiencia. El día que este país mejore un poco, mejore de verdad, los narradores deportivos van a pasarla fea. El faster será una recompensa que no dependerá de la alcahuetería.

En ese sentido, parece que el faster lo asegura el narrador número uno, el grandilocuente, que se enorgullece de la actuación de los latinoamericanos en la MLB, pero no de la de los cubanos. Se las arregla, porque inevitablemente tiene que arreglárselas, para elogiar a Hanley Ramírez y olvidar a Puig.

El narrador número dos no hace más que sustentarlo, es decir, no da la nota, parlotea y parlotea como una grabadora con el play atorado. Es igual de dañino el narrador dos, claro, pero el día del juicio final le van a tocar menos años, por menos estentóreo. Aun así, es capaz de advertirnos, con tono de analista, que un pitcher que ha dado tres bolas no debe dar la cuarta porque eso significaría un boleto y él siempre ha dicho que los boletos son síntomas de baja calidad en el arte de lanzar.

A veces a estos dos narradores los acompaña un tercero que cuando se entera que en el center field hay diecisiete grados Celsius de temperatura, pregunta, con tono de duda, cuántos puede haber en home. ¿Cuántos se suponía que hubiera? ¿Cinco? ¿A quién le oyó decir este sujeto que el home es necesariamente un lugar más frío que el center field? ¿A Rubiera?

Pero deberíamos saber que todo esto es irreversible, porque forma parte de nuestra sangre latina, como el Peugeot 508. Para cortarse las venas y sanearnos, piquete.

Modesto Aguero y Angel Luis Martinez, en la cabina de trasmición del Latinoamericano.

Comentarios

  1. Daniel Alejandro Fernández González
    Tocayo sabía que ibas a socializar este trabajo..como me reido mientras lo leía cuand oOnCuba también se hizo eco de él...ya después en serio uno piensa en la triste realidad que describe...sin palabras..un abrazo

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  2. Erasmo Eugenio Ramos García
    Que bueno está esto, porque antes había un 1 y un 2, al cuál estos 2 de ahora le criticaban todas estas cosas que aquí se hablan en este trabajo, no había pasillo en el ICRT, Hotel o estadio por donde pasaran que no dejaran veneno, hablando peste Esperemos entonces que algún día tengamos un 5 y un 6, que por su trabajo profesional se ganen el respeto y el cariño de todos.

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  3. Bueno, el 1 fue el que le hizo la vida imposible al mejor narrador de baloncesto, volley, ciclismo y atletismo que teniamos. El jefe es jefe aunque lea el periódico al revés jajaj

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  4. Bueno, el 1 fue el que le hizo la vida imposible al mejor narrador de baloncesto, volley, ciclismo y atletismo que teniamos. El jefe es jefe aunque lea el periódico al revés jajaj

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