¿Qué sigue para Yasiel Puig?

Ha sido llamado excepcional... subsersivo... encantador... arrogante. Un comodín y un caballo loco.

Tomado de ESPNDeportes, escrito por Tim Keown

SU MUNDO SE GUÍA por unas simples palabras. Las mismas están escritas en la forma de inscripciones en dos artículos de coleccionista que están en el salón de trofeos de Yasiel Puig en su casa en Miami. Ellas están, de forma apropiada, y cuidado si intencionada, desplegadas en lados opuestos del cuarto. Abismos se abren entre las sílabas. Se toman lados, los ejércitos se reúnen.

Una de ella muestra la palabra más elevada y majestuosa en nuestro vocabulario. Es directa, da fuerza y no es complicada, ya que no tiene influencias externas. Aparece en el cuero de una pelota de baloncesto de la NBA, y celebra la naturaleza impulsive del talento de Puig, crudo y violento, una fuerza de vendaval que parece poseer una humanidad en si misma.
Sé Épico
-- Kobe Bryant
La otra parece tomar un camino diferente. Son palabras escritas en la parte trasera del uniforme más conocido en los deportes profesionales en Estados Unidos -- la bata sagrada del deporte -- la tinta viaja a través de las rayas para formar siete palabras que parecen descender de lo alto. Las nubes se despliegan, negras y pesadas. A lo largo de los hombros de la camiseta con el No. 6 de los Yankees, se lee:
Sé un crédito para nuestro gran juego
-- Joe Torre

Yaisel Puig
Eric Ray Davidson
"Yo voy a hacer cambios. Pero voy a mantener mi estilo y elegancia", Yasiel Puig.
Es la inspiración como la amonestación, la que llega como recordatorio de que las acciones serán gobernadas y juzgadas por un estándar omnisciente y exacto. Dentro de esas palabras, las sombras se sobreponen a las sombras, estirándose por más de un siglo, cada una vigilándose a la otra como ladrón en la noche. Cada jugador, sin importar de donde venga o lo que haga, es parte de un todo continuo, nada más que un pequeño hilo en el elaborado producto que es el béisbol.
Las dos frases nacen del mismo pensamiento: Hay algo diferente, algo especial, involucrado aquí. El jardinero de 23 años de los Dodgers opera en una frecuencia que todo el mundo puede escuchar. La anticipación se va construyendo, la apatía muere. El ojo está dibujado. Entremedio de ambos mensajes está el reconocimiento de esas cualidades, del rol potencialmente transformador de Puig en el juego, su gran talento junto con la alegría y fuerza contagiosa que despliega en su actuación.
Sí, ellas vienen del mismo lugar.
Y aun así, existe un mundo completo que reside en el espacio entre ellas.
ÉL SURGIÓ COMPLETO desde el mar. Hay otra parte de esto: misterio. No hay fotos de él como niño en su hogar. No hay una historia de trasfondo, solo algunas anécdotas vagas, desconectadas -- y algunas veces no corroboradas -- que se combinan para crear el efecto de unas 50 piezas en un rompecabezas de unas 1000 piezas.
¿Qué es lo que sabemos? Todo el mundo tiene una historia de su creación, un cuento conciso que provee una sinopsis para todo lo que vemos en una cancha o en un terreno de juego. La adversidad se supera, ligera y mágicamente se transforma en una motivación eterna, las tragedias proveen inspiración. En el caso de Puig -- y en el caso de la mayoría de los jugadores cubanos -- solo sabemos lo que él y sus allegados están dispuestos a divulgar. La circunspección es un rasgo cultural necesario.
Lo que sabemos: Puig creció en un hogar pobre pero educado en Cienfuegos, a unas 150 millas al sureste de La Habana, junto a sus padres y una hermana menor. Su padre, Omar, era ingeniero en un fábrica de moler caña de azucar. Cuando Yasiel comenzó a jugar béisbol organizado a los 9 años, Omar recogía madera para dársela a un amigo, quien fabricó los primeros bates de Yasiel.
Luego de afirmar de forma sarcástica que él sabía que iba a ganarse la vida jugando béisbol "desde que nací", Puig cuenta una historia. Él estaba jugando para un equipo local de 15 y 16 años -- ganaría la Triple Corona de esa liga -- cuando se cayó de su bicicleta en la mañana de un juego. Señaló un punto justo encima del codo, a una cicatriz del tamaño de un billete de dólar, y dijo, "Me salió mucha sangre. Todo el mundo me dijo que no jugara, pero no los escuché, y me fui ese día de 3-2. Ahí fue que me di cuenta que podía hacerlo".
Se ganó un puesto en el equipo nacional B de Cuba a los 18 años antes de ser suspendido en julio del 2011 cuando él y otro jugador intentaron desertar mientras se encontraban en Rotterdam para un torneo internacional. El compañero de Puig, el lanzador Gerardo Concepción, se escape y luego firmó contrato por $6 millones con los Cachorros. Puig fue atrapado y suspendido del Equipo Nacional cubano y de los Camaroneros de Cienfuegos, equipo al que pertenecía en la Serie Nacional cubana.
En Cuba, los estadios parecen más carpas de cultos religiosos -- tambores retumbando durante todo el juego, los fanáticos cantando, los jugadores haciendo lo posible por dejar su huella en el juego. Los reporteros no hablan con los jugadores. No hay camerinos -- los jugadores se visten en los autobuses o en el pasillo del estadio -- así que no hay nada que se asemeje a la cultura del deporte en Estados Unidos. "La gente se la pasa todo el día preocupándose por cómo van a conseguir suficiente comida para alimentar a sus familias", dijo Jaime Torres, el agente de Puig. "Cuando ellos llegan al estadio, ellos quieren que los jugadores los entretengan".
Puig fue criado en una cultura de béisbol en la que Víctor Mesa, el tempestuoso manager del Equipo Nacional cubano, es venerado casi como un tesoro nacional. Este parangón del béisbol cubano, este hombre responsible de moldear los mejores jugadores en una tierra obsesionada con el béisbol, una vez conectó un cuadrangular en un juego de la Serie Nacional y terminó su trote de tercera al plato corriendo de espaldas.
"El béisbol en Cuba es más agresivo", dijo Ramón Delgado, primo de Puig que llegó a EEUU hace tres años. "Si estás en primera base y el bateador toca la pelota, tienes que llegar a tercera. Solo sigue corriendo".
¿Acaso es eso lo que debemos esperar cuando vemos a Puig? ¿Ser sacado de out es preferible a fallar en intentarlo? ¿Podemos extender ese credo a su mera presencia en los Estados Unidos? Sin poder jugar béisbol por más de un año tras su suspensión en el 2011, Puig se enfocó en su decisión de irse de la isla. "Yo estaba desesperado", dijo Puig. "Cuando lo único que quieres es jugar béisbol y te lo quitan, te desesperas demasiado". Hizo varios intentos fallidos -- el consenso es que fueron ocho -- antes de lograrlo. Un pariente dijo que Puig trató de irse del mismo puerto tantas veces, que un hombre que trabajaba allí le dijo, "Vete por otro lado. Me vas a meter en problemas".
¿Mito? ¿Algo apócrifo? En abril del 2011, en una historia reportada primero por Yahoo Sports, Puig fue recogido por un bote de velocidad de la Guardia Costanera de EEUU entre Cuba y Haití y pasó dos semanas en la cubierta del barco Vigilant con una docena de otros desertores, sobreviviendo con una pequeña ración de comida y apenas una pequeña cobija para taparse del sol. Se hizo amigo de varios miembros de la Guardia Costanera en el bote, y hasta les firmó autógrafos al ser devuelto a Cuba.
Cuando se le sugiere inarticuladamente que esta es una buena historia, Puig dijo lacónicamente, "No fue buena. No fue buena para nada".
Ese ese el único comentario que diría sobre el tema de la deserción. Sin embargo, sus expresiones hablan por él. Abre sus ojos y levanta sus cejas para asentir. Tira puñales de indignación fingida como forma de desacuerdo. También usa su cuerpo, echando hacia atrás la cabeza y sacude sus brazos -- como diciendo, aquí vamos de nuevo -- ante la sola mención de cada intento fallido de deserción.
No va a discutir, de ninguna forma el viaje que lo envió exitosamente a suelo mexicano en junio del 2012. El proceso de deserción es un sórdido negocio bizantino, y el precio de la libertad es a menudo exorbitante. Una demanda incoada en la Corte Federal de Estados Unidos en Miami en julio de 2013 establece que Puig y su madre, Maritza Valdés González, conspiraron con el gobierno cubano para encarcelar a sospechosos de traficar con seres humanos en Cuba a cambio de que Puig fuese reinstalado al Equipo Nacional y a la Serie Nacional. Puig nunca fue reinstalado y poco después se fue del pais. Hablando por Puig, su abogado en Miami, Sean Santini, dijo, "Las alegaciones [en la demanda] no tienen mérito, tanto legal como de hecho". El acusador de Puig es Corbacho Daudinot, un ciudadano cubano que reclama que fue falsamente encarcelado y torturado en Cuba gracias a informaciones provistas por Puig y su madre, y buscaba que se le pagaran $12 millones. La demanda fue desestimada tras ser sometida inicialmente antes de ser enmendada y sometida nuevamente en enero. Una demanda similar fue sometida contra Aroldis Chapmanhace dos años por la misma firma legal.
Luego de aterrizar en México, Puig se convirtió en un Dodger en forma curiosa. El equipo había mostrado interés en un jardinero cubano llamado Jorge Soler, quien firmó con los Cachorros, lo que provocó que Torres llamara al gerente de los Dodgers Ned Colletti y le dijera, "Tengo a alguien que podría ser mejor". Un par de sesiones de bateo más tarde -- Puig no corrió, lanzó o fildeó pelotas para los tres cazatalentos de los Dodgers que fueron -- Los Angeles terminó firmando al chico cubano de 21 años sin pulir y fuera de forma por no haber jugado en casi un año, con un contrato de siete temporadas y $42 millones.
Los conocedores del béisbol se burlaron. Un director de escuchas internacionales le dijo a la revista Baseball America en ese momento, "No sé qué es lo que está pasando en Dodger Land."
Yaisel Puig ESPN The Magazine
Eric Ray Davidson
¿Puede alguien ser épico y a la vez un crédito para el juego de béisbol?
EN OCTUBRE PASADO, apenas 36 horas después que los Dodgers fuesen eliminados en una decepcionante serie de playoffs ante los Cardenales, Colletti hizo planes para sentarse con Puig en lo que se perfilaba fuera una entrevista de salida de la temporada. Había mucho que discutir. Puig terminó la temporada con promedio de .319, 19 jonrones y OPS de .925. Luego terminó segundo detrás de su compatriota cubano José Fernández en la votación del Novato del Año en la Liga Nacional. Emergió en la escena -- "Voy a tener más cuidado en la forma en que utilizo esa frase de ahora en adelante", dijo Colletti -- con 44 hits en su primer mes, un debut que lo ubicó segundo en ese renglón, solo detrás de Joe DiMaggio. Los Dodgers se encontraban a nueve juegos por debajo de los .500 antes de que él llegara, y terminaron con 31 por encima de dicha marca. Pero la influencia de Puig excedíó meramente la excelencia estadística. Él energizó y polarizó el deporte.
Los tradicionalistas temían que él representara una ruptura de la ligadura pastoral del juego. Su inmadurez y su percibido egoísmo molestó a sus compañeros, lo que provocó queAdrián González y Juan Uribe lo aconsejaran sobre las complejidades de la cultura en los camerinos. De forma rutinaria lanzaba por encima del hombre del corte, corría las bases como un camión sin freno, nunca está pendiente a cuando se acerca a la zona de advertencia en los jardines. Estremeció el alma del deporte, celebraba cada momento grande, exasperando a su manager Don Mattingly. Tuvo problemas con los medios y dice ahora: "Ellos publican lo que ellos quieren. Algunas veces veo que me describen como inmaduro, pero cuando veo chicos que me observan, eso me ayuda porque eso lo que me importa", Su deseo de prácticamente inhalar cada aspecto de su nueva vida incluye desveladas y una probadita de la escena social. Visitó la Mansión Playboy con Snoop Dogg, y antes de que jugará en su nueva casa por primera vez el 19 de Agosto, compartió en una fiesta en South Beach con LeBron James. En ocasiones mostraba un comportamiento de adolescente en lo que se refiere a cumplir citas y la hora del día. Un día después de haber sido visto con LeBron en South Beach, Puig llegó al estadio 35 minutos tarde y fue sentado en la banca. Luego que fuese puesto a jugar como reemplazo en las últimas entradas, los Dodgers experimentaron un momento que ejemplifica la exasperación/emoción de Yasiel Puig: Conectó cuadrangular en la octava entrada para darle a los Dodgers ventaja de 5-4 en una victoria 6-4.
"Sabía sobre la paciencia antes de esto", dijo Colletti, "pero yo sé mucho más ahora".
Vin Scully apodó a Puig como el Caballo Salvaje por su estilo de juego, y ese apodo ha probado ser versátil en varias formas. Puig dio un resumen conciso de sus problemas defensivos con dos errores y varias pifias en el Juego 6 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional: Por ejemplo, su tiro fuera de balance al plato permitió que Carlos Beltránllegara a la intermedia con un sencillo que remolcó a Matt Carpenter; más tarde en la misma entrada donde anotaron cuatro veces, sobrelanzó a plato con un hit de dos carreras deShane Robinson. Por donde quiera que miraras, en cualquier punto de la temporada, ahí estaba Puig, burlándose de todos los códigos escritos y no escritos del juego. Celebraba los cuadrangulares -- y como quedó grabado de forma famosa, un triple ante Adam Wainwright en el Juego 3 de la Serie de Campeonato de la LN -- con volteos de su bate y trotes de cuadrangular al mejor estilo Mardi Gras. ¿Expresividad e ingenuidad o arrogancia y el ser incorregible? "No creo que lo haga con mala intención o que sepa siempre cómo comportarse", dijo Colletti. "Hay momentos en que quizás sea una mezcla de ambas cosas".
También están aquellos que creen que la forma de ser de Puig debería ser acogida en un deporte que tiene casi un 30 por ciento de jugadores de origen latino y que está teniendo problemas en conectarse con una generación más joven y más diversa, y que es una que está más interesada en la espontaneidad que en políticas anticuadas.
¿Alegría, dijo alguien?
Para el momento que terminó la temporada, Colletti y los Dodgers habían visto y escuchado todo. El primer "coach de asimilación" de Puig con los Dodgers fue Tim Bravo, un maestro de escuela secundaria y coach de Las Cruces, N.M. Bravo se reunió con Puig en su primer día en EEUU y vivió con él durante gran parte de los 63 días que estuvo Puig en las menores y los primeros dos meses con los Dodgers. "É les solo un chico que lo hace todo duro", dijo Bravo. "Corre duro, come duro y -- Dios no lo quiera -- conduce duro. La gente me pregunta, '¿Qué quieres decir con que come duro?' Yo les digo, 'Tienes que verlo'. Si pongo mi mano allí, me la mordería y la perdería."
En las menores, Puig se comía la misma comida casi todos los días antes de los partidos: bistec con huevos de Denny's, usualmente aocmpañados de dos órdenes de hash browns y dos batidas. Cuando Bravo trataba de bajarlo algo a la orden de Puig -- ¿quizás una sola orden de hash browns? -- Puig le respondía, "Maestro, usted no entiende: Nosotros no comíamos esto".
En agosto del 2012, durante el primer mes de Puig en las menores, el hijo de 6 años de Bravo, Zechariah, fue diagnosticado con rhabdomyosarcoma, una forma de cáncer que se encuentra comúnmente en niños. Puig ofreció mudra a Bravo y a su familia a Miami y pagarle por los gastos y el tratamiento de Zechariah, que ahora está libre de cáncer.
"Tengo suficiente comida para alimentar a toda su familia y suficiente espacio para ellos", dijo Puig. "Yo le dije que le compraría una casa. Ese hombre se encargó de cuidarme cuando su hijo estaba muy enfermo, y yo haría lo que sea por pagarle de vuelta todo lo que hizo por mí".
Colletti sabía todo esto -- lo bueno, lo malo, y los incontables grados que posan entre ambas cosas -- mientras pensaba en lo que le diría a Puig luego de la temporada.
Colletti había observado a Puig jugar y vivir por cuatro meses como si siguiese escuchando el batir de los tambores. Él sabía que estaba lidiando con un hombre joven e inteligente -- Bravo lo llamaba "mi GPS" cuando ambos conducían por LA -- cuya inocencia se fue desapareciendo a medida que se elevaba su estatus de estrella. En esa entrevista luego de la temporada, él entendió además el punto más importante: Él estaba a punto de decir adiós -- por supuesto, temporeramente -- a alguien que había reemplazado el tipo de opresión que pocos en este país se pueden imaginar con el tipo de libertad que pocos han podido lograr.
"Nosotros esperábamos que suavizara su juego", dijo Colletti. "¿Pero amortiguar su alma? Yo no quiero ser parte de eso. La gente lo quiere ver contento".
Colletti tenía su discurso preparado. Cuando se sentaron, él le dijo a Puig, "Yo quiero que tú tengas la mejor de las vidas. Tú puedes darle alegría a tanta gente. Sé inteligente y cuidadoso en la toma de decisiones y recibe consejos no solo para hoy, sino también para el mañana".
Puig asintió con la cabeza de la manera que él sabía que lo haría. Pero pasó un momento grueso antes de que él le dijera a Colletti, "De donde yo vengo, no hay mañana. Abrazamos y atesoramos el hoy".
Yaisel Puig
Eric Ray Davidson
"De donde yo vengo, no hay mañana", le dijo Puig a su GM. "Nosotros abrazamos el hoy".
LA CASA ES una clásica en Florida. Grande, con pilares y palmas y mucho estuco blanco. Hay dos perros bulldogs ingleses cerca de la cascada que adorna la entrada, un Rolls Royce blanco de $300,000 en el garaje y un Mercedes deportivo blanco bajo el pórtico en el redondel de entrada en la parte delantera.
Puig se encuentra adentro en una elegante silla blanca en el medio de un enorme salon delantero, vistiendo una camiseta blanca con pantalones cortos con el emblema de los Dodgers y zapatillas de ducha delos Dodgers, y frotándose los ojos para sacarse el sueño a mediodía en medio de un soleado domingo de noviembre, con temperatura de 80 grados. Su bíceps se flexionan con cada frotar de ojos, y varias veces se golpea su estómago y jura que comenzará a hacer ejercicios mañana. Él es rápido y brillante, pero responde las preguntas con tan poco entusiasmo que su hermana, Yaima, lo molesta por "utilizar el mismo adjetivo una y otra vez". Yasiel habla español a través de un intérprete, pero su inglés progresa rapidamente. No necesita que le traduzcan las preguntas antes de responderlas, y ocasionalmente intenta responder en ingles si no tiene miedo de que lo malintepreten. Se acerca al proceso de entrevista, como cualquier cosa que lo fuerce a mantenerse quieto y a merced de otros, como si fuera un paso hacia la tortura.
El asunto de su comportamiento en el terreno le toca un nervio. "Yo voy a hacer cambios para acallar a los críticos", dijo, "pero voy a mantener mi estilo y mi elegancia. Y si ellos todavía se sienten ofendidos" -- con esta respuesta echa sus ojos hacia atrás y sacude su cabeza como rindiéndose de forma falsa -- "entonces solo les puedo decir, '¡Aleluya!'"
Su madre y su padre, quienes desertaron de Cuba junto con Yaima a principios del 2013, están aquí, como también se encuentran presentes Delgado y Ariel Núñez, un buen amigo de Los Angeles quién ayudó a Puig y Delgado a conducir de costa a costa porque Jacob y Princess -- los bulldogs -- no pueden ir en avión por los problemas respiratorios de dicha especie. (En ese viaje hicieron una parada: en la casa de Bravo en New Mexico, donde comieron bistec con huevos y miraron uno de los programas favoritos de Puig: Teenage Mutant Ninja Turtles.)
Es difícil imaginarse cuán diferente es esta vida de la que dejó atrás. A medida que Omar entraba a un cuarto, le preguntaba, "¿Cuán grande era tu casa en Cuba?"
Los ojos de Yasiel se expandían, y ponía sus brazos sobre su cabeza, como un chico que describe la cosa más grande del mundo. "Más grande", dijo, sin mucha expresión en su rostro. "Mucho más". Omar es un hombre pequeño y amigable con una gran barrida y una cara de desconfianza permanente. Él mira alrededor del cuarto como si lo viera por primera vez. "La casa en Cuba podría caber en este cuarto", dijo. "Dos cuartos. Un baño".
"Y un solo PlayStation", dijo Yasiel.
Omar suspira -- es un suspiro de padre exasperado -- y apunta hacia su hijo echando para atrás a sus ojos. "En Cuba", dijo, "12 personas tenían que compartir un solo PlayStation."
En el patio trasero, hay una caja china, al lado de la piscina, donde se cocina lentamente un cerdo para la fiesta de esa noche. Un técnico de Cable TV se encuentra trabajando en el enorme aparato de TV en la pared lejana, intentando conectarlo a las enormes bocinas que se encuentran en el salón. Luego de más de una hora, aprieta un botón y la música de salsa -- palpitante e insistente -- prácticamente sobrecoge el salón.
Mientras Puig se sienta allí, con la música como una presencia física, surge la pregunta: ¿Cuántas capas de la sociedad tuvo que saltar este hombre joven para llegar aquí, en este cuarto con techos de 25 pies de altura, y toda esa elegancia en sus muebles, y las puertas dobles que dan hacia la piscina?
Cuando él llegó a EEUU en julio de 2012 luego de firmar su contrato de siete años y $42 millones, su exposición al béisbol de Grandes Ligas se podía contar en entradas. (Dijo que no se habría sentado a ver juegos si hubiese podido -- "Es aburrido", dijo.) Su hogar no tenía acceso a internet. Nunca había visto una tarjeta de débito u ordenado pizza o pisado un concesionario de venta de autos. Mientras entraba al camerino de entrenamiento primaveral por primera vez en febrero pasado, se quedó mirando al refrigerador de bebidas y se maravilló con la selección de colores. Le dijo a Bravo, "Maestro, mucho colores aqui the Gatorade."
"No siempre fue fácil", dijo Bravo. "Algunas veces yo le decía no, no, no, mientras él me decía sí, sí, sí. Pero pregúntense ustedes que harían si vinieran de un sitio como el que vino él y de repente te entregaran una tarjeta dorada de $42 millones".
En la semana luego de la Navidad, Puig fue arrestado por conducir temerariamente -- su segundo arresto de esa naturaleza en ocho meses -- luego de ser detenido al viajar a 110 mph por la I-75 Norte en camino a ver a su hijo recién nacido en Orlando. (Los cargos fueron desestimados a finales de enero.) El video tomado por la policía lo muestra siendo esposado por un policía mientras su madre, Maritza, sollozaba en el asiento trasero del Mercedes luego que el oficial le dijera que su Yasiel iba a ser encarcelado. Quién sabe lo que esas imágenes provocaron en la mente de una mujer que había pasado casi toda su vida en Cuba, con excepción del último año.
En el carro de policía, se puede escuchar a Yasiel hablando consigo mismo:
¿Por qué tenías que ir tan de prisa?
¿Cuándo vas a aprender?
Se trata de una escena triste y conmovedora, algo desesperada. Él le dice al oficial que nunca volverá a conducir nuevamente si lo deja ir. Le pide que, "como ciudadano", que se apiade de él.
Varios días más tarde, recibí una llamada de Núñez, el amigo de Puig y ahora conductor a tiempo completo. Él dice que Yasiel se quiere disculpar con todo el mundo -- los Dodgers, los fanáticos del béisbol, chicos como Zechariah. Al fondo, puedo escuchar a Puig, en español, diciéndole por lo bajo a Núñez lo que tenía que decir.
"Él se siente avergonzado", dijo Núñez. "No está tomando las cosas a la ligera. Él sabe que cometió un error y quiere que todo el mundo sepa que esta es una llamada de atención y de despertar para él. Esto le hizo darse cuenta que no es invencible".
Yaisel Puig
Dominic DiSaia
Los Dodgers, que estaban a nueve juegos de los .500 antes de Puig, terminaron 22 por encima de los.500.
PREGUNTAS QUE QUEDAN SIN RESPONDER: ¿Acaso alguien podrá ser igualmente épico y un crédito para nuestro gran juego? ¿Y cómo se puede cerrar la brecha entre ambas cosas?
El 4 de julio, en el Coors Field en Denver, Puig le dijo a Bravo que se reuniera con él en el dugout luego del partido. Los jugadores de ambas novenas se estaban apresurando para vencer el tráfico que se formaría luego del espectáculo de fuegos artificiales, pero Puig quería que Bravo se sentara con él para ver el espectáculo.
Ya había estado en Grandes Ligas por poco más de un mes y en el país por poco más de un año, y la fama ya había comenzado a brotar para el como un hidrante abierto. Él le dijo a Bravo, "Nunca había visto algo como esto", así que se sentó quieto y observó como el cielo se iluminaba, como los cohetes subían de forma invisible al cielo para brillar de forma especial y luego desaparecer.
Puig se levantó y le pidió a Bravo que se tomara una foto con él con los fuegos artificiales de fondo. "Quiero decirle a todo el mundo que estoy aquí", dijo Puig. "Realmente estoy aquí".
El cielo se iluminó, la gente aplaudió y un hombre joven observaba con una mezcla de asombro y admiración. Se mantuvo allí por varios momentos, enmarcado por la celebración más grande que este, su nuevo país, le podía ofrecer.

Comentarios

  1. Disciplina,esa es la palabra principal,atletica,social,financiera,es un muchacho joven y se le puede entender ciertas cosas,la vida es un proceso y un camino,humildad,perseverancia,y seguir regalando como lo hace,lo mejor de su talento por arrobas,creo a esta Liga le hacia falta un poco de eso,a veces parece una fiesta sacra cada celebracion y no la victoria de un juego,simplemente eso,un juego,y estos son para divertirse a fin de cuentas,lo mejor a Puig y que la vida le siga sonriendo,saludos,Machete.

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