De izquierda a derecha tres factores del triunfo, el tercera base Luis Yander la O., el abridor zurdo Julio A. Martínez y el mentor Alfonso Urquiola. |
por Ray Otero
Concluyó la serie USA-Cuba 2014, la número 13 de 1987 a la
fecha, y la tercera en línea desde la reanudación de las mismas en el verano de
2012. A diferencia del pasado año, esta vez los cubanos, con un elenco
completamente diferente, pudieron borrar la pálida imagen del 2013 y “vengaron”
las cinco derrotas en territorio norteamericano, con la misma cantidad de
triunfos en igual número de salidas ahora en tierras cubanas.
El derecho Norge L. Ruíz volvió a cumplir con su labor de
abridor.
Con las victorias de Cuba si resumimos las serie amistosas
pues tiene a los nacionales con balance de 39-28 (.582) con un total de 9-3-1
en las 13 ediciones efectuadas, y con balance de 8-7 (.533) del 2012 a la
fecha.
Para la afición fue reconfortante, pero al final significó
solo el inicio de una largo camino que en tiempos actuales tiene a todos
enfocados en el Clásico Mundial 2017. Pese a esto, si algo quedó demostrado en
esta serie y en referencia al elenco nacional, es que nuestros peloteros
necesitan oportunidades por igual a cualquier nivel de juego, pues solo eso los
hará crecer aún más como competidores y les dará la maestría para ganar a otros
niveles.
Pero no nos dejemos engañar. No quiero ser para nada crítico
de la selección cubana llevada a este tope, pues a fin de cuentas compitieron
contra el rival que no pusieron ellos, jugaron a gran nivel y al final
consiguieron lo más importante para la afición y ellos mismos, el resultado,
pero pese a esto hay factores que necesitan ser observados.
Poco antes de iniciarse el tope ante los universitarios
norteamericanos, escribí un artículo que hacía referencia al elenco del país
vecino y que nos visitaba por estos días. Dos cosas para mi estaban claras,
primero que no era el mejor conjunto que los norteños podían armar para lides
como esta, considerando el talento que poseen en el sistema universitario del
país y sobre todo por la ausencia de muchos de sus mejores prospectos de cara
al béisbol profesional en esa nación. Segundo, porque con excepción de su
pitcheo, que había lucido muy bien principalmente durante el Torneo de la
Semana Beisbolera de Haarlem, su ofensiva se mostraba muy escasa y con solo la
excepción de tres o cuatro figuras, el conjunto no mostraba mucho en esta área.
Al final sería esta, la ofensiva, combinada con una pobre
defensa, las claves en las derrotas norteñas. Tres partidos perdidos por margen
de una carrera – Juego 1 (4-3), Juego 3 (2-1) y Juego 5 (1-0) – no mostraban
clara superioridad de los cubanos, pero otros como el 5-0 y el 7-3 de los
juegos 2 y 4, respectivamente, anticiparon a la afición que esta vez la
competitividad no era la esperada y por ahí se escapó desde el interés del
público hasta el de los “scouts” asiáticos que rondaron esta serie en busca de
ver el talento joven de ambas escuadras.
El mentor norteño Van Horn no dio justificaciones a las
cinco derrotas de su elenco, pero si mencionó como posibles causas, primero
quizás el cansancio y rigor de varios partidos internacionales para un elenco
que apenas rebasa los 20 años de edad y segundo el brusco cambio del uso del
bate de aluminio al de madera, que bien pudo haber hecho mucho más “pesado” el
mismo, a medida que se acumulaban veces ofensivas a un mayor nivel de
competitividad.
Sea una causa o la otra, lo cierto es que para mi una de las
manchas de la serie y una de las mayores preocupaciones para el béisbol cubano
actual, fue la falta de público a los enfrentamientos entre estos dos
históricos rivales sin importar la plantilla, algo que jamás había sucedido en
series como esta y que de paso tomó de sorpresa hasta a los mismos jugadores
norteamericanos, los cuales vía Twitter no dejaban de mostrar la espectativa de
jugar frente aficiones cercanas a los 20,000 espectadores.
Por la parte cubana, todos sabemos estos choques resultaban
vitales para dar una imagen diferente del elenco mayor de Cuba, sobre todo en
lo que resultaba su primera salida después de la vergonzosa actuación del Villa
Clara en el regreso de Cuba a la Serie del Caribe, sobre el mes de febrero de
este propio año.
Podemos volver a revisar la conformación de la nómina
criolla y veremos que es cierto tuvo puntos positivos en diferentes áreas, pero
a mi entender el más importante de todos fue el llevar a esta serie un “staff”
de lanzadores que tuvo un promedio de edad de 22.2 años y en donde destacan la
presencia de cuatro hombres por debajo de los 21 años, otros cuatro por debajo
de los 24 y solo dos con 24 y 25 años, respectivamente, que al final y en
general, representan parte del futuro de Cuba en esta área, si tenemos en
cuenta que en otros tres años, todos estos talentosos lanzadores deben estar
con mayor madurez y listos para retos mayores.
Yadiel Hernández fue clave en el triunfo de Cuba con sus 5
empujadas en igual cantidad de choques.
De ellos y en términos individuales, pues no podemos dejar
de mencionar quien ya no es una promesa sino toda una realidad del béisbol
cubano, el derecho camagüeyano Norge Luis Ruíz, quien no volvió a defraudar a
entendidos y afición, y a quien el béisbol de la isla ya parece quedarle
pequeño.
Junto a él esta vez también hay que señalar cuatro
promisorios brazos en el derecho holguinero Yaisel Sierra, abridor del último
triunfo de Cuba y de par de relevos importantes, el zurdo Julio A. Martínez,
consagrándose cada día más en el rol de abridor y con aún un mundo por aprender
en la bola, el también zurdo Yoanni Yera, posiblemente el lanzador más
sorprendente del período 2013-2014 y quien más avanzó en el mismo y el derecho
de solo 19 años, Vlaldimir Gutiérres, con mucho talento, pero sobre todo con
deseos de llegar lejos en este deporte.
Del resto podríamos hablar de manera encomiable también,
sobre todo después de esta serie, pero estos cuatro muchachos, los cuales como
promedio no rebasan los 21 años de edad, fueron los que mejor se mostraron ante
los norteamericanos y prueba de esto está que entre ellos archivaron cuatro de
los cinco triunfos de Cuba y además dos salvamentos.
Otra cara mostró nuestra ofensiva durante la serie completa.
Ni los técnicos fueron capaces de exponer a todas las figuras jóvenes que
debían aparecer aquí, ni tampoco los que vinieron cumplieron con lo esperado en
todos los renglones ofensivos del juego, con la salvedad de algunas
individualidades.
El Tope queda claro había que ganarlo, pero mientras el
pitcheo se agrupaba con nombres que promediaban los 22 años de edad, el bateo
solo exhibía a dos candidatos por debajo de los 23 años en los prometedores
Luis Yander la O. (22) de Santiago de Cuba y Guillermo Avilés (21) de Granma.
Ambos cumplieron con sus roles asignados y es hora de tenerlos más en cuenta.
Del resto, con la excepción de dos como el receptor de 24 años Lorenzo
Quintana, el torpedero Luis A. Valdés de 25 y el jardinero de 23 años, el matancero
Guillermo Heredia, dejaba mucho que desear en términos de desarrollo, pero
además incluía consagrados del elenco principal de Cuba como el receptor Frank
C. Morejón y el segunda base José M. Fernández. Un hombre al final fue el que
llevó el peso ofensivo de los cubanos, resultó el jardinero matancero Yadiel
Hernández. Pese a no exhibir el poder ofensivo que muestra en Cuba, Hernández
fue pieza clave de algunos triunfos de Cuba – incluyendo el final – mostrando
números de .333/.500/.400 y un total de 5 empujadas, de ellas 4 para la
victoria. Junto a él, otro matancero, Guillermo Heredia (.300/.417/.600) y el
granmense Guillermo Avilés (.444/.444/.556) con tres remolques, resultaron lo
mejor de Cuba madero en ristre.
En una serie muy bien jugada por Cuba en todos los aspectos
y pese a la victoria, una interrogante llenó a toda la afición de preocupación,
y fue la ausencia de poder ofensivo de nuestros bateadores. Durante la serie
amistosa ningún bateador del elenco cubano fue capaz de salvar la honrilla con
un batazo de cuatro esquinas, y aunque el conjunto basaba su juego
principalmente en la rapidez, todos sabemos muy poco se puede hacer en el
béisbol moderno sin esos catalizadores ofensivos que produzcan de esa manera
cuando el elenco lo necesita y que sean capaces de cambiar la decoración de
cualquier choque en fracción de segundos, esto es una realidad.
De izquierda a derecha tres factores del triunfo, el tercera
base Luis Yander la O., el abridor zurdo Julio A. Martínez y el mentor Alfonso
Urquiola.
Para muchos, las causas son harto conocidas. La respuesta
directa resultará la simple pérdida en menos de cinco años de, por solo citar
algunos ejemplos, hombres como el granmense Yoenis Céspedes, el cienfueguero
José D. Abreu y más recientemente el capitalino Yasmani Tomás. Pero si tenemos
en cuenta que la pasada temporada cubana el líder en cuadrangulares de la
misma, el industrialista Yulieski Gourriel, lo hizo con una cuota de solo 16
batazos – la marca más baja en 15 años desde que en la 39 Serie Nacional
(1999-2000) el capitalino Iván Correa disparara solo 10 batazos de vuelta
completa, pero con el asterisco del brusco cambio de bate del aluminio a la
madera -, pues rápidamente nos daremos cuenta que este resulta un problema a
enfrentar desde ya.
Al final, uno de los mayores logros de la dirección del Cuba
fue el de darle un sentido de colectivismo al elenco sin mostrar grandes
estrellas que crearan separación entre jugadores. No resultaba este un equipo
de los Linares, Pacheco o Kindelán del pasado, o de los Gourriel, Cepeda, Abreu
o Lazo del presente, eran solo muchachos – sobre todo en el pitcheo - que
buscaban incluír su nombre entre los “grandes” del país y que junto a figuras
algo más consagradas lograron una gran compenetración y espíritu de victoria
recientemente bien desaparecido en nuestras escuadras nacionales.
Para el mentor Alfonso Urquiola resultó este un
reconfortante triunfo, después de su salida abrupta del elenco nacional en el
2011. Urquiola supo cumplir con lo que esperaba – o quizás no - una exigente
afición y el objetivo trazado creo fue sobrecumplido. Con el triunfo, además,
para muchos hace inclinar cada vez más el favoritismo del pinareño como único
manager de la escuadra nacional cubana y pese a que la Comisión Nacional de la isla
siga pensando que no.
A modo de resúmen para mi lo mejor de todo fue exponer a un
elenco diferente – pese a la veteranía en el área ofensiva ante jóvenes
universitarios como los norteños – ante conjuntos – sobre todo estos - que por
mucho currículum que traigan, no pueden acercarse en muchos factores a los
cubanos en términos de experiencia de juego.
Pese a que solo estamos en el mes de julio y la nueva
temporada cubana comienza en poco menos de dos meses, en términos beisboleros
el triunfo en esta serie constituye un aliciente para la afición, la cual sabe
mucho lloverá de aquí a finales de este 2014, pero la cual espera muchos más
cambios en el béisbol de la isla, para bien del deporte nacional cubano.
En sentido general me ha gustado el análisis de Ray Otero. Creo que el tope ha sido muy beneficioso para la pelota cubana y sobre todo lo que más resalto es la oportunidad que se le ha dado a la gente joven que nunca ha hecho un team Cuba.
ResponderBorrarLa clave cubana, el pitcheo, que se mostró a gran altura y que me sorprendió porque ya sabemos que ese aspecto no goza de muy buena salud en la actualidad.
La ofensiva en mi opinión no estuvo bien, salvo algunas individualidades, un 244 de average colectivo y promedio de menos de 4 carreras por juego no pueden considerarse de manera positiva y que demuestra que el mejor renglón que traían los norteños era el pitcheo y lo demostraron en Harleem y despues en Cuba. La ofensiva norteamericana un desastre, solo 7 carreras en 5 juegos y 168 de average colectivo, clarísimo que así no se puede ganar.
Otro aspecto positivo a destacar es que Urquiola no actuó con el triunfalismo y le dió juego a todos los muchachos, una nota alta para él.
Para terminar la nota negativa en mi opinión en el artículo fue catalogar la derrota de Villa Clara como vergonzosa, creo que a Ray se le fue la mano, no es este el término más adecuado, yo lo llamaría, pobre actuación, porque no se le puede pedir peras al olmo.
Por otra parte en los cuadros resumen, en el de la ofensiva, deberían poner los boletos y los ponches, 2 estadísticas que no pueden faltar. Un saludo