¿La próxima superestrella del pitcheo cubano?


Tomado de granma.
Comenzó a jugar pelota entre los mayores antes de superar los hábitos de la infancia, y de la noche a la mañana se ha convertido en uno de los grandes prospectos del pitcheo cubano y una figura clave en las aspiraciones de los matanceros de conquistar el tan ansiado título nacional.


Integra junto a Norge Luis Ruiz, Vladimir Gutiérrez, Yaisel Sierra y Héctor Mendoza un prometedor quinteto con un mundo por delante.

En la recién concluida primera fase de la Serie Nacional de Béisbol lideró los departamentos de carreras limpias, con 1.05, y ponches propinados, con 60, e integra junto a Yoanni Yera y Jonder Martínez el mejor trío de abridores con saldo de 19 victorias y solo seis derrotas.

En su segunda campaña, con 18 años de edad, el joven Cionel Pérez vivió la inolvidable experiencia de vestir el uniforme del equipo Cuba, un anhelo sin saborear inclusive por no pocos estelares peloteros en nuestro pasatiempo nacional.

“Representar a mi Patria en un evento internacional fue para mí una gran satisfacción, lo mejor que me ha sucedido, algo que había soñado desde que era bien pequeño”, dice en su primera entrevista para Granma.

Este muchacho, de constitución delgada y apariencia apacible, es hoy una de las figuras más populares del pueblo veraniego y de salitre de Boca de Camarioca, donde reside junto a su familia, la cual ejerció una influencia determinante en su elección por la pelota, sobre todo su papá.

“Lo mío fue la pelota casi desde que nací. Al principio me desempeñaba en los jardines y a los 15 años me captaron para la EIDE matancera como lanzador”, comenta mientras conversamos en la casa de su novia, en la comunidad de Santa Marta, cercana a Varadero.

—¿Recuerdas tu primera victoria de importancia?

—Sucedió en una nacional de la categoría 15-16 ante Mayabeque. Tiré lechada de solo cuatro jits. En la jornada anterior había perdido como relevista después de haber tirado dos lanzamientos.

Dueño de una recta supersónica, que en los zurdos se hace notar más, ha adquirido en breve tiempo firmeza en el box y para él resultó de gran motivación el haber hecho el grado a los Juegos Centroamericanos en Veracruz, México. En sus últimas presentaciones en Cuba, antes del evento regional dejó sin carreras a los elencos de Sancti Spíritus, Santiago de Cuba y Villa Clara.

Asombra especialmente cuánto ha mejorado su control, un adelanto que sin dudas tiene la influencia de Rogelio García, el Ciclón de Ovas, preparador del cuerpo de lanzadores de Matanzas, y de quien toma al pie de la letra sus consejos.

“Mi mejoría se debe a que he trabajado más y de manera intencionada. Rogelio me ha ayudado a corregir deficiencias técnicas a la hora de soltar la bola e insiste en muchos detalles que un lanzador no debe olvidar jamás, como la concentración y la serenidad aún en los peores momentos”.

Tiene un brazo de oro y un vigor en el box que compensan su aparente fragilidad física, expresó el comentarista Eric Nadel, narrador de los Rangers de Texas en el béisbol profesional norteamericano, quien lo vio lanzar en el Victoria de Girón.

Este buen comienzo es apenas un botón de muestra del buen pitcher que pudiera ser. Lo hecho hasta aquí significa que lo más importante es continuar trabajando y no dormirse en los laureles.

—¿Mucho por aprender todavía?

—Bastante, por supuesto. Falta un largo camino por recorrer, muchos juegos por ganar y perder. Estoy convencido de que este es el comienzo de un largo aprendizaje hasta llegar a ser un reconocido lanzador de Cuba, ese es mi gran sueño.

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