Yordanis Samón se llevó la barda por Granma y los suyos abrieron delante |
Por Aliet Arzola
BAYAMO.—En el guion estaban escritos jonrones, batazos entre dos, robos de bases, una buena cantidad de pasaportes gratis y carreras, muchas carreras entre Ciego de Ávila y Granma, actores de una de las semifinales del clásico beisbolero cubano.
Pero la obra, al menos en su primera mitad, fue un absoluto estreno, con predominio de ponches, roletazos para doble play, elevados inofensivos y pocas, muy pocas carreras, en gran medida por el trabajo de dos brazos destacados en el campeonato: Ismel Jiménez y Lázaro Blanco.
En ese inicio pensé que estaba en un sueño, o que acusaba en exceso el cansancio después de atravesar todo el país en un dilatado viaje de 14 horas. Solo así podía entender que los Alazanes, amos del madero, en cuatro capítulos tuvieran par de inatrapables, uno de ellos vuelacercas de Yordanis Samón.
Los Tigres de Roger Machado tampoco carburaban, por lo que la guerra de batazos tan anunciada era apenas un simulacro, o una novedosa puesta en escena con dos serpentineros dominantes de protagonistas, y los toleteros como meros actores secundarios.
Sostener ese ritmo de conga frente a varios de los mejores bateadores de la campaña no era nada sencillo, e Ismel, tranquilo y confiado al inicio, comenzó a dar pistas de que el estreno no era más que un ensayo, el cual todavía queda esperanza de que tome forma en alguno de los capítulos de este play off.
Sus disparos, antes invisibles, iniciaron una ruta directa a los bates de los granmenses, a quienes no hace falta motivar demasiado. En el quinto rollo despertaron, retomaron la idea original de la obra y detonaron sus bombazos hasta pisar nueve veces la goma, aunque no abusaron demasiado, más bien le recetaron a su rival una muerte lenta y aplastante.
“Hay momentos en los que no solo se sale a buscar el jonrón, otras conexiones también resuelven, pero se deben hacer ajustes a fin de empujar carreras, el objetivo principal del juego. Yo trabajé para la banda opuesta, porque tenía una situación complicada en el home y logré producir”, señaló Alfredo Despaigne, quien valoró de muy importante la victoria en el duelo inicial.
“En el segundo choque saldremos con más garra, un poco más sueltos, porque siempre en el primer partido predomina la presión” añadió el excepcional slugger.
Válido destacar el trabajo del abridor granmense Lázaro Blanco, dueño de la situación durante seis innings que pudieron ser más de no dibujar tanto la frontera de la zona, táctica con la cual desperdició muchos lanzamientos. No obstante, enfrentó a 25 bateadores y le abrió con strike a 14 (de acuerdo con los números del estadístico Yirsandy Rodríguez), y cuando comenzó una entrada embasando al primer hombre después sofocó con oportunas jugadas de doble play.
BAYAMO.—En el guion estaban escritos jonrones, batazos entre dos, robos de bases, una buena cantidad de pasaportes gratis y carreras, muchas carreras entre Ciego de Ávila y Granma, actores de una de las semifinales del clásico beisbolero cubano.
Pero la obra, al menos en su primera mitad, fue un absoluto estreno, con predominio de ponches, roletazos para doble play, elevados inofensivos y pocas, muy pocas carreras, en gran medida por el trabajo de dos brazos destacados en el campeonato: Ismel Jiménez y Lázaro Blanco.
En ese inicio pensé que estaba en un sueño, o que acusaba en exceso el cansancio después de atravesar todo el país en un dilatado viaje de 14 horas. Solo así podía entender que los Alazanes, amos del madero, en cuatro capítulos tuvieran par de inatrapables, uno de ellos vuelacercas de Yordanis Samón.
Los Tigres de Roger Machado tampoco carburaban, por lo que la guerra de batazos tan anunciada era apenas un simulacro, o una novedosa puesta en escena con dos serpentineros dominantes de protagonistas, y los toleteros como meros actores secundarios.
Sostener ese ritmo de conga frente a varios de los mejores bateadores de la campaña no era nada sencillo, e Ismel, tranquilo y confiado al inicio, comenzó a dar pistas de que el estreno no era más que un ensayo, el cual todavía queda esperanza de que tome forma en alguno de los capítulos de este play off.
Sus disparos, antes invisibles, iniciaron una ruta directa a los bates de los granmenses, a quienes no hace falta motivar demasiado. En el quinto rollo despertaron, retomaron la idea original de la obra y detonaron sus bombazos hasta pisar nueve veces la goma, aunque no abusaron demasiado, más bien le recetaron a su rival una muerte lenta y aplastante.
“Hay momentos en los que no solo se sale a buscar el jonrón, otras conexiones también resuelven, pero se deben hacer ajustes a fin de empujar carreras, el objetivo principal del juego. Yo trabajé para la banda opuesta, porque tenía una situación complicada en el home y logré producir”, señaló Alfredo Despaigne, quien valoró de muy importante la victoria en el duelo inicial.
“En el segundo choque saldremos con más garra, un poco más sueltos, porque siempre en el primer partido predomina la presión” añadió el excepcional slugger.
Válido destacar el trabajo del abridor granmense Lázaro Blanco, dueño de la situación durante seis innings que pudieron ser más de no dibujar tanto la frontera de la zona, táctica con la cual desperdició muchos lanzamientos. No obstante, enfrentó a 25 bateadores y le abrió con strike a 14 (de acuerdo con los números del estadístico Yirsandy Rodríguez), y cuando comenzó una entrada embasando al primer hombre después sofocó con oportunas jugadas de doble play.
“He estado en dos finales con Matanzas y me hace mucha ilusión representar ahora a mi provincia, por lo que tengo que entregarme al máximo”, expresó el espigado serpentinero, quien fue relevado muy bien por el también derecho Juan Ramón Olivera.
Para el segundo pleito, el mentor Carlos Martí anunció al joven zurdo camagüeyano Dariel Góngora como abridor, mientras Roger Machado dependerá en la lomita del diestro Yander Guevara.
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