El cubano Rafael Palmeiro tuvo una carrera extraodinaria en la MLB (+ de 3000 H y 500 HR), pero su uso de estimulantes le cerró las puertas del Salón de la Fama para siempre. |
Por Esteban Romero, colaboración exclusiva con SwingCompleto
En el pasado hemos sido testigo de figuras de renombre internacional en otros deportes que han sido consumidores de sustancias prohibidas, la mayoría bajo la asesoría de sus entrenadores y médicos. Ben Johnson fue un ejemplo de lo que se puede lograr consumiendo tales estimulantes, en cuanto el velocista dejó de usarlos, era como si le hubieran echado kriptonita a Superman.
Los deportistas de la desaparecida RDA (Alemania Oriental) dieron disertación de grandes performances en las olimpiadas, todos ellos bien dopados bajo la guía de sabios científicos. Asombrosos registros eran el de aquellas nadadoras y velocistas de ese país, la realidad se impuso, se les hizo los análisis que arrojaron resultados positivos, consumían de todo en pro de la victoria. Hay más ejemplos, así que no son solo aquellos de la RDA.
En casi todos los deportes se implantaron los análisis de dopaje, era necesario para así poder validar los récords que se establecían, y poder garantizar la pureza del deporte.
La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) ha establecido 9 grupos de sustancias prohibidas, ellas son: alcohol, betabloqueantes, sustancias no aprobadas, anabolizantes, agonistas Beta 2, hormonas peptídicas, moduladores hormonales y metabólicos, diuréticos y agentes enmascarantes, estimulantes, narcóticos, canabinoides y glucocorticoides. Esta lista se actualiza con regularidad e igualmente se publican los métodos analíticos para cada compuesto.
Algunas de las sustancias están sólo prohibidas en algunos deportes, como sucede en el caso de algunos betabloqueantes.
Los efectos son variables, positivos y adversos, y depende de lo que el deportista consuma, veamos:
Los estimulantes aumentan la concentración y reducen el cansancio, pero pueden dañar el corazón.
Los esteroides aumentan la musculatura y la fuerza, y dañan el corazón, el hígado y el sistema reproductiva y hasta causar muerte súbita
Las hormonas pueden ser benéficas cuando joven pero posteriormente perjudiciales
Los diuréticos ayudan a bajar de peso pero son muy buenos para encubrir el efecto de otras sustancias prohibidas, por lógica, pueden causar deshidratación y fatiga
Los narcóticos alivian el dolor y pueden agravar la lesión sufrida
Los canabinoides (hashish, marihuana) son relajantes, desconcentran y descoordinan muchas veces la actividad del deportista
El mundo del béisbol profesional se mantuvo por buen tiempo al margen de este asunto del dopaje. La MLB observaba todo lo que sucedía y se sabía, pero no hacía nada. Bud Selig de la noche a la mañana implantó, con la aprobación de los miembros de su ejecutivo, el control del dopaje. Se comenzaron a realizar a análisis de orina al azar. Así comenzaron a caer en la cesta nombres de figuras relevantes que consumían asiduamente estas sustancias prohibidas, las que realmente elevaban su eficiencia deportiva.
Algunos negaron y renegaron haber usado esas sustancias, la vida los castigó. Un día puedes mentir pero otro día puedes ser pillado. Lamentable fue ver a Rafael Palmeiro suspendido por 10 días en la última temporada que jugó en su carrera. Un hombre que meses antes había dicho ante una comisión del congreso, hasta a mí me convenció, que jamás había consumido nada extraño y de buenas a primeras un análisis de orina dio positivo. No era cualquier pelotero, se trataba del cuarto jugador que llegaba al selecto grupo de los 3000 hits y más de 500 jonrones. Su carrera se empañó en un instante y lo peor, ahora nadie le da votos para ingresar en Cooperstown.
Barry Bonds le dio a la bola como quiso, nadie le quería lanzar, estaba realmente imparable y de pronto la noticia, Bonds consumía también sustancias prohibidas. Mark McGwyre, A-Rod, Roger Clemens y así sucesivamente. La lista fue engordando, aunque había un detalle que no escapaba de mi observación, los peloteros latinos son numéricamente los más afectados por el consumo de estas sustancias.
Mi observación no está cuantificada, quien quiera que lo haga y verá que lo dicho es lamentablemente una realidad. Atribuyo ese fenómeno a algo que se llama ignorancia y falta de conocimientos sobre las implicaciones del uso de esas sustancias.
Si Ud le pregunta a un pelotero que cosa es un cromatógrafo de gases o uno gas-líquido o un espectrofotómetro, le dirá que no sabe, no tiene por qué saber de equipos actualmente muy sofisticados y capaces de detectar nanogramo (ng es la mil millonésima parte de un gramo) o picogramo (pg que es la billonésima parte de un gramo) de esas sustancias en orina y sangre.
El pelotero también desconoce que los métodos actuales son tales que las sustancias consumidas pueden ser detectadas, debido al grado de sensibilidad analítica, meses después de consumida, pero aún más, los metabolitos de las sustancias pueden ser detectados y con ello se puede comprobar que se consumió algo prohibido.
Los peloteros, sobre todo los latinos, no saben nada sobre estas cosas, y en muchos casos alguien les puede decir que consuma algo que está prohibido pero que se le da como si fuera algo permitido. Hay negocios de empresitas y supuestos entrenadores que recomiendan usar supuestos complejos vitamínicos que ya vienen “premiados” con esas sustancias. Vender y mantener una venta es un arte, unos lo hacen escrupulosamente, con cosas legalmente permitidas, y otros prefieren tomar de conejillos de Indias a cuanto ignorante le pase por el lado. En el año 106 antes de la Nueva Era, ya Cicerón había dicho que “Ningún hombre debería tratar de obtener beneficio a costa de la ignorancia de otra persona”.
Oía recientemente cómo se proponía que si se pescaba a alguien consumiendo esas sustancias se le debía sancionar de por vida. Muy fácil solución es la de troncharle la vida a un pobre pelotero que salió de algún lugar de tierra adentro de nuestros países y que tiene habilidades para jugar la pelota sin necesidad realmente de usar tales sustancias.
Por eso insisto en lo que ya una vez le escribí a Enrique Rojas de ESPN y a la propia MLB, hace falta organizar seminarios para educar a los peloteros y enseñarles que pueden consumir lo que se les ocurra que al final serán pescados y sancionados. Educando se pueden evitar estas sanciones, los seminarios en los mismos campamentos existentes en América Latina y EEUU deben desarrollarse año tras año, impartidos por médicos competentes y personal experimentado en análisis químicos que de forma didáctica le hagan saber a los peloteros los riesgos que implica el consumo de estas sustancias para sus carreras y luego para su propia salud. Cuando los seminarios se conviertan en un hábito de los equipos, algo que debe hacerse regularmente y actualizando la información, pues aparecerán nuevas sustancias prohibidas y los jugadores deberán estar informados, y entonces se puede ya pensar en reforzar las actuales sanciones.
Doy por descontado que la MLB y sus equipos tienen recursos de sobra para llevar a cabo esa campaña educativa, la que considero de más prioridad que abreviar los juegos de béisbol. El comisionado de la MLB y sus colaboradores deben tomar este asunto en sus manos y obrar, queremos que año tras año se nos diga que los casos de dopaje o desaparecieron o se redujeron, y al menos, el que suscribe quiere ver menos nombres de peloteros latinos afectados por el consumo de productos que al final podrían afectar su longevidad.
El mundo del béisbol profesional se mantuvo por buen tiempo al margen de este asunto del dopaje. La MLB observaba todo lo que sucedía y se sabía, pero no hacía nada. Bud Selig de la noche a la mañana implantó, con la aprobación de los miembros de su ejecutivo, el control del dopaje. Se comenzaron a realizar a análisis de orina al azar. Así comenzaron a caer en la cesta nombres de figuras relevantes que consumían asiduamente estas sustancias prohibidas, las que realmente elevaban su eficiencia deportiva.
Algunos negaron y renegaron haber usado esas sustancias, la vida los castigó. Un día puedes mentir pero otro día puedes ser pillado. Lamentable fue ver a Rafael Palmeiro suspendido por 10 días en la última temporada que jugó en su carrera. Un hombre que meses antes había dicho ante una comisión del congreso, hasta a mí me convenció, que jamás había consumido nada extraño y de buenas a primeras un análisis de orina dio positivo. No era cualquier pelotero, se trataba del cuarto jugador que llegaba al selecto grupo de los 3000 hits y más de 500 jonrones. Su carrera se empañó en un instante y lo peor, ahora nadie le da votos para ingresar en Cooperstown.
Barry Bonds le dio a la bola como quiso, nadie le quería lanzar, estaba realmente imparable y de pronto la noticia, Bonds consumía también sustancias prohibidas. Mark McGwyre, A-Rod, Roger Clemens y así sucesivamente. La lista fue engordando, aunque había un detalle que no escapaba de mi observación, los peloteros latinos son numéricamente los más afectados por el consumo de estas sustancias.
Mi observación no está cuantificada, quien quiera que lo haga y verá que lo dicho es lamentablemente una realidad. Atribuyo ese fenómeno a algo que se llama ignorancia y falta de conocimientos sobre las implicaciones del uso de esas sustancias.
Si Ud le pregunta a un pelotero que cosa es un cromatógrafo de gases o uno gas-líquido o un espectrofotómetro, le dirá que no sabe, no tiene por qué saber de equipos actualmente muy sofisticados y capaces de detectar nanogramo (ng es la mil millonésima parte de un gramo) o picogramo (pg que es la billonésima parte de un gramo) de esas sustancias en orina y sangre.
El pelotero también desconoce que los métodos actuales son tales que las sustancias consumidas pueden ser detectadas, debido al grado de sensibilidad analítica, meses después de consumida, pero aún más, los metabolitos de las sustancias pueden ser detectados y con ello se puede comprobar que se consumió algo prohibido.
Los peloteros, sobre todo los latinos, no saben nada sobre estas cosas, y en muchos casos alguien les puede decir que consuma algo que está prohibido pero que se le da como si fuera algo permitido. Hay negocios de empresitas y supuestos entrenadores que recomiendan usar supuestos complejos vitamínicos que ya vienen “premiados” con esas sustancias. Vender y mantener una venta es un arte, unos lo hacen escrupulosamente, con cosas legalmente permitidas, y otros prefieren tomar de conejillos de Indias a cuanto ignorante le pase por el lado. En el año 106 antes de la Nueva Era, ya Cicerón había dicho que “Ningún hombre debería tratar de obtener beneficio a costa de la ignorancia de otra persona”.
Oía recientemente cómo se proponía que si se pescaba a alguien consumiendo esas sustancias se le debía sancionar de por vida. Muy fácil solución es la de troncharle la vida a un pobre pelotero que salió de algún lugar de tierra adentro de nuestros países y que tiene habilidades para jugar la pelota sin necesidad realmente de usar tales sustancias.
Por eso insisto en lo que ya una vez le escribí a Enrique Rojas de ESPN y a la propia MLB, hace falta organizar seminarios para educar a los peloteros y enseñarles que pueden consumir lo que se les ocurra que al final serán pescados y sancionados. Educando se pueden evitar estas sanciones, los seminarios en los mismos campamentos existentes en América Latina y EEUU deben desarrollarse año tras año, impartidos por médicos competentes y personal experimentado en análisis químicos que de forma didáctica le hagan saber a los peloteros los riesgos que implica el consumo de estas sustancias para sus carreras y luego para su propia salud. Cuando los seminarios se conviertan en un hábito de los equipos, algo que debe hacerse regularmente y actualizando la información, pues aparecerán nuevas sustancias prohibidas y los jugadores deberán estar informados, y entonces se puede ya pensar en reforzar las actuales sanciones.
Doy por descontado que la MLB y sus equipos tienen recursos de sobra para llevar a cabo esa campaña educativa, la que considero de más prioridad que abreviar los juegos de béisbol. El comisionado de la MLB y sus colaboradores deben tomar este asunto en sus manos y obrar, queremos que año tras año se nos diga que los casos de dopaje o desaparecieron o se redujeron, y al menos, el que suscribe quiere ver menos nombres de peloteros latinos afectados por el consumo de productos que al final podrían afectar su longevidad.
Excelente artículo y muy buena la propuesta.................
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