En pelota, nadie tiene la verdad absoluta

Por Oscar Sánchez

Desde febrero del 2014 —justamente el día cuatro, cuando virtualmente nos quedamos en la ronda de clasificación en la Serie del Caribe de Margarita, Venezuela—, advertíamos sobre la necesidad de modificar el actual sistema competitivo del béisbol cubano.

En ese y otros espacios durante el citado almanaque y ya a inicios de este 2015, en enero, casualmente también el día cuatro, con el artículo El tiempo apremia, insistimos en una fórmula que conectara nuestra temporada con la exigencia del calendario internacional.

Es verdad que se dice fácil, cambiar y ya. Pero en esa transformación deben cubrirse intereses que están muy arraigados en la pelota, en tanto fenómeno social e identitario de nuestro país. Por ese motivo una variación no puede excluir la representatividad territorial, sin embargo, a la vez está exigida de elevar la calidad de los tor­neos en casa, y lo que se ha demostrado es que 16 elencos, uno por territorio, son muchos para levantar el nivel.

Vuelvo a repetir, como en tantas ocasiones, que si hay una fortaleza de cara a cumplir con las cada vez más exigentes competencias internacionales, esa es nuestra propia temporada, a la que debemos agregar los pasos ya iniciados de contratación de peloteros en ligas profesionales en distintas geografías. Pero ambas vías deben relacionarse en pos de la cara aspiración de subir el techo del deporte nacional.

Un sistema que incluya en el año la celebración de los torneos en las distintas categorías, con un colofón a base de la etapa élite, entiéndase Serie Nacional, y una justa superior, que no esté en paralelo con la campaña internacional, sería, a nuestro juicio, lo idóneo.

Hemos dicho que el recién finalizado certamen Sub-23 podría convertirse en el clásico nacional, con sus 16 equipos y una estructura similar a esta, donde ocho conjuntos más los refuerzos podrían celebrar hasta 82 desafíos además de las series play off. Esa lid encararía la campaña de verano de la pelota cubana, y detrás de ella, entre noviembre, diciembre y enero, establecer la Liga Cubana de Béisbol (LCB), con seis selecciones que actúen como franquicias y bajo un reglamento rectorado por la Dirección Nacional de Béisbol.

Sería la LCB un campeonato de mucho más envergadura en el cual no estarían excluidos algunos efectivos de la Serie Nacional (es decir, de la Sub-23), pero en la que deben predominar los jugadores de clase del país, los de más experiencia, a quienes se les unirían, tras un merecido y obligatorio descanso, aquellos que participan en las ligas profesionales de otros países.

Con ese formato, toda nuestra temporada estaría delante de las exigencias internacionales o de la mayoría de ellas, e iría escalando el nivel a medida que se acercan esos compromisos. Así, podríamos asistir a la Serie del Caribe con el ganador de la LCB, que ya sería un equipo reforzado, lo que no excluye adiciones de los otros cinco. No habría mejor preparación de cara a esa lid regional del área, pero en años de Clásico Mundial, funcionaría de la misma manera, pues estaría reunido y compitiendo con máxima exigencia lo mejor del pasatiempo nacional.

La propuesta garantiza representación de cada provincia, cantidad de juegos, que es lo más importante para desarrollar al pelotero, y al final un certamen que por el talento concentrado sería de gran envergadura competitiva y ofrecería el espectáculo tan demandado por las tribunas.
Por eso quedamos un tanto contrariados cuando este miércoles leímos un despacho de la Agencia de Información Nacional (AIN) fechado en la provincia de Granma, en el que se da cuenta de que Heriberto Suárez, director nacional de béisbol, afirmaba que en el próximo año se haría la modificación, pero repitiendo la Serie Nacional como hasta ahora, desde septiembre a enero, ubicando el certamen superior después de la Serie del Caribe. De esa manera, ¿cómo llamarlo superior, si los que tienen ese rango se supone hayan ido a las ligas foráneas? ¿Con qué peloteros de calidad o experimentados enfrentaríamos ese calendario?, y lo que es aún más cuestionable, ¿con qué objetivo, de cara a qué preparación lo hacemos?

Hay que decir también que el propio directivo dejó entrever, según la AIN, que no se trata de una decisión tomada, pues aseveró además que “el béisbol es cambiante, el escenario es adverso, los retos son fuertes, y pueden ocurrir cambios”. Por esas mismas razones hay que sopesar cada paso, nadie tiene la verdad absoluta, y si es en béisbol y en Cuba, menos todavía.

Sí creo que deberíamos escuchar a la afición, a la cual tributan los peloteros sus esfuerzos, los directivos las mejores maneras de concebir el espectáculo y la prensa las informaciones y juicios de valor. Esos mentores de graderías ya se han dejado escuchar, en radio, televisión y periódicos, sobre la importancia de tener una temporada más competitiva y muchos se acercan a las ideas que hemos esbozado. Ya tenemos la 55 casi en el primer inning, pero debemos tener la vista puesta en la 56 si es que definitivamente la próxima asume un nuevo esquema para el bien de la pelota, que es lo que queremos todos.

Comentarios

  1. ¿Con qué economía? ¿Con los billetes que mandan de afuera? Tontería eso de la representatividad territorial. 16 supuestos equipos, como 32 peloteros por equipo, mucho más que en las mayores japonesas o americanas. Este artículo es una bagatela carente de objetividad. Cuba no necesita 16 equipos como no necesita de 17 provincias tampoco. Seis equipos o más bien clubes es lo que hace falta, concentrando calidad en cada juego y temporada.

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  2. ratificas el titulo de esta noticia "En pelota, nadie tiene la verdad absoluta"...

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  3. Lo del título es cierto especialmente aplicable al propio periodista, tal parece que no sabe nada de lo que está ocurriendo con la pelota en Cuba, parece que escribe para el mismo o por encargo

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