Por Yusimí Rodríguez
Para hacerse invisible en Cuba, uno de los métodos más eficientes es convertirse en atleta de alto rendimiento, lograr importantes resultados, y fugarse de la selección nacional en un viaje de competición. Automáticamente, usted se vuelve invisible, y sus marcas, irrelevantes.
Durante el recién finalizado Campeonato Mundial de Atletismo de Beijing-2015, la parte inferior de la pantalla televisiva mostraba en cada especialidad el record mundial, el record para los campeonatos mundiales y la mejor marca del año, así como al titular y el país de cada resultado. Pero incluso antes de que aparecieran en pantalla, nuestros narradores deportivos ofrecían estos datos de forma puntual… hasta la final de los 110 metros con vallas. Entonces los narradores leyeron el nombre del recordista mundial, el del recordista de los campeonatos mundiales, y "olvidaron" la mejor marca del año, que aparecía debajo de las otros dos en pantalla.
La miopía me impidió leer el último nombre antes de que la información desapareciera de la pantalla, pero me pareció que la banderita junto al nombre era la cubana. Pude haber dejado pasar ese detalle que significaba poco en cuanto a la competencia; además en la final de un evento donde Cuba contó con campeones como Anier García y Dayron Robles, esta vez no había ningún cubano. Pero la experiencia me ha demostrado que en mi país, ninguna omisión es casual. El autor de la mejor marca en los 110 metros con vallas es un cubano, Orlando Ortega, que abandonó la Federación de Atletismo Cubana durante el Campeonato Mundial de Moscú-2013, junto a su entrenador.
La marca (12.94), que no fue superada por el ganador de Beijing-2015, el ruso Sergey Shubenko (12.98), fue establecida en París, en julio. ¿Nuestra prensa, que nos mantuvo informada sobre las marcas del norteamericano Justin Gatlin en los 100 metros y el regreso del jamaicano Usain Bolt a las pistas en la Liga del Diamante, reportó sobre el resultado alcanzado por Ortega? ¿Nuestra televisión, que ha transmitido las Ligas del Diamante de cada ciudad y casi todos los mítines de atletismo durante el año, aunque de forma diferida, transmitió la competencia en la que el cubano consiguió la marca? Puede que sí, puede que se haya publicado en algún rinconcito de algún periódico y yo no lo haya visto. Puede que nuestra televisión haya transmitido la competencia y me la haya perdido. Pero lo dudo.
En junio, vi el evento de 110 metros con vallas correspondiente a una parada de la Liga del Diamante. Entre los participantes aparecía Orlando Ortega, pero me pareció que su nombre no era mencionado por nuestros narradores, sino la voz de quien anuncia a los contendientes de manera oficial en la competencia.
Sin embargo, lo que me asombró fue que al final de la carrera, los narradores no se interesaron en la marca registrada por él. Ortega no fue el ganador, pero estoy acostumbrada a que si un deportista cubano está presente en una lid, nuestros narradores se muestran ansiosos por ver qué resultado consiguió, si al menos (aunque haya quedado último) logró mejorar su marca personal.
Por eso me asombró que de aquel cubano, que llegó quinto o sexto entre competidores muy fuertes, no se hablara. Ahí empecé a sospechar que se trataba de "un desertor", y lo comprobé al revisar internet. Si "la deserción" de Ortega en 2013 fue anunciada, ocupó un espacio bien reducido, como el abandono del país en una lancha del pelotero Yasmani Tomás, por ejemplo, en 2014.
La mejor forma de enterarse o confirmar "la deserción" de un deportista cubano, es que automáticamente los medios nacionales lo borren de sus páginas, junto a sus resultados.
El año pasado se propagó el rumor de que el "Capitán de capitanes", el pelotero Antonio Pacheco, había "desertado" en Estados Unidos. ¿Quién me lo confirmó? Nuestros narradores deportivos al excluirlo de una lista en la que mencionaban a los jugadores de segunda base más importantes de nuestro béisbol.
Ortega es ahora oficialmente ciudadano español, y aspira a representar a ese país en los Juegos Olímpicos de 2016. Nuestro Gobierno hablará de robo de talentos, cuando se trata más bien del resultado de su propio desperdicio de esos talentos. Atletas de países más pobres que Cuba representan con orgullo a sus naciones. Lo vimos durante este recién finalizado mundial, donde los kenianos, ganadores del evento, compitieron por su país. Lo mismo que etíopes, jamaicanos, trinitarios. En muchos de estos países los atletas emigran y deciden representar a otros países cuando sus resultados ya no les permiten hacer equipo en sus propias naciones. Quienes ven más posibilidades de ser profetas en tierra ajena que en la suya, simplemente se van. Es una decisión personal, los atletas no son propiedad de nadie. La pregunta es si a esos atletas también los borran de las historias deportivas de sus respectivos países.
En entrevista publicada el 30 de julio del 2015, Ortega afirmó que ya no se veía compitiendo por Cuba otra vez. "No era posible para mí en 2013, ahora que hay cambios, no lo sé; cuando tomé mi decisión, no. Todo el mundo sabe que en Cuba no hay libertad."
¿Y por qué un deportista cubano no puede representar a Cuba después de separarse de la federación nacional del deporte, por el motivo que sea? En 2006, año del Primer Clásico Mundial de Béisbol, muchos decían que el pitcher Orlando "el Duque" Hernández quiso lanzar por Cuba y se lo negaron.
Aunque en Cuba han ocurrido cambios en materia de deporte, como declara Ortega, estos no han detenido el salidero de deportistas. Persisten las inconformidades. El hecho de que incluso después del anuncio de los pagos a medallistas olímpicos, mundiales y panamericanos, además de a los peloteros durante el torneo nacional, y de la posibilidad (y necesidad del deporte nacional para no estancarse) de que los deportistas se contraten en ligas foráneas, sigan produciéndose fugas, demuestra lo insuficiente de esas tardías y desesperadas medidas.
Además de cambiar la política hacia los deportistas que permanecen en Cuba (justamente para que permanezcan), el Gobierno tendrá que replantearse la relación con quienes residen en el extranjero. Para comenzar, nuestros medios deben abandonar la patética intención de invisibilizarlos. Esos deportistas continúan desempeñándose en sus respectivas disciplinas y obteniendo resultados. Y aquí, por una u otra vía, nos enteramos.
Comentarios
Publicar un comentario
Formulario de comentarios