La Serie es hoy un circuito de desarrollo silencioso de las Grandes Ligas.


Por Iván García

Me pregunto si todavía existen niños en Cuba que coleccionan cromos o postalitas de su novena favorita, juegan encendidos pitenes de cuatro esquinas con una pelota de tenis rasurada hasta el casco, o se van a la cama molestos cuando su equipo cae derrotado.

Puede que queden algunos. Pero en este siglo XXI, es raro ver jugar a la chapa en las calles de La Habana. Y a punto de arrancar la 55 Serie Nacional de Béisbol, muy pocos conocen el róster completo de su selección favorita.

Ya la gente en la Isla no discute de pelota. Hay que ser un freaky empedernido o un especialista para dominar las cualidades de los peloteros sin caché que debutan esta temporada.

Más de la mitad de las nóminas de los conjuntos están integradas por peloteros novatos o de segundo y tercer año. Los de mayor proyección ya saltaron la tapia.

La temporada local se ha transformado en una liga de desarrollo silenciosa de la MLB. No creo que ningún dueño de equipo en Grandes Ligas soñó jamás tener 16 novenas a su disposición sin invertir un centavo.

Entre el embargo económico de Estados Unidos, que impide a los peloteros cubanos firmar en la MLB sin tener que marcharse del país, y las monumentales tonterías ideológicas del régimen que convirtió al deporte en propaganda política, sacando cuentas de bodeguero, casi un millar de peloteros escaparon del "paraíso de obreros y campesinos" en los últimos 25 años.

No hay quien pare el éxodo. Ni los hermanos Castro ni Dios. Por la mañana abanderan a los equipos en una de las muchas plazas que existen en Cuba, para escuchar la cansona monserga pseudopatriótica, y un par de días después, los peloteros huyen rumbo al norte en cualquier cosa que flote.

Hay indicios evidentes del naufragio de esa historia que una vez se llamó "revolución cubana". Desde infraestructuras del cuarto mundo y golpizas a disidentes hasta el anacronismo de mal gusto que resulta recordar a Fidel Castro en un debate callejero.

También hablar de pelota es casi una excentricidad. Los fanáticos incorregibles al deporte, cuando se cansan de charlar de las ligas europeas de fútbol, el regreso de Usain Bolt, los triunfos de Denia Caballero y Yarisley Silva en el Mundial de Atletismo y la infinita discusión de si La Pulga es superior a CR7, se acuerdan, si es que se acuerdan, que la Serie Nacional de Béisbol comienza este sábado 29 de agosto.

55 Serie Nacional

¿Qué se puede esperar del certamen? Bastante poco. La buena noticia es que los vagos, jubilados y alumnos que no entran a clases vespertinas en secundaria y preuniversitario, pueden acudir a los estadios a las dos de la tarde, a matar el tiempo.

Como sedante, la pelota es una buena medicina. Durante tres horas olvidas que no hay dinero para comprar un par de zapatos o que en el congelador del refrigerador solo hay hielo.

La mala noticia es que verán juegos pésimos. El aficionado se insultará con los disparates a granel de los manager y los groseros errores estratégicos y al guante de los peloteros.

Tiros a la base incorrecta. Toques de pelota fallidos. Lanzadores que tiran más bolas que strikes. Y peloteros tan flacos que parecen recién llegados de un país africano con hambruna devastadora.

Las grandes estrellas se pueden contar con los dedos de una mano. Y sobran dedos. El resto de los jugadores va de un extremo a otro.

Peloteros veteranos como Carlos Tabares o Alexander Malleta, de calidad indiscutible, pero a quienes, por su edad, ya se les marchó el último tren con destino a la Yuma.

Al otro lado de la mesa están los jugadores bisoños. Que cada año que pasa son más, señal de inestabilidad en la temporada local.

No por tener el almanaque en el bolsillo quiere decir que tengan talento. Que los hay. Pero muchos jóvenes han llegado a Series Nacionales gracias al vacío dejado por innumerables fugas.

En la próxima campaña, cualquier equipo puede ser campeón. Las novenas menos malas son Ciego de Ávila, Granma y Matanzas. Ciego ha podido mantener la misma nómina del año pasado.

Igual que los mulos de Granma. Aunque en esta versión casi toda la temporada estará ausente Alfredo Despaigne, jugando en la liga profesional de Japón.

Matanzas ha sufrido por la fuga de varios peloteros, pero Víctor Mesa ha pasado el cepillo por toda la Isla, requisando jugadores insípidos que complementen su novena.

Si me apuran a un pronóstico, me inclino por Ciego de Ávila. Aunque, como ya es tradición, los equipos van perdiendo jugadores en medio de la temporada.

La novedad de esta edición es que comienza en el mes de agosto. Jugar con 33 grados bajo el sol y las gradas vacías no es precisamente agradable para un atleta. Pero es lo que hay.

En un país donde en cifras solo crecen los viejos y el marabú, la pelota, orgullo de antaño, amenaza con convertirse en un ripio. Si ya no lo es.

Comentarios

  1. Clase de come mierda en el Iván García ese. Siempre hablando mierda, antes solo hablaba mierda de política y no me importa mucho la política pero ahora es experto en pelota. Váyase al carajo con sus críticas, que si los peloteros sufren hambruna... Hambruna tienes tu en el alma si anormal.

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