Héctor Mendoza: 'Dejar de vivir en Cuba, desertar, nunca lo haría'


Por Claudia Padrón Cueto

La Habana.- A SUS 11 años comenzó a jugar béisbol, moviéndose entre los jardines y la primera base. Sin embargo, los entrenadores encontraron en él a un posible talento como lanzador, quizás por su estatura (hoy 1.90 metros) además de un brazo potente. No se equivocaron.

El pinero Héctor Mendoza ha marcado en el velocímetro 98 millas por hora y a sus 21 años atesora la experiencia de haber jugado con los Gigantes de Yomiuri, el plantel más premiado en las Grandes Ligas del béisbol nipón, con 33 campeonatos y 22 Series de Japón en sus estanterías.

Casi concluye tu estancia en Japón, ¿cuánto te ha aportado esta temporada en lo profesional?

Mi experiencia ha sido aleccionadora, a pesar del tiempo que estuve lesionado. He crecido como lanzador, trabajando sobre el descontrol, por lo que ahora domino mejor la zona de strike. Un receptor experimentado en Japón me ha ayudado a corregir algunos errores en la mecánica de pitcheo, en especial al soltar la bola. Los bateadores poseen mucho tacto y no se van con pelotas malas; no puedes equivocarte, porque no perdonan. A su vez, sus lanzadores muestran un amplio repertorio, dominan como mínimo cinco envíos.

Japón significa otra cultura, otro país e idioma…

Se agradece la oportunidad de haber conocido otra idiosincrasia diferente a la nuestra. Los técnicos y jugadores, a pesar de la barrera idiomática, siempre me muestran su apoyo. Solo hablo con el traductor, y a veces paso días sin conversar con alguien. Es complicado estar en un lugar donde ves a las personas conversar, reír, y tú no participas porque no entiendes, ni ellos te entienden a ti.

Me resultaron de gran alivio Cepeda y Despaigne. Nosotros nos llamamos, hablamos mucho. Somos como hermanos.

¿En qué radican las diferencias entre el sistema de entrenamiento japonés y lo que hacemos en Cuba?

Ellos intentan jugar un béisbol muy exacto, sin margen de error. Por ejemplo, si un bateador toca la bola, y lo hace mal, eso equivale a una multa. Si un lanzador comete alguna pifia también es multado, y en caso de hacerlo bien, le otorgan una bonificación, un estímulo monetario. Sientes presión, porque no puedes errar. Lo más difícil para mí fue asimilar la cantidad de lanzamientos diarios que se realizan aquí. No estaba acostumbrado y me ocasionaba molestias en el brazo.

¿Cómo mantienes la forma deportiva ante varias competiciones. Jugaste parte de la Serie Nacional, después en Japón, regresaste a la Isla para asistir a los Panamericanos; volviste a la lid japonesa y en breve irás al Premier 12?

Situaciones así no me dan tiempo de descanso, esencial para hallar la forma deportiva. Hay cambios en los entrenamientos que difieren: en Japón, después que termina el juego corremos, realizamos abdominales, te ejercitas; mientras que en Cuba esto se hace al inicio. Ese cambio de rutinas me afecta a veces. La velocidad más alta que he registrado en Japón fue de 94 millas (en Cuba 98) y es debido a que me siento el cansancio a la hora de lanzar. Para el Premier 12 considero estar bien preparado y recuperado totalmente de la lesión. Justo ahora estoy jugando una liga en Miyasaki, la cual pienso que me preparará para este evento.

¿Jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos es una expectativa?

A todos los atletas les gustaría jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos, y no soy la excepción, pero mientras estén las condiciones como ahora, no es para mí un propósito jugar allí. Dejar de vivir en Cuba de manera definitiva, desertar, no lo haría nunca.

Sería ideal que no existieran esas limitaciones. Llevaríamos un equipo con gran calidad que defendería la camiseta de las cuatro letras.

¿Qué esperas a tu regreso?

Espero que mi equipo de La Isla clasifique en la Serie Nacional. Estoy siguiendo sus actuaciones desde aquí y apoyándolo. En cuanto me incorpore trataré de ejecutar todo lo que aprendí aquí. Mi carrera comenzó en el Cristóbal Labra y quiero seguirla allí. (Tomado de Granma)

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