Por: Alvaro Alvarez Vergara
Nunca es tarde para opinar, máxime cuando hablamos de béisbol. Korea nos adelantó el billete de regreso y terminamos en el sexto lugar del Premier 12.
Desde el lunes pasado, escucho criterios de todo tipo: la dirección se equivocó demasiado, ese es nuestro nivel actual, la Serie nacional solo confunde y aspirar al título con ese equipo era imposible, entre otras.
Ciertamente, las derrotas no sorprendieron a este comentarista. Se podía prever con el rendimiento mostrado: Cuba bateó en todo el torneo para 263 de average y anotó 20 carreras en seis partidos. El pitcheo trabajó para un promedio de limpias de 4.33 y concedió 29 anotaciones. Evidente desequilibrio.
De los cuatro semifinalistas solo México (sorpresa al fin) muestra un balance desfavorable entre carreras producidas y permitidas.
Quisiera destacar que el manager, Víctor Mesa, pudo adoptar alguna decisión errónea, sin embargo sería demasiado castigo culparlo de los errores tácticos, mentales y técnicos de los peloteros cubanos.
¡Tres baulk cometieron los lanzadores!
En mi opinión, lo más preocupante, más allá de la eliminación, está en el futuro de la pelota. ¿Qué pasará con el deporte nacional? ¿Cómo recuperar la gloria perdida?
El aumento de la exigencia resulta clave e inminente en la Serie Nacional. Metodologías de entrenamiento, modos de jugar, dirección y estrategias de partidos, arbitraje y dominio de los conceptos básicos del juego deben ser perfeccionados y adaptados al actual contexto internacional.
Asimismo, la dirección nacional, la federación cubana y el INDER necesitan encontrar, a toda costa, un modo de disminuir el éxodo masivo de peloteros. En los últimos quince años más de 200 peloteros abandonaron el país en algún momento de sus vidas deportivas. Talento, años de formación y recursos económicos totalmente tirados por la borda.
Inteligencia, estudio constante, flexibilidad y mente abierta al cambio constituyen premisas para diseñar el devenir a corto y largo plazo. De nada vale derramar lágrimas. Corresponde levantar cabeza y seguir adelante. Ahí radica la verdadera grandeza.
Todo por el bien del espectáculo deportivo más simbólico en la cultura cubana.
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