Por Oscar Sánchez
Si alguien aún duda de que el torneo élite de la pelota cubana no puede tener 16 equipos, los enfrentamientos entre Granma y Holguín durante jueves, viernes y sábado pasados, debieron convencerle. Que pena que hayamos llegado a ese nivel de béisbol, que pena que se haya visto por televisión tan poca calidad.
Para un pueblo que se precia de conocer este deporte, que gusta de pasar sus noches y tardes en el estadio o frente al televisor, es bochornoso un partido, como el del viernes, en el cual se anotaron ocho carreras forzadas; dos elevados cayeron casi al lado de los jugadores de cuadro a la defensa; o que en par de desafíos consecutivos se hayan otorgado la friolera de 24 boletos.
Lo es porque ocurre en lo que hoy es la máxima expresión de nuestros torneos. Para colmo, en el segundo choque fueron más de tres horas y cuarenta minutos de tortura, de castigo al orgullo de país beisbolero. Hay mucho por hacer a lo interno, al margen de la migración y sus consecuencias, que ya abordamos la pasada semana.
Coincido con quienes opinan que no solo una lid con menos selecciones en el segmento superior resolvería el problema. Esa es solo una parte del dilema; concuerdo en que hemos perdido espacios a escala social, no se juega pelota, ni siquiera a las cuatro esquinas. No hace mucho, lo recordaba el sabatino y siempre interesante Béisbol de siempre, se organizó en la capital un certamen del callejero juego.
¿Por qué no lo hacemos a nivel nacional, si solo hace falta una pelotita de goma y una pequeña área cuadrada? ¿Si tenemos en la matrícula del sistema de enseñanza escolar a potenciales miles de participantes? Podría jugarse hasta en los patios de las escuelas, sería además una bonita competencia entre ellas.
Me alineo con aquellos que piensan en la base como la piedra angular del rescate beisbolero. Y pienso en la necesidad de potenciar un calendario desde el municipio y la provincia en las edades escolares y juveniles y luego en una justa a nivel nacional, tras un sistema de clasificación por zonas, que permita acumular juegos en esas categorías.
Sin jugar, un lanzador no puede tener control de la pequeña zona de strike, aunque haga cientos de lanzamientos de entrenamiento; sin jugar no puede saberse a dónde tirar, ni para dónde correr, en caso de un out y con el marcador adverso; sin jugar no se puede entender la pelota y hoy niños y jóvenes juegan muy poca pelota.
Es cierto que este, nuestro pasatiempo nacional, lleva recursos para tal empeño, pero también diseños organizativos que favorezcan ese ambiente y que hagan más racional ese propósito necesario. Lo absurdo es continuar invirtiendo en una supuesta élite cada día más devaluada, sin ponerle nada a la materia prima que pueda revertir la situación. Y mientras más tardemos en volcar la ecuación no solo el nivel será más bajo, sino que se incrementaría el dinero que echamos en saco roto o que botamos.
Debería engranarse un sistema competitivo de amplia participación que llegue hasta una Serie Nacional Sub-23, con representación de todas las provincias y que se desarrolle en el verano para finalizar con un campeonato élite, que en otras ocasiones hemos llamado Liga Cubana de Béisbol, con seis conjuntos, aunque ahora no se si dará para esa cantidad o para cuatro. Algo hay que hacer y rápido, el béisbol no solo es un deporte, es pasión, identidad nacional, y con eso no se juega.
Es penoso también el incidente en que se vio envuelto el mentor de Matanzas, Víctor Mesa, en Pinar del Río, como lamentable es también que nuestra pelota no garantice la tranquilidad, entiéndase privacidad de los equipos en hoteles y estadios. Ya en el terreno, el jugador o director es responsable de su actividad pública y de su comportamiento. No exoneramos a nadie, aunque no podamos juzgar, pues no estuvimos en el lugar. Lo que si podría afirmarse que es otra consecuencia del estado actual de nuestra pelota.
Por eso el cirujano Eduardo Molina, ferviente industrialista, tiene toda la razón, cuando me dijo, a propósito de estos temas: “Debieran pasar todos los días por televisión el gesto de fraternidad, de vergüenza deportiva, del pinareño Giraldo González, al ser el primero en felicitar al jugador contrario, Agustín Marquetti, quien con su jonrón, tendió en el campo las aspiraciones ganadoras de su equipo, en 1986”.
Hoy comienzan los últimos cotejos del calendario regular, con solo el cuarto invitado a semifinales pendiente de nombre. Ojalá que los play off, con una nueva oportunidad de refuerzos, no nos hieran más el corazón del deporte cubano y le den crédito al sano orgullo por la pelota.
Tomado de Granma
Que manera de escribir simplezas. Este hombre es una vergüenza como periodista, pues como analista se pierde el envase.
ResponderBorrarMen usted es un soberano comemierda la tienes cojida con el periodista, él al menos es un profesional y tiene historia, usted es un fracasado de la vida y solo te conocen en tu casa
BorrarMira que ese articulo fue tamado del Granma, especifica de quien es la Verguenza por favor.
ResponderBorrarque pena que este periodista haya tomado de ejemplo 2 equipos de la zona oriental y no al equipo industriales que marco una carrera en tres juegos vs matanzas y tiene un picheo con mas de 350 bases por bolas regaladas en el torneo xq eso si es una pena que el tan llamado equipo insignia de la pelota cubana ande de mal para peor , de todos modos creo que tiene razon en algo que todos sabemos la pelota cubana no tiene calidad para 16 equipos y es hora que se tomen medidas por ejemplo la serie provincial que debio haber comenzado en este mes de febrero en varias provincias fue pospuesta por falta de pelotas , eso conyeba a que luego se reduscan los juegos lo que evita que se desarrollen figuras jovenes , los campeonatos provinciales de las categorias infeiores no se rrealizan con la calidad requerida por lo que se provoca que estos muchachos lleguen a las categorias superiores con inmensas dificultades tecnicas .
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