Por Mayli Estevez
«Don't look back. Something might be gaining on you», me dijo Craig Davidson, cineasta e historiador norteamericano que estrenaba a Santa Clara en el mundo de la documentalística beisbolera en Estados Unidos. La frase no es de él, si no de Leroy Satchel Paige, el mejor pitcher negro en la historia del béisbol americano. Para más señas, Paige, habría lanzado con los Leopardos de Santa Clara la temporada del 1929-30.
Por esa razón la productora Refocus Film, con sede en Connecticut, visitaba la capital provincial, y el también santaclareño Félix Julio Alfonso, les comentaba el papel de los Leopardos y Paige en la historia de la pelota cubana.
Cuando Davidson me soltó la frase de Paige —en castellano apuntala aquello de no mirar atrás, porque algo te puede ganar—, le sugirió al cineasta Hugo Pérez, de origen cubano, que me precisara que ellos sí miraban al pasado, sí hurgaban en él. Y tienen que hacerlo. Tanto Davidson, como el escritor Donn Rogosin, son sabiduría pura, en cuanto a las Ligas Negras se refiere. «La historia real está en Cuba y México», lanza Rogosin. Debe ser cierto, con un Martin Dihigo, José de la Caridad Méndez o Alejandro Oms con ribetes dorados. Sobre este último hicieron hincapié estos documentalistas, siendo Santa Clara la cuna del Caballero.
Filmaron la casa natal de Oms, o al menos la tarja, porque el habitáculo está en poder de algún sindicato que nada tiene que ver con el béisbol. Y visibilizaron la primera calle en Cuba que tuvo el nombre de un pelotero, la Alejandro Oms. Como parte del documental, estuvieron en los terrenos del otrora Boulanger Park (actual Escuela de Economía) el estadio de pelota, donde los Leopardos oficiaban de local en la etapa profesional. Cuenta la tradición que fue en ese ahora maltratado césped donde el norteamericano Joshua Gibson jonroneó a más de 700 pies del home. En la nada del antiguo Boulanger los documentalistas confiesan el por qué Santa Clara.
«Sin Satchel Paige no estuviéramos aquí», dice Davidson, mientras rememora el documental que le hicieran por una década al héroe de las comunidades negras, que debutó como novato en Grandes Ligas a los 42 años. Fue Paige también el primer negro en incluirse en el Salón de la Fama de Cooperstown.
«Este documental sobre los peloteros de las Ligas Negras y Cuba, redondea una trilogía de productos que se iniciaron con una historia general del suceso, otro más cercano a la figura de Paige, y este último que ya se filmó en locaciones de México, La Habana, Cienfuegos y Santa Clara, como cierre».
La dupla Davidson-Rogosin ha producido varias obras importantes en la historia del béisbol negro americano (entre libros, fotografías y material audiovisual), y ahora se trasladan a Cuba, como trampolín histórico de la pelota al resto de la América caribeña.
Cuenta Davidson, desde alguna acera en Santa Clara, algo que ya había dicho antes, pero que al costado del Sandino, sonó real-maravilloso. En 1981 entrevistó a Satchel Paige, y este con 75 años le aseguraba que todavía sería eficaz en Grandes Ligas.
«¿Sabes qué? Yo le creí», dijo Davidson. Y una no puede si no sonreír ante la agudeza de un pitcher, que habría rondado unas décadas atrás esas mismas calles, con un uniforme marrón de dos palabras hermosas: Santa y Clara.
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