Ismel Jiménez no está rendido


Por Juan A. Borrego

Cuando sintió aquel crujido seco, casi metálico, y le pareció que su brazo derecho se le iba detrás de la pelota que acababa de soltar, Ismel Jiménez pudo entonces intuir que las molestias que venía padeciendo, primero en los Juegos Panamericanos y luego con los Capitales de Québec, el club independiente del béisbol canadiense donde se desempeñaba, no eran simples suposiciones suyas.

Fractura espiroidea de la diáfisis del húmero derecho fue el diagnóstico inequívoco del equipo médico que horas después lo atendió en el Complejo Ortopédico Frank País, una lesión complicada según le advirtieron, que de momento le cortó su ruta con los Capitales y lo mantiene alejado del deporte desde septiembre del pasado año.

En estos seis meses el lanzador espirituano perdió la cuenta de las veces que ha tenido frente a sí el mismo bateador en aquel fatídico segundo inning: el mismo conteo de una bola y un strike, los mismos movimientos y aquella sensación de desprendimiento y dolor que por estos días está tratando de espantar de su cabeza mientras estira músculos en la pista de atletismo de la llamada Formadora de maestros, en la capital espirituana.

“Comencé la rehabilitación desde que llevaba dos meses con el yeso, tenía tratamiento con magneto para que fuera consolidando el brazo, ahora asisto al gimnasio desde hace unos tres meses y estoy viendo la mejoría poco a poco, veo el avance, estoy ganando en fuerza y elasticidad en mi brazo”.

Con uno de los mejores promedios en ganados y perdidos en la historia del béisbol cubano: 701 de average de ganados y perdidos —131 victorias y 56 derrotas—, 1 499.1 entradas lanzadas, 3.06 de promedio de carreras limpias, bateo contrario de 261, un total de 918 ponches y 387 boletos, Ismel se declara incapaz de sintetizar en palabras todo el apoyo recibido tanto del personal médico y de rehabilitación, como de sus compañeros de equipo, de las autoridades de la provincia y de la población que literalmente lo asedia en todas partes.

“Es increíble cuando salgo a la calle, a veces demoro en llegar a donde voy porque la gente me para y me pregunta y eso me da el doble de fuerzas; confieso que estoy contento con el pueblo, con los amigos que se han portado como familia y si no los menciono es porque me daría pena olvidar alguno”.

¿Qué haces en la pista de atletismo?

“Por las tardes corro junto con el rehabilitador, quiero estar preparado físicamente para cuando empiece a entrenar con los Gallos tener por lo menos el 80 % de mi cuerpo listo, sobre todo mis piernas, la parte aeróbica y la rapidez, porque me ayudan al movimiento, aunque me queda un poco la rigidez en el hombro por el tiempo de inmovilización”.

Porque la palabra rendición no figura en la filosofía de Ismel, en los últimos tiempos más de una vez se ha sorprendido a sí mismo con una pelota en la mano derecha, como si ya estuviera encaramado en la lomita de los Gallos: “La he tirado contra la pared de mi casa, escondido de la gente, la he tirado de forma lateral para ver cómo se siente”.

¿Confías en poder regresar al box?

“Quiero estar unos dos meses más en la rehabilitación para que mi cuerpo esté fortalecido y pueda enfrentar el entrenamiento del béisbol, que es riguroso; para no lesionarme por otras partes y tener una larga vida en la pelota, sacarle a mi cuerpo el extra y poder lanzar unos cuantos años más. De cuándo comenzar no se ha hablado, no tengo tiempo ni fluidez en el brazo, estoy haciendo las cosas como los médicos y el rehabilitador me dicen, así creo que pueda volver al box”.

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