El dolor de la derrota Azul. Foto: Ismael Francisco |
Por Aliet Arzola
Desde la distancia he observado como Industriales se marchó de la 55 Serie Nacional por la puerta de atrás, arrasado por un rival que aprovechó cada una de las múltiples lagunas azules, desde las más profundas y evidentes hasta otras no tan visibles y casi nunca mencionadas.
En honor a la verdad, no me sorprende la precipitada caída a manos de los Tigres avileños, actuales monarcas, porque los males de los Leones han estado a flor de piel durante toda la contienda, marcada por una crítica inestabilidad en casi todos los renglones de juego.
¿Improductividad ofensiva? ¿Agujeros de cualquier tipo en el pitcheo? ¿Crisis en la línea central? ¿Pobre cobertura defensiva en un 70% de las posiciones? Nada de esto es nuevo, nada de esto se maximizó por el hecho de jugar contra un rival poderoso como Ciego de Ávila.
Todo estuvo ahí, solo que las líneas no flaquearon al mismo tiempo casi nunca, y cuando así sucedió, sus principales contrincantes cayeron en un letargo todavía más oscuro y les dejaron el camino libre. Así murió Holguín, sin resistencia para tumbar el histórico poder capitalino.
Si vamos por partes, desde el mismo arranque de la lid se gritó bien alto que Industriales sudaría frío con su pitcheo, repleto de hombres inexpertos y otros de más recorrido pero sin la capacidad para asumir roles protagónicos. Los golpes no cesaron, y entre puros malabares (ningún lanzador llegó a nueve victorias y la mayoría de los puntales registraron efectividad superior a 4,00) se colaron en los play off.
De la defensa, que nunca se habla, por números los Leones no dejaron una mala imagen, pero lo cierto es que solo se pueden rescatar con rendimientos por encima del promedio a Frank Camilo Morejón, consolidado como una verdadera garantía con los arreos, y en menor medida el torpedero Jorge Alomá, el inicialista Alexander Malleta y el jardinero Stayler Hernández.
El resto de las posiciones fueron un auténtico calvario, porque Rudy Reyes y Carlos Tabares han bajado muchos sus prestaciones en cuanto a desplazamiento y potencia y precisión de los tiros, mientras Juan Carlos Torriente, Wilfredo Aroche y los demás patrulleros podemos catalogarlos como defensores de la media hacia abajo.
La situación se agravó por las bajas en la recta final de Yulieski Gurriel y Lourdes Y. Gurriel, el primero garantía de regularidad en tercera y el segundo un comodín que podía cubrir (y solo cubrir) varios frentes. Sus ausencias, además, le restaron muchas carreras producidas a una ofensiva disfuncional.
Pese a tener nombres relevantes, los Azules sufrieron para fabricar carreras y lo peor, nunca fueron consistentes. Lo mismo podían entrar en una racha positiva, pisando diez veces el plato por partido en una subserie, que caer después en un abismo con menos de tres anotaciones durante una semana, todo sin importar la categoría del lanzador rival.
UN DUELO DISPAREJO
Con todas esas fallas llegó Industriales a la postemporada, donde encontraron a un contendiente bien parado en defensa, con una alineación feroz y en alza, después del respiro psicológico (y las lesiones) que provocó el final de la Serie del Caribe. Sin embargo, el pitcheo endeble de los avileños nos llevó a muchos a valorar la posibilidad de que los Azules plantaran guerra.
Tal suceso ocurrió solo en el epílogo, cuando ya los Tigres habían impuesto su ley, precisamente por la inestabilidad de un equipo al cual no le asentaron nada bien las múltiples interrupciones del campeonato. Contra los pupilos de Roger Machado, casi toda la artillería citadina naufragó, sin producir a la hora de la verdad, con problemas en el corrido de las bases y el mal añadido que supuso la sanción disciplinaria impuesta a Stayler Hernández, quien adoptó una conducta para nada correspondiente con el respeto mostrado por Javier Méndez y su cuerpo de dirección desde que asumieron el mando.
Con semejantes lastres, solo anotaron nueve carreras en cuatro partidos (por 30 los avileños), dominados hasta por el granmense Lázaro Blanco, a quien durante la etapa regular habían vapuleado en 17 innings (tres salidas), con 29 inatrapables, 16 carreas (14 limpias), solo tres ponches y diez boletos.
De ese gasto no se vio nada en los cuatro desafíos, y en postemporada se paga muy caro el déficit ofensivo, incluso, para un equipo que cuente con grandes fortalezas en el pitcheo.
Como ya explicamos, no era el caso de Industriales, cuya dirección, para colmo de males, erró de punta a cabo en el orden de su rotación. Nunca dieron con la tecla del hombre correcto, le entregaron dos veces la pelota a Frank Montieth, en franca decadencia durante el último tercio de la temporada, mientras Miguel Lahera no abrió y Noelvis Entenza, su brazo más seguro de la segunda etapa, quedó con una apertura.
Lahera, primer y poderoso refuerzo solicitado por Javier Méndez de cara a los play off, fue subutilizado, al salir dos veces con el marcador adverso, sin causar un impacto verdaderamente importante en su equipo y el rival.
Con el derecho saliendo desde el primer momento se ofrecía cierta seguridad a los jugadores al tener un hombre de confianza encaramado en el box, y al mismo tiempo se colocaba en una posición de cautela al contrario por enfrentarse a un lanzador considerado hoy como uno de los mejores del país.
Lo cierto es que salvo Lahera, y en menor medida Entenza, ningún otro brazo del staff azul se encontraba en condiciones de aportar dos victorias y hasta tres salidas sólidas, condición casi indispensable para extender una serie de este tipo hasta seis o siete desafíos. Eso el alto mando capitalino no lo supo ver.
No obstante, Industriales no se dio un tiro de gracia, Ciego de Ávila sacó los cañones y defendió su condición de monarca a sangre y fuego, sin perdonar un instante y liquidando las acciones despiadadamente, algunos días por su potente bateo, otras veces amparado en su defensa, y apoyado también por notables actuaciones de su pitcheo, ahora muy fresco de cara a la discusión del cetro.
De los avileños, en el momento crucial de la temporada, cuando no todos los grandes producen a la altura de las circunstancias, un hombre demostró la gran equivocación que representó dejarlo fuera de las selecciones nacionales en los últimos tres meses.
Luis Robert Moirán, natural de Ciro Redondo, es el principal prospecto de la pelota cubana en la actualidad. Víctor Mesa, manager del plantel nacional en los últimos años, ha gritado a los cuatro vientos que el jardinero de 18 años (1.90m de estatura) vale millones, y no se le pueden seguir cerrando puertas.
Robert no puede quedarse en casa mientras los jugadores de puntería de la nación entrenan con las mejores condiciones y preparadores, hay que darle juego al máximo nivel posible. Con las gradas llenas y la presión de rendir, enseñó una amplísima cobertura en el bosque central, velocidad endemoniada en los senderos, gran capacidad para embasarse, poder y oportunidad, destellos de un diamante en bruto.
Por Industriales, no hay que buscar ahora culpables ni chivos expiatorios, y a Javier Méndez, señalado por muchos en el ojo del huracán, en su año de novato como mentor se le puede requerir por algunos pasajes polémicos (todos los tienen), y sus decisiones en la selección de los refuerzos, instante crucial que define muchísimo los destinos de todas las novenas en carrera.
La idea de solicitar lanzadores en cada una de las rondas la deben desechar en el puente de mando azul. Si bien los problemas en el pitcheo representan un tremendo dolor de cabeza, el equipo tiene otras carencias en el campo que, cualitativamente, se pueden cubrir con mayor facilidad pues hay más piezas disponibles.
La demanda de serpentineros es alta y muy pocos los brazos de calidad, por lo que con frecuencia se escogen varios sin el nivel para causar un impacto real en los cuerpos de pitcheo o para enfrentar la que se supone sea la ronda élite del torneo.
Más allá de eso, Javier supo controlar los egos de un grupo de jugadores experimentados, todas esas “cabezas de león” que confluyen en el dogout del Latino. Además, rescató balas perdidas (Noelvis Entenza) y depositó su confianza en muchachos jóvenes con talento pero sin experiencia, y algunos de ellos no le hicieron quedar mal al rendir por encima de sus posibilidades.
Ese es el caso de Yoel David Paula, quien seguramente entrará en el trío de novatos más destacados de la temporada, de Héctor Ponce (líder en salvamentos de la Serie), o de Javier Camero, a quien se le debe recordar más por sus líneas que por el error mental en el corrido de las bases, que regaló el último out del tercer duelo semifinal contra los Tigres.
En el panorama deficiente de nuestro campeonato, un plantel como Industriales, cargado de muchos problemas, tiene posibilidades de avanzar y avanzar, meterse entre los cuatro grandes y hasta subir al podio, porque un gran número de equipos sufren el doble de las limitaciones. Tengo el presentimiento de que nada de esto cambiará en exceso, y de cara al próximo curso, muy probablemente los capitalinos, agarrados a la épica y a su rica historia, caminen por la senda victoriosa y logren, incluso, dar una sorpresa dorada a sus millones de seguidores.
Estadísticas: Yirsandy Rodríguez Hernández
La muerte de Industriales va a la par del béisbol en Cuba y Santiago tiene el mérito de haberse adelantado unos cuantos años , con VClara siguiendo los pasos , ahora cuando a CdeAvila se le vayan unos cuantos se acabó su alarde , Matanzas no cuenta es un equipo interprovincial
ResponderBorrarCiegos de Avila viene tambien dominando todas las categorias inferiores, si algun MLB construlle una academias por hay , tendran muchos exitos, ya los otros Viren de la nostalgia
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