Por Ariel de Malas.
Cuando se ve el staff de lanzadores que tenía el equipo Cuba para enfrentarse a los Orioles de Baltimore en el año 1999, parece que escoger el primer abridor resultaría en extremo difícil. Nombres como José Ibar, José Ariel Contreras, Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera o Maels Rodríguez tenían la calidad necesaria para afrontar este encuentro. Cuando se revisan los resultados de estos jugadores dos años antes a este partido, indiscutiblemente José Ibar debería ser la primera elección.
Ibar empezó en Series Nacionales como un pitcher lateral, que engañaba a los bateadores, siempre calmado y con gran coraje. Entrenando con el equipo Cuba en 1990, por sugerencia de Servio Borges cambió su sistema de pitcheo; empezó a lanzar por encima del brazo y con mucho entrenamiento llegó a tirar 96 mph. Pero la velocidad nunca fue su mejor arma. Tiraba una bola de nudillos indescifrable, una curva perfecta y, aun así, su mayor virtud era la inteligencia. Sus movimientos en el box, los agarres de la bola y llevar el tiempo del partido marcaron un estilo único y digno de estudio.
En 1998 tuvo un año de ensueño y alcanzó el tope de su carrera deportiva. Para muchos, el mejor año para un lanzador en la historia en Series Nacionales: 20 victorias y solo 2 derrotas, 1.51 de PCL, solo 50 boletos y 189 ponches en 196.1 innings de labor. Solo le anotaron 33 carreras limpias. Fue líder en victorias, ponches y en PCL de la esta serie.
Al año siguiente, sus números decrecieron y aun así eran igualmente impresionantes. Ganó 18 y perdió 2 en 23 apariciones. Ponchó a 158 y promedio 2.28. Fue líder en entradas lanzadas, con 193, en ponches y juegos ganados. En ambos años, fue seleccionado el mejor pitcher de la Serie Nacional. En dos años consecutivos, Ibar había ganado 38 partidos, otro record inalcanzable. No tenía techo y sus resultados eran incomparables.
Ibar se lo ganó con talento, constancia y coraje. El 28 de marzo de 1999 fue el abridor en el primer enfrentamiento entre el béisbol cubano 'revolucionario' y un equipo de Grandes Ligas. No tuvo una buena apertura. Luego de dos entradas, Ibar sale del montículo. Había permitido un hit y un jonrón del receptor Charles Jhonson en el segundo episodio con un lanzamiento que se quedó flotando en la zona. José Ariel Contreras relevaría al astro del equipo La Habana lanzando 8 sólidas entradas.
El partido terminaría 3 carreras por 2 después de 11 inning. Los cubanos demostraron ese día, que sus mejores peloteros eran capaces de competir con el mejor béisbol del mundo.
El partido terminaría 3 carreras por 2 después de 11 inning. Los cubanos demostraron ese día, que sus mejores peloteros eran capaces de competir con el mejor béisbol del mundo.
Tiempo después de estos sucesos, Jose Ibar mostró su interés por probar su calidad en el béisbol profesional. Luego de varios planes frustrados, en enero de 2014, sale una nota en la prensa cubana donde José Ibar , Kendry Morales, Bárbaro Cañizares y Juan Miguel Abat son sancionados por la Comisión Nacional y no pueden participar de por vida en Series Nacionales. El derecho del equipo La Habana fue atrapado tratando de abandonar el país en una frágil embarcación. Pasó 16 días preso.
A partir de aquí, José Ibar y sus estadísticas solo fueron números en la Guía de Béisbol.
Ibar, sin embargo, mantuvo su interés por regresar al béisbol. Intentó salir de Cuba en 9 ocasiones. La vida lleva un porciento grande de suerte y él no la tuvo. Siguió trabajando vinculado al béisbol en el INDER de San José de las Lajas y luego en Minas de Matahambre como entrenador.
Sin duda alguna, Ibar fue de los mejores lanzadores que han pisado los estadios de la Serie Nacional. Quedó tronchada una carrera que brilla por luz propia y los fanáticos del béisbol perdimos un lanzador formidable. La afición no lo olvidará nunca.