Por Luis Álvaro Fernández.
El torpedero cubano Alfredo Rodríguez comenzó a acercarse a su sueño de jugar en las mayores el 13 de enero, cuando firmó un contrato de seis millones de dólares con los Rojos de Cincinnati.
"Ese es mi ilusión y para eso me estoy preparando y lo estoy dando todo", indicó Rodríguez en una charla exclusiva con DIARIO DE CUBA.
Rodríguez dejó una gran impresión en Cuba, donde ganó en 2014 los honores de Novato del Año y el Guante de Oro. Y aunque afirma que los Piratas de la Isla de la Juventud son "el equipo de sus amores", donde recibió la oportunidad —y no en Industriales— de jugar todos los días, prefirió zarpar, como Jack Sparrow, en una aventura emprendedora que tiene como meta "la gloria".
Charlar con Rodríguez no tuvo desperdicio. Es un gran conversador y pone dos cosas fabulosas en cada frase: su rotunda fe y la pasión de ser un torpedero.
Está claro que usted buscará futuro con los Rojos de Cincinnati. ¿Qué puede decirnos sobre la oportunidad de debutar en esta temporada?
En primer lugar, quiero expresar mi satisfacción por la confianza que me ha dado la organización. En cuanto a debutar, para mí sería algo así como mi primera meta. Ya que jugar en ese nivel de béisbol me da la proporción de mostrar mi talento y saber hasta dónde puede llegar mi termómetro.
Desde que lo seguíamos cuando jugaba con la selección nacional de Cuba en edades juveniles, usted era un bateador de un contacto prodigioso. Luego, en la Serie Nacional número 54, ganó un Guante de Oro. ¿Qué adora más en el béisbol, fildear en las paradas cortas o batear?
Desde niño fui un excelente bateador, por eso prefería batear. Luego, al entrar en la pelota de mayores, a medida que el tiempo pasó entendí que un jugador debe ser integral. Al tiempo, he reconocido que mi pasión es atrapar conexiones en las paradas cortas.
Usted está en una plantilla donde podría tener oportunidades. ¿Qué ambiciones tiene? Teniendo en cuenta sus hábiles piernas, ¿le gustaría ser un clásico robador de almohadillas?
Sí, me gustaría ser un buen corredor. El que es buen corredor tiene muchas posibilidades en el béisbol. Además, quienes jugamos en el campo corto debemos ser rápidos y movernos a distintos lados de la grama.
¿Quiénes son sus ídolos en la pelota cubana y en las Grandes Ligas?
En la pelota cubana mi ídolo era Yulieski Gurriel. Y en MLB fue Barry Larkin.
Hemos visto que Barry Larkin ha estado cerca de usted. ¿Cuéntenos qué ha aprendido con el gran Barry, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown?
¿Qué decirle? ¡No me alcanzan las palabras para decirle a usted que en tan poco tiempo he aprendido muchísimas cosas con el gran maestro de las paradas cortas! Me siento dichoso de tener un instructor como Barry y de su dedicación conmigo. Fue como un sueño hecho realidad cuando me vi al lado de esa figura, recibiendo instrucciones. Mi respeto para él.
Cuba es un país que aún no se ha expandido, por muchas razones, al deporte profesional. Si tuviera la posibilidad de jugar en la gran carpa y luego volver a su país, como hacen varios latinos, ¿le gustaría jugar de nuevo allí?
Ahora mismo mi meta es llegar a la gran carpa. Pero sí, siempre voy a estar disponible para jugar en mi país. Ojala se diera la ocasión. Sería un placer.
¿Qué recuerdos tiene de su única campaña en la Serie Nacional cubana, con los Piratas de la Isla de la Juventud?
Ese fue el mejor momento de mi carrera en mi país. Recuerdo de una manera que jamás podría olvidar mi debut en la Serie Nacional. Y encima de eso, jugar postemporada y ayudar a mi equipo en la final [fueron subcampeones]… lo recuerdo con mucho amor.
Con sus jugadas a cada rato levantaba a los fanáticos de sus asientos. A su fanaticada en Cuba, ¿qué le gustaría decirle?
Que esperen lo mejor de mí. Siempre tendré presente esa fanaticada mía y, en especial, la de ese pueblo de la Isla de la Juventud, por su apoyo incondicional. Gracias a ellos, en parte, estoy aquí. A todos los que me siguen, y a los que no, gracias también.
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