Primeros 30 del campeonato Sub-23. Foto: Osvaldo Gutiérrez
Por Joel García.
La tercera edición del campeonato de béisbol sub 23 venció sus primeros 30 partidos con adelantos casi miméticos de lo que veremos hasta el final; mientras Granma y Villa Clara asoman como únicos invictos de una lid enfocada en dar a conocer el talento que todavía nos queda, y por suerte parece inacabable, en nuestro deporte nacional.
Con un sistema de competencia por grupos (cuatro apartados), semifinal para los líderes de cada llave y play off final de tres partidos a ganar dos, el certamen muestra hoy la cara más terrible en la defensa: ¡100 pifias! y un pésimo average defensivo de 960. Para que se tenga una idea de lo ocurrido, solo un partido de los celebrados ha podido terminar sin errores; mientras en el tercer cotejo Artemisa- La Habana se llevaron a los libros nada menos que nueve marfiladas.
En sentido general se está jugando hasta el momento en casi los mismos estadios en que se desarrolla la Serie Nacional —con la excepción del Latinoamericano—, por lo que lejos de achacar estos números a las malas condiciones de los terrenos habría que buscarlos en malas colocaciones de los fildeadores, desesperos en los tiros y poca concentración en jugadas.
Otro eslabón imprescindible para valorar la calidad del espectáculo: el pitcheo, viene comportándose con la misma tendencia de otros años: demasiadas bases por bola (237) por entradas lanzadas (533) y en correlación con los ponches propinados (276). Solo la poca producción de cuadrangulares permitido (16) y las cuatro lechadas recetadas hablan bien de este renglón.
Aunque el promedio de carreras limpias (3.26) es bueno para el comienzo, vale destacar tres equipos que exhiben estadísticas de otra galaxia y que no deben mantenerlas así en el futuro. Granma (1.29 pcl), Holguín (1.50) y Santiago de Cuba (1.86). En esta liga, los conjuntos que logren tener dos buenos abridores y al menos dos relevistas efectivos tienen muchas opciones de pelear triunfos y ganar los enfrentamientos particulares, pactados a cuatro desafíos en lugar de las acostumbradas subseries de tres.
El bateo no ha enseñado nada llamativo con un promedio colectivo de 257; pero ya hay nombres para seguir su rendimiento en lo adelante, como son los casos de los avileños Lázaro Linares (12-7 para 583 AVE) y los villaclareños Norel González, líder en hit con 9 y David Machado, al frente de las impulsadas con 11.
Tras los primeros 30 pleitos, solo dos escuadras se mantienen invictas: Villa Clara en el Grupo B y Granma en el D, lo cual habla del buen trabajo realizado por esas provincias para acomodar sus piezas, muchas de las cuales son canteras y quizás hasta titulares de los equipos que veremos en el torneo élite, es decir, en la próxima serie nacional, prevista para iniciarse el 7 de agosto.
Por último, hay que reconocer que se respira mayor organización y aseguramiento en cuanto a uniformes y estadios. Sin embargo, el sistema competitivo vuelve a privilegiar a los líderes de los cuatro grupos para avanzar a la semifinal y no a los cuatro elencos con más éxitos en la clasificatoria. Eso resta cierto atractivo a la lid y fragmenta la calidad.
Una fórmula intermedia pudiera ser que los tres mejores punteros (en promedios de ganados y perdidos) aseguren directo el cupo a la penúltima fase, mientras el peor cabeza de grupo y el segundo lugar con más sonrisas definen el cuarto boleto en un partido de muerte súbita.
Ojalá y sea valorada esa propuesta para la venidera edición. Por el momento, disfrutemos el campeonato y saquemos las respectivas conclusiones.
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