Con los guantes, Ali fue el más grande boxeador; sin ellos luchó por la paz

El 21 de diciembre del 2002, Muhammad Ali en el AAA en Miami. Foto: Al Diaz.
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Por Marino Martínez.

Con los guantes dentro del ring construyó su leyenda deportiva, sin ellos luchó por la paz, la justicia y la libertad.

Muhammad Ali, el boxeador de peso completo que trascendió el boxeo y se convirtió en un héroe para millones de personas durante una época turbulenta en la historia de Estados Unidos, murió la noche del viernes, según informó su familia.

Ali, de 74 años, había sido ingresado el pasado jueves en un hospital de Phoenix, Arizona, ciudad en la que vivía parte del año. El viernes, el portal informativo sobre celebridades radaronline.com citó que Ali requirió asistencia técnica para poder respirar y que miembros de su familia permanecieron a un lado de su cama.




El legendario boxeador sufría desde hace 30 años de la enfermedad de Parkinson -para algunos debido a la cantidad de golpes recibidos durante su carrera- y fue hospitalizado dos veces, a finales de 2014 y principios de 2015, por neumonía e infección urinaria. Sus apariciones en público estaban limitadas y era cuidado por su esposa Yolanda Lonnie Williams.

“Ha fallecido el más grande boxeador de todos los tiempos y mi ídolo’’, indicó en su cuenta de Twiter Sugar Ray Leonard, otro de los nombres más respetados en la historia del pugilismo.

Hace muchos años que Muhammad Ali ya no era aquel boxeador veloz y talentoso. Pero con el paso del tiempo los recuerdos de sus hazañas lo convirtió en un ejemplo para los atletas que sueñan con alcanzar la grandeza deportiva y humana.

La revista The Ring lo ubicó como segundo mejor boxeador libra por libra de todos los tiempos, sólo superado por Ray “Sugar’’ Robinson. En 1999, fue nombrado “Deportista del Siglo’’ por la Revista Sports Illustrated y “Personalidad Deportiva del siglo’’, por la BBC. El Consejo Mundial de Boxeo durante su Convención Anual en Cancún, México, en el 2012, lo coronó “El Rey de todos los tiempos”.

INICIOS Y MEDALLA OLÍMPICA

Su nombre de nacimiento fue el mismo que su padre Cassius Marcellus Clay, un rotulista y pintor de casa. Nació el 17 de enero de 1942, en Louisville, Kentucky. Su madre fue Odessa Grady Clay.

Se inició en el mundo del boxeo con la ayuda del oficial de policía de Louisville y entrenador de este deporte Joe E. Martin, que se interesó por el muchacho de 12 años cuando denunció el robo de su bicicleta.

Sin el conocimiento de Martin, empezó a practicar con Fred Stoner, un entrenador afroamericano que trabajaba en un centro comunitario local. Bajo la guía de Stoner ganó seis premios Guantes de Oro en Kentucky, dos títulos nacionales, una corona de la Unión Atlética Amateur y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960. Su marca como aficionado fue de 100 victorias y cinco derrotas.




PRIMERA ETAPA DE CAMPEÓN PROFESIONAL

Tras su triunfo olímpico, Clay regresó a Louisville para iniciar su carrera profesional ante las miradas expertas del entrenador Angelo Dundee y el excelente preparador cubano Luis Sarría. Su primer combate fue el 29 de octubre de 1960, en que derrotó en seis asaltos a Tunney Hunsaker.

Clay fue reconocido rápidamente por su estilo de pegar y moverse en el cuadrilátero, por sus provocaciones antes de los combates por televisión donde atacaba verbalmente a su rival con versos compuestos por él mismo mencionando en qué asalto lo noquearía, y por sus alabanzas propias con frases como “soy el más grande” o “soy hermoso, rápido y nadie me puede vencer”.

El joven pugilista se mantuvo invicto (19-0) entre 1960 y 1963. Venció a varios púgiles de nivel, entre ellos el legendario Archie Moore (200 victorias). Por su indiscutible calidad, Cassius se transformó en el retador número uno por el título que ostentaba Sonny Liston, un peleador temible que había ganado la corona al noquear en el primer round a Floyd Patterson, para luego demolerlo en la revancha.

El combate se efectuó el 25 de febrero de 1964, en el Centro de Convenciones de Miami Beach. Pocos expertos le dieron oportunidad de ganar a Clay, pero Cassius consiguió la victoria con su técnica que él mismo había definido como “floto como una mariposa y pico como una abeja’’. Un año después, con su nuevo nombre Muhammad Ali, le dio la revancha a Liston y lo superó en el primer round con uno de los nocauts más bonitos de la historia, un golpe que se le llamó “la mano fantasma’’.

LIDERAZGO

Ali defendió su corona en diversas ocasiones hasta que por su negativa a participar en la guerra de Vietnam apelando a sus crencias religiosas, fue despojado de su título en 1967.

El entonces joven pugilista dio ejemplo de liderazgo al rechazar la guerra como salida al conflicto y se convirtió en símbolo de resistencia contra el racismo.

Cuando llegó el día de presentarse al centro de reclutamiento en Houston, el 28 de abril de 1967, el teniente Steven Dunkley le pidió tres veces que se pusiera de pie cuando se le llamara por su nombre de nacimiento, pero se negó. Las consecuencias no tardaron, pues una hora después de evadir el reclutamiento, la Comisión Atlética de Nueva York le había suspendido su licencia para boxear.

Durante el proceso legal, el juez Lawrence Grauman recomendó que se le otorgara la objeción de conciencia, pero el Departamento de Justicia exhortó a la corte de apelaciones de Kentucky que la petición de Ali fuera negada. El jurado lo declaró culpable y el juez le dictó una sentencia de cinco años de prisión con diez mil dólares de multa.

Aunque fue liberado bajo fianza y no fue encarcelado, Ali estuvo bajo vigilancia del FBI, su pasaporte fue confiscado y no pudo pelear por tres años y medio esperando por su apelación al Tribunal Supremo, que en 1971 terminó por darle la razón. Se estima que durante este tiempo dejó de ganar varias peleas y millones de dólares.




Ali se mantuvo dando disertaciones en escuelas y universidades respaldando la causa antibélica de la década del sesenta que impactó y movilizó a millones de personas para convertirse en el movimiento de protesta más poderoso en la historia de este país.

En un acto de honorabilidad, Ali arrojó la medalla olímpica conseguida en 1960 al río Ohio, luego que le negaran la entrada a un restaurante exclusivo para blancos.

Hasta ese momento ninguna personalidad —ni siquiera el líder de los derechos civiles Martin Luther King— se había pronunciado públicamente contra la guerra. Su osadía lo transformó en héroe en Estados Unidos y otros países del mundo, logrando que millones siguieran sus pasos.

Tras su retorno al boxeo, el presidente Gerald Ford lo invitó a la Casa Blanca, gesto que se consideró como una señal de reconciliación.

SEGUNDA ÉPOCA DE CAMPEÓN

En su segunda etapa de monarca, Muhammad Ali se enfrentó a varios pugilistas de calidad, antes de iniciar una sensacional trilogía de combates contra Joe Frazier, quien le quitó el invicto en 1971 en el Madison Square Garden, en Nueva York.

La segunda pelea contra Frazier fue en 1974 y la tercera en 1975 en Manila, Filipinas, denominada “Thrilla in Manila”, considerada una de las mejores de la historia.

Sus otros dos grandes rivales fueron el noqueador George Foreman y Ken Norton. Con George, Ali protagonizó el llamado “Combate en la Selva”, capturando los títulos pesados de la Asociación y Consejo Mundial de Boxeo por nocaut en el octavo asalto con su estrategia de apoyarse en las cuerdas y dejarse golpear hasta cansar a Foreman, para luego lanzar un feroz contraataque.

En esta pelea con Foreman, a su preparador cubano Luis Sarría se le retrasó el avión en que viajaba desde París hasta Kinshasa, la capital de Zaire donde se iba a celebrar el pleito. La confianza que tenía Ali con el antillano era tanta que se negó subir al cuadrilátero hasta que no lo viera entrar al estadio.

Treinta y siete minutos después cuando Sarría entró al campo de fútbol convertido en Arena, Ali subíó al ring junto a él y Dundee para protagonizar una de sus grandes batallas.

En una etapa cuando ya nada tenía que hacer en un ring, Ali sumó tres de sus cinco derrotas (56-5) ante sus compatriotas Leon Spinks, Larry Holmes y Trevor Berbick. Ellos no vencieron al verdadero Ali, derrotaron a su sombra.

Para muchos, su mayor victoria fue aquella en la que no necesitó utilizar sus puños. Sólo su integridad. 




RETIRO Y CULTURA POPULAR

Tras su retiro profesional, Ali comenzó la batalla más dura de su vida contra el Mal de Parkinson. Ante este mortífero rival, se mantuvo de pie en el centro del ring. En su fragilidad que se acentuaba dia a día más demostró ser más fuerte, siendo un ejemplo para las personas con enfermedades degenerativas.

Ali y su esposa, Yolanda Lonnie Williams, reunieron fondos para abrir el Muhammad Alí Parkinson Center en Arizona. También realizaron una incesante labor humanitaria en favor de otras causas: Ali intervino en la liberación de 15 rehenes en Irak y participó junto con un grupo de estrellas en la campaña “Salvar a los Niños”, contra el hambre en África. Varios productos en la página oficial del Muhammad Ali Center aún se destinan a estas causas.

En 1996 fue elegido para inaugurar los Juegos Olímpicos de Atlanta donde demostró su espíritu indomable ganándose el respeto de millones de personas que vieron como mantuvo la antorcha en su brazo sin fuerza. En 1998 fue designado mensajero de la paz por las Naciones Unidas. Otras organizaciones que sigue promoviendo con su nombre son el Muhammad Ali Center, Muhammad Ali Parkinson Center at Barrow Neurological Institute y el Muhammad Ali Institute at the University of Louisville.

Su influencia en la cultura popular ha sido relevante. Posee una estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood, cerca de treinta libros han sido escritos sobre su persona, ha sido mencionado en innumerables canciones, fue protagonista en varios documentales y actor en la película Freedom Road.

Ali, que se casó cuatro veces, tuvo siete hijas y dos hijos. Él sobrevivió a su entrenador principal Angelo Dundee, a su hombre de esquina Drew “Bundini” Brown y al oponente más feroz que tuvo en su ilustre carrera, Joe Frazier.

La personalidad avasallante de Ali lo convirtió en una figura controvertida dentro de la sociedad estadounidense. Se le criticó por su rechazo a servir al ejército de su país durante la Guerra de Vietnam, por su autopromoción constante y las burlas verbales hacia sus rivales, por unirse en 1964 a la organización “Nación del Islam” y su amistad con figuras radicales, entre ellas Malcolm X.

Pero Ali fue admirado por millones de personas en todo el mundo por el valor de su prédica sobre los derechos de los negros y las minorías durante una etapa de segregación racial en Estados Unidos. Gracias a su aporte, el afroamericano ha visto su figura respetada en el mundo del deporte.

Amado por muchos y odiado por otros. Así fue la vida de este genio del boxeo —ícono de la cultura popular—, considerado por muchos como “el más grande de todos los tiempos”.

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