Maximiliano Gutiérrez, 39 años de un récord.



por Victor Manuel Blanco.


Le tocó vivir una época dorada del béisbol cubano, se codeó con los mejores lanzadores de su época. Sin embargo, aquel zurdo menudo que con escasos 16 años integrara el equipo Vegueros, logró incluir su nombre en la historia de este deporte.

En la temporada 1977-1978, Maximiliano Gutiérrez lanzó 47,1 entradas consecutivas sin permitir carreras, un récord que casi 39 años después parece imposible de romper.

Alejado tempranamente de la lomita por una lesión, Maximito o Mirringuita, como cariñosamente le apodaron durante su carrera, ganó 62 juegos y perdió 47 en series nacionales, promediando para 2,57 carreras limpias.




Con este hombre de carácter desenfadado y hablar sin cortapisas, conversé cerca de dos horas sobre su vida como jugador y los derroteros actuales por los que atraviesa nuestro pasatiempo nacional.

¿Cómo fueron los primeros pasos de Maximiliano Gutiérrez por el béisbol?

"En 1969 me seleccionan para integrar la Eide Ormani Arenado, en el '70 paso a la ESPA nacional donde jugué por cuatro años en los juveniles y de ahí al equipo nacional de primera categoría. En 1972 hago por primera vez el 'Pinar del Río´".

Tengo entendido que al principio te fue un poco difícil habituarte al béisbol de mayores.

"Sí, porque estaba muy joven, pero gracias a los entrenadores ya el segundo año fue más fácil. Pienso que me impuse y logré confianza en mí mismo".

Hay una anécdota muy curiosa acerca de tu primera aparición en series nacionales. ¿Qué pasó en esa ocasión?

"Nosotros teníamos un mánager llamado Lázaro (Lacho) Rivero que me trae a lanzar con las bases llenas contra un bateador camagüeyano de apellido Galiano, yo nunca había estado en un estadio lleno con tanta gente encima de mí.

"Cuando me empezaron a gritar sentí un arranque y golpeé al hombre que estaba haciendo swing en el círculo de espera, me sacaron llorando de allí, pero había algo en mí desde pequeño que me impulsaba a luchar por llegar.




"Al terminar el juego le pregunté al mánager dónde era el próximo partido y me respondió que en Consolación del Sur contra Citricultores. Le pedí la bola y me puso a lanzar, y lo gané una por cero. En lo adelante, todo fue fácil en el sentido de que perdí aquel miedo de novato".

¿Cómo recuerdas aquella primera serie que Pinar gana en la temporada 77-78?

"Fue grande, teníamos muy buen equipo, aunque todos en general estaban fuertes, pero éramos un tren, grandes bateadores y un cuerpo de picheo envidiable, hoy salía uno y cerraba y mañana otro y hacía lo mismo.

"A veces jocosamente entre nosotros decíamos: 'que falta hace que le caigan a palos a este para poder uno lanzar´. Ahí habían pícheres que lanzaban hasta 15 entradas seguidas".

¿En 1978 tu carrera tuvo un giro inesperado. ¿Qué pasó ese año?

"Sufrí una lesión en una moto, me llevé una luz roja y choqué contra un camión fracturándome la clavícula, pensé que no lanzaba más. Después que me quité el yeso comencé a correr pero no podía tirar, hablé con José Joaquín Pando, que era mi entrenador, y le dije que no podía más pero él me dijo 'tú si vas a lanzar'.

"Empecé a tirar y a tirar, y llegó el momento en que me decidí a ponerle a la bola y no me dolió; faltando un mes para la Serie Nacional me confirmó que ya estaba listo, esa fue mi mejor temporada".

Tanto así que ese año consigues implantar un récord de 47,1 entradas consecutivas sin permitir carreras, una proeza a la que 39 años después nadie ha logrado siquiera acercarse. ¿Cómo recuerdas ese hecho?

"Comienzo contra Villa Clara, luego vino el equipo Habana y le doy nueve ceros, de ahí vamos para Camagüey y hago lo mismo, el próximo juego fue en la Isla y en 11 entradas le gano a Pablo Pérez 1x0. Terminamos allá y a los cuatro días le lanzo a Henequeneros, que era un equipo bien fuerte, empiezo a darle ceros y en el octavo inning cuando saco el segundo out, veo que el equipo completo sale para donde estoy yo a felicitarme, ahí me di cuenta que había roto el récord de más entradas lanzadas sin permitir carreras.

"Termina aquel partido y vamos para Santiago, a ellos yo le lanzaba muy bien, ya estaba sacando incluso cuentas de cuántos ceros les iba a colgar, pero el 'Prieto' Páez, coach de nosotros, me dijo: 'ya tú has dado muchos ceros, espera a regresar a Pinar'. Como dicen, sabe más el diablo por viejo que por diablo. Me ponen a lanzar y en la misma primera entrada me cayeron a palos.

"Regreso a Pinar y le lanzo a Matanzas y le doy lechada y lo mismo hice tres días después contra Mineros. Me pasó por no hacerle caso a los viejos.

"Nadie sabe el sacrificio que hay que hacer para lograr un récord, mantenerlo por todos estos años creo que es lo máximo porque nadie más lo ha logrado hacer".




¿Crees que algún lanzador actualmente podría romperlo?

"Todo puede suceder, pero yo creo que no, porque si en casi 39 años han pasado tantos grandes lanzadores y no lo consiguieron, es bien difícil ahora que hemos ido para atrás. Con el sistema de picheo y el régimen de lanzamientos que hay, no creo que alguien pueda".

Después de la lesión apenas llegabas a las 83 millas, ¿cómo te las arreglabas para dominar con esa velocidad?

"Aprendí a tirar tenedor, nudillos y cambio, que ya casi no se usa ahora. Además, poseía algo muy efectivo: el control, yo ponía la bola donde quería.

"Tenía otra cosa que ya no hacen los lanzadores: me fijaba mucho en los bateadores, si sabía que al otro día iba a lanzar yo me iba para las gradas a mirar".

Algo que caracterizó tu carrera deportiva fue el dominio contra bateadores zurdos. ¿Qué hacías para lograrlo?

"En eso me ayudó mucho Pando, que fue segunda base en las ligas profesionales, pero se especializó como entrenador de lanzadores.

"Me fijaba en un pícher llamado Mario Fernández, lo analizaba y me daba cuenta que cuando le tiraba lateral o tres cuartos a los bateadores zurdos eso los incomodaba.

"También en aquellos tiempos los lanzadores bateaban, por lo que yo veía que esos lanzamientos me eran difíciles. Me dije entonces que si a mí me pasa esto, es posible que también al bateador zurdo que yo le pichee le suceda igual".

Otro aspecto por el que te recuerdan quienes te vieron jugar era que te gustaba caminarle a los bateadores.

"Les hablaba y les decía a veces palabras fuertes porque eso incomoda al bateador, son estrategias que uno usa, todo lo que se hace con genio se hace mal, por eso yo nunca les tiraba la bola al medio, se las lanzaba a las esquinas.

"Con Capiró tuve una vez una discusión. Después que se acabó el juego vino a buscarme y supe pasarle la mano, –dice entre risas– hoy es uno de mis grandes amigos".




¿Crees que se fue injusto contigo a la hora de conformar el equipo Cuba?

"Hice el equipo B a la Copa Intercontinental y algunos otros torneos, estaba consciente que tenía un gran lanzador delante que era Changa Mederos, ese era una torre que no era fácil tumbarla, él fue el mejor pícher zurdo que pasó por esta pelota.

"Cuando aquello, nada más iba un lanzador zurdo al Cuba, luego, cuando él desaparece, también yo iba en descenso".

Algunas personas son del criterio que te retiraste muy temprano del béisbol, ¿que te llevó a tomar esa decisión?

"Me retiro porque debido al golpe creé una bursitis, me inyectaba un rato antes del juego con hidrocortisona, y a las ocho no me sentía nada.

"Iba al box con los bolsillos llenos de aspirinas y cada vez que tiraba un inning masticaba dos. Eso no lo sabía nadie, porque si se enteraban no me ponían. Llegó el momento en que decido retirarme porque la hidrocortisona afecta al corazón".

¿Qué haces a partir del año '84 cuando te alejaste del béisbol?

"Fui a estudiar microelectrónica a Alemania, después regresé y estuve solo seis meses ejerciendo esa profesión, entonces seguí como entrenador en las áreas deportivas hasta que desde hace algún tiempo soy el presidente de la Subcomisión Provincial de Béisbol, atendiendo a los atletas retirados".

¿Consideras que en la actualidad los jugadores se entregan menos que los de antes?

"No puedo generalizar, pero creo que ya no hay una entrega total como la teníamos nosotros que jugábamos con menos posibilidades y menos atención.

"En mi caso cuando perdía un juego llegaba a la casa y no se me podía ni hablar, eso lo tenía en la cabeza dos y tres días hasta que venía a lanzar otra vez y ganaba, ahora salen para la calle muy normal: no les importa el resultado".




¿Hay diferencia entre la preparación que ustedes hacían y la de ahora?

"Siempre he dicho que los lanzadores de ahora se lesionan porque el entrenamiento es muy malo. Antes se picheaba sin limitación de lanzamientos, recuerdo que Guerra una vez lanzó dos juegos seguidos.

"Teníamos un sistema de entrenamiento de correr lomas, gradas y carreras de larga distancia por dentro del monte.

"Recuerdo, incluso, que a veces veníamos de La Habana y Pando nos bajaba en La Conchita y nos decía 'arriba, los lanzadores hasta el estadio´, y ahora yo no veo eso.

"En la actualidad corren en una superficie plana, cinco, seis, 10 carreras y terminan, eso no es un entrenamiento. Hay que entrenar fuerte. Nosotros cuando terminábamos nos sentábamos en la acera por el cansancio, pero al otro día salíamos enteros y lanzábamos casi diariamente".

¿Contento con tu carrera? ¿Con el récord?

"Estoy muy contento con todo, pero qué quisiera para estar más feliz, que hubiese más apoyo hacia las glorias deportivas, porque nosotros somos el espejo de estas nuevas figuras".

Tomado de Guerrillero.

Comentarios

  1. Siempre supe que el record era de 46.1 innings...y ahora aparece 1 más....de todas manera no importa, pero sería bueno rectificar...

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