Serie Sub 23 a las puertas de la definición


Por Aliet Arzola.

Estamos a una semana de que la Serie Nacional Sub-23 defina sus cua­tro semifinalistas, tan solo un mes después de que arrancara el tor­neo. Muy poco tiempo ha durado un certamen que, se supone, ten­ga incidencia crucial en el crecimiento cualitativo de nuestro sistema de competencia en el béisbol.

Con un número de jugadores con­tratados en Japón, Canadá e Ita­lia, además de múltiples solicitudes de bajas por diversas razones, el ve­nidero clásico de las bolas y los strikes, máximo espectáculo deportivo de la nación, recibirá nuevamente la inyección de un gran gru­po de mu­chachos que ahora su­dan la camiseta en la casi inadvertida lid Sub-23.




El hecho de que esos jóvenes solo efectúen 36 partidos frente a tres escuadras de su mismo grupo, sin con­frontar con el resto de los territorios, demerita bastante a un evento que luego de tres temporadas debe plantearse crecer exponencialmente en aras de sacarle verdadero provecho.

Si los hombres de Artemisa solo ven a Pinar del Río, La Habana e Isla de la Juventud, por ejemplo, tienen un abanico muy reducido de experiencias y corren el riesgo de caer en el inmovilismo, porque se adaptan a enfrentar nada más que tres sistemas de juego, sin medirse al poder robador de los camagüeyanos, al bateo de largo metraje de Matanzas o al pitcheo villaclareño.

Este mal se padece en cada zona, y no pensemos en ello como un de­talle sin importancia, porque lue­go repercute en la fugaz postemporada, que contará, como máximo, de seis partidos por cada uno de los fi­nalistas. La cuestión es sencilla, si no se conoce al contrario, si nunca lo hemos visto, son infinitamente me­nores las opciones de plantear una estrategia correcta basada en el estudio, primordial en el béisbol moderno, incluso, en las categorías inferiores.

La consecuencia al final es el daño al espectáculo, pues con tales deficiencias no se puede aspirar a tener un béisbol de mediana calidad en las instancias decisivas de un campeonato que, repito, está llamado a ser la verdadera antesala del principal certamen de pelota en el país, ya sea la Serie Nacional o una Liga Cubana que se juegue en el invierno, como en las potencias caribeñas.




Por ahora, nos queda esperar la definición de los cuatro clasificados a la postemporada, carrera en la cual Villa Clara, Artemisa, Ciego de Ávila y Santiago de Cuba llevan ventaja en sus respectivas llaves, aunque todavía el panorama no se ha despejado y los tres últimos pueden sufrir sofocones teniendo en cuenta sus ventajas mínimas.

Este parece ser el año de los villaclareños, líderes indiscutibles del apar­tado B, aunque la suerte de unos playoffs muy cortos y sin margen de error puede pasar factura al más favorito de los favoritos. Sin em­bargo, precisamente el hecho de en­frentar series breves puede ser ventajoso para los naranjas, cuyo pitcheo dispone de varios efectivos has­ta el momento fenomenales. Ade­más, su bateo se coloca entre los mejores del certamen, combinación capaz de catapultarlos hasta la cima.

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