El Rey pica.


Además de mejor ofensiva y certero pitcheo, los santiagueros defendieron mejor que sus rivales.  Autor: Ricardo López.


Por Raiko Martín

Un torrencial aguacero amenazó con posponer la fiesta, pero los encargados de garantizar la puesta en escena hicieron «magia» sobre el diamante, donde en poco más de tres horas las Avispitas tuvieron su vuelo de consagración. Con par de aguijonazos, uno de ellos fuera del panal, hicieron bueno el refrán, y a su tercera llegada a la postemporada de la Serie Nacional, categoría sub-23, conquistaron un cetro que hace suspirar a una indómita afición hace rato huérfana de títulos beisboleros.




Para acariciar la añorada corona, los dirigidos por Eriberto Rosales contaron otra vez con una excelente faena monticular, esta vez firmada por el derecho Virgilio Moroso, quien abrió el octavo capítulo con apenas tres imparables permitidos a la ofensiva artemiseña. Cuatro más soportó en esa entrada, pero los aprendices de Cazadores no supieron aprovechar el momento y apenas lograron evitar la segunda blanqueada en el tramo final.

Esta vez, el ataque de los anfitriones sumó siete oportunos imparables para respaldar con solvencia el trabajo del staff de tiradores, que tuvo en Yosiel Serrano un cerrojo de garantía. En la misma apertura, y frente a los envíos del zurdo Geonel Gutiérrez —uno de los lanzadores participantes con más experiencia entre mayores—, pusieron a funcionar el pizarrón del Guillermón Moncada. Aprovecharon del desliz del camarero Randy Viera después de un intento de sacrificio, llenaron las bases, y un elevado del jardinero Yeri Martínez sentenció la ventaja.

El mismo jugador, pero con una rolata al cuadro, ayudó a facturar la que a la postre bastaría para el triunfo, empujando a Yoelkis Guibert, quien había anclado en el tercer cojín gracias a un batazo de tres bases. A la altura del sexto episodio, par de cohetazos sacaron del box al abridor visitante, mas el rescatista Michael Ortiz, ponchador de cinco rivales en casi tres innings de actuación, no pudo evitar las otras dos rayas que pusieron cifras definitivas al marcador.




El desenlace, sin dudas, premió al elenco más consistente de todo el certamen. Sin partir como favoritos al trono, los santiagueros cubrieron el calendario regular con 24 triunfos en 36 presentaciones, cota inalcanzable para el resto de los aspirantes.

Con esa cosecha lideró la llave D del torneo y garantizó la sede del pulso semifinal con la tropa de Ciego de Ávila —líder del grupo C—, frente a la que necesitó apenas par de desafíos para garantizar la posibilidad de mejorar la ubicación en el cuarto escaño que negociaron en las dos ediciones previas.

Ya en el tramo definitorio, se colgó de los brazos de Ulfrido García, Moroso y Serrano, quienes apenas permitieron una carrera en 18 entradas a la armada artemiseña. Así, garantizaron un esperado regalo, previo al anuncio hoy de la nómina, bajo las órdenes de Reutilio Hurtado, en la que pudieran repetir varios de los recientes campeones. Y quién sabe si picarán en otros cielos.

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