José Fernández y Aledmys Díaz, dos estrellas cubanas unidas por fuertes lazos de vida.

Desde Cuba José Fernández y Aledmys Díaz son excelentes amigos.
Web ScreenShot.

Por Jorge Ebro.

Tres puertas y dos años, esas eran las únicas distancias físicas y temporales entre José Fernández y Aledmys Díaz, a quienes les unen vínculos humanos irrompibles, de esos que duran toda una vida.

Cuando a partir de este lunes el lanzador de los Marlins y el torpedero de los Cardenales se fundan en un abrazo de hermanos durante el inicio de la pausa estelar en San Diego, sucederá entre ambos el ritual de siempre, lleno de recuerdos y visiones.




"Imagínate, nos sucedieron tantas cosas juntos y éramos tan pequeños que cada vez que nos reunimos caemos en esa trampa de la memoria'', comentó Fernández, quien creció en el mismo barrio que Díaz en Santa Clara. "Una vez veníamos de terminar de entrenar en una bicicleta y nos fuimos de frente contra la calle. Por poco nos pasa un carro por encima''.

Amigos inseparables dentro y fuera de los terrenos, las familias se reunían para celebrar juntos los cumpleaños de los dos chicos, pues a ambos los separaba un día de nacido: el 1 de agosto de 1990 Díaz y el 31 de julio de 1992 Fernández.

Sin embargo, nadie imaginaba la tremenda influencia del Padre de Díaz, Rigoberto, en el futuro de Fernández, quien actualmente es contemplado como uno de los mejores pitchers de Grandes Ligas.

"Si hoy estoy aquí, si soy pelotero de las Mayores, se lo debo a él'', reveló Fernández sobre el padre de Díaz. "El otro día cuando mi mamá me dijo que Aledmys también iba al Juego de las Estrellas hablamos de eso. Fue el papá de Aledmys el que convenció a mi mamá para que me dejara ir al terreno y jugar pelota. ¿Cómo puedo olvidar eso?''.

Rigoberto tampoco podía saber por aquel entonces que estaba inoculando la pasión del béisbol en dos futuras estrellas, en dos niños que según sus propias palabras "nunca jugaron con juguetes. Tomaron el béisbol muy en serio. Tenían un bate y una pelota todo el tiempo''.




Ese mismo tiempo se encargaría de fijar el porvenir de una manera casi novelada, llena de riesgos y caminos, como el de Fernández, quien luego de varios intentos de fuga y varios días de prisión lograría escapar de Cuba con 14 años en el 2007.

Los Marlins lo eligieron en el Draft del 2011 y ganaría el Premio de Novato del Año en el 2013 rumbo hacia un firmamento -no falto de contratiempos- que todavía no ha alcanzado su mayor grado de brillo.

Díaz, por su parte, se convirtió en figura del Villa Clara y luego la escuadra nacional antes de escapar en el 2012 de una delegación a un torneo en Holanda, donde comenzaría un complicado periplo que finalizaría con una firma de $8 millones con San Luis.

Hoy, después de tantos avatares, de tantas luces y sombras, la vida vuelve a reunir a aquellos niños que no deseaban otra cosa que jugar pelota, sin pensar en un encuentro bajo la etiqueta de estelares.

"Me alegro tanto por Aledmys, porque sé cuanto le ha costado llegar hasta aquí'', recalcó Fernández. "Sin duda, esto es un premio y un honor para los dos. Menos mal que aquello de la bicicleta no terminó en accidente''.

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