Por Víctor Joaquín Ortega.
Las estadísticas que conquistó Martín Dihigo en los escenarios beisboleros son tesoro de la patria y la humanidad. Asombran, enorgullecen y lo mejor: él, como hombre y como pelotero, está por encima de ellas. En su gran pecho crecen los pechos de los meros mortales. Por algo, realmente por mucho, lo llamaban El Inmortal. Y no hay exageración: la muerte jamás no los podrá quitar.
Lo escogieron para el Hall de la Fama (3 de febrero del 1971), aunque la estupidez racista le impidió llenar de glorias nuevas las Grandes Ligas. Con esta exaltación, se incrementó el prestigio, precisamente, en el altar beisbolero de Cooperstown. Aunque no olvidamos el dolor causado por aquel veto perverso. Al fondo de la selección llega muy bien Alfredo Santana, uno de los biógrafos del astro: “…una operación a lo Pilatos, se dieron un simple enjuague de manos, intentando cubrir las apariencias…”
Citemos el Hall of Fame Fact Book Sporting News de 1982: “Martín Dihigo ha sido el mejor jugador all around que ha dado el béisbol por su facilidad para desempeñarse en cualquier posición”. Profundiza Cool Papa Bell, otro grande de la pelota negra: “Dihigo fue el jugador más completo que vi. Una superestrella en la posición que jugara. Algo así como un Oscar Charleston en el centerfield, un Judy Jonson en tercera, un Buck Leonard en primera o un Henry Sam Lloyd en el campo corto. Fue el mejor entre todos nosotros y cuando no lanzaba generalmente ocupaba entre el tercer y quinto turnos en el orden al bate”.
Nació el 25 de mayo de 1906 en el ingenio Jesús María (Cidra), Limonar, Matanzas, hijo de Benito Dihigo, sargento del Ejército Libertador, y de Margarita Llanos. La rectitud del hogar, esa sangre mambisa, pesaron en su ética, en su lucha contra las injusticias, su oposición a las tiranías de Machado y Batista, el apoyo al bregar del Partido Socialista Popular y del Movimiento 26 de Julio, la defensa a la verdad y el decir lo que pensaba costara lo que le costara.
Napoleón Heredia, estelar tercera base, expresó de Don Martín: “…lo hacía todo bien en un terreno de pelota y era excelente persona en su vida privada”. El pelotero y manager norteamericano Billy Herman dijo: “Si el lanzador Newcombe ha ganado 28 juegos en una temporada en esta época, Dihigo hubiera ganado 35 en sus tiempos…” Se refería a las Mayores. Según los entendidos, es el más brillante utility o el mejor camarero de las Ligas Negras.
El profesor Juan Ealo aseguraba: “…es el pelotero más grande que he visto jugar en un diamante en Cuba”. Eladio Secades manifestó en las páginas de Bohemia: “Cuando suene el momento de señalar al jugador más grande de nuestra patria, no aquí ni allí, no en esta especialidad ni en la otra, sino en conjunto, el honor hay que entregárselo en bandeja de plata a Martín Dihigo”. . Murió el 21 de mayo de 1971 en el pueblo cienfueguero de Cruces. En el cementerio de este pueblo descansan sus restos. Su centenario no fue celebrado en su patria como merecía.
Estadísticas de fuego
Los números, a pesar de ser ardientes en su caso, son demasiado fríos para encerrar tanta humanidad, y son tantos y valiosos sus récords que el espacio lógico para este texto no permiten desplegarlos. Aquí van algunos. En la Liga Profesional de su país lanzó en 262 juegos, completó 121, ganó 107 y perdió 56, para promediar 656. Líder sobre el box en tres ocasiones: 1935-1936, 1938-1939 y 1943-1944 con 11 – 2,14 – 2 y 8-1; en la última oportunidad agregó el más bajo promedio de carreras limpia: 2.23.
Con el bate consiguió un average de 295 al conectar 619 incogibles en 2095 veces. Disparó 95 tubeyes, 45 triples y 20 cuadrangulares. Robó 73 bases. Campeón de bateo en la temporada 1935-1936 con 358, título que agregó a la del número uno encima de la lomita. Bateó 300 o más durante diez torneos. Cuatro veces escogido como el más útil.
En México, average superior como pitcher de por vida: 119-57 para 676. Mejor porcentaje de carreras limpias en un certamen: 0,90 con el Águila en 1938. En tres oportunidades resultó líder de pitcheo y en cuatro encabezó la de los más ponchadores.
Placa conmemorativa de Dihigo en el Salón de la Fama de Cooperstown. (Foto: http://exhibits.baseballhalloffame.org) |
En las Ligas Negras logró 453 hits en 1 435 veces para 316 de average. Consiguió 53 dobletes, 18 triples y 64 jonrones y estafó 32 almohadillas. Campeón de los bambinazos en 1925, 1935 y 1936.Superior promedio de bateo en este último año. Desde el box, 27 victorias frente a 21 reveses para 563. Propinó 126 ponchetes y concedió 61 boletos. En cuatro salones de la fama: Cuba, México, Venezuela y EE.UU.
Con lo mejor de su pueblo
Al lado siempre de lo mejor de Cuba, se identificó con el Partido Socialista Popular y está demostrado su apoyo -incluso monetario- a los expedicionarios del Granma. Incomprendido y subestimado jamás se alejó de la Revolución: era su Revolución y sabía que los olvidos y maltratos recibidos venían de individuos y no del proceso.
Aquí agrego parte de mi ponencia Tenemos que dar el escón (publicada en Calibán) que se refiere a este y otros errores:
El Inmortal tampoco se salvó a pesar de ser el pelotero cubano más completo de todos los tiempos y poseer una posición de izquierda desde antes del triunfo de la Revolución: ni manager o instructor, ni siquiera “gustó” como comentarista. Martín Dihigo sabía mucho, decía verdades que molestaban a farsantes o desconocedores, a ignoprostitutas que molestan no solo en el pasatiempo nacional. Debió “conformarse” con enseñar a niños en el Círculo Social José Antonio Echeverría.
Carlos Rafael Rodríguez, el 18 de mayo de 1981,después de perfilar “…la disposición política de Martín y su participación ideológica en la lucha de las izquierdas, como un hombre capaz de asimilar las ideas del Partido Socialista Popular…` recuerda que `…cuando Martín llegó a La Habana, después, en el proceso posterior de la Revolución, nosotros insistiéramos con los dirigentes del béisbol para la incorporación activa de Martín, desde el punto de vista técnico, al béisbol que nosotros queríamos constituir…
“Se hicieron aquellos intentos, Martín creo que estuvo haciendo comentarios beisboleros por la televisión en alguna época y asistiendo también técnicamente al béisbol. No sé si hubo algunas dificultades: Martín era también de un carácter firme, de una naturaleza poco dada a una disciplina que no fuera acompañada de una concientización, de una convicción propia.
“Puede ser que esto haya influido un poco en su apartamiento. Influyó, además, el hecho de que nosotros en todos los deportes -boxeo, baloncesto, voleibol…- hemos echado mano a los mejores técnicos, pero en el béisbol hemos tenido un poco de renuencia a depender de los profesionales, que en este terreno son los mejores técnicos,- lo que retrasó durante unos años el béisbol cubano-…”
Se utilizaron – y no todos-, con la espada de la sustitución bien afilada para usarla en cuanto se pudiera, muchos de ellos por debajo de sus posibilidades, asesores de gente que sabía bastante menos y hasta advenedizos: acuérdense de Natilla como asistente de Borges quien, inteligente y carismático, con don de mando e intuición, aprendió, consiguió victorias, cierto, agrandadas por los medios:… pues … mientras minimizaban el apoyo de sus guías y los logros de otros, silenciaban y hasta aplaudían los errores del mentor novato; entre ellos, escoger a quien deseaba por encima de lo lógico y lo justo: ¡un softbolista en el colectivo beisbolero a un tope internacional, un lanzador que no había ocupado la lomita al gran nivel!
A Servio Borges se le entregó poder administrativo y político inmenso que le dañó y nos hizo daño, error criticado por mí en el periódico Tribuna de La Habana. Además, mandaba como se manda un campamento…Después de un dudoso revés en los Centroamericanos, despojado de todos sus cargos, estuvo al frente del deporte en la Universidad de La Habana. Rescatado, volvió a dirigir triunfalmente en la Serie Nacional. Con posterioridad, lo enlazaron de nuevo a una barbaridad: nombrado manager de la selección a un evento internacional, estando fuera del ambiente beisbolero, en sustitución de quien lo había hecho bien: Alfonso Urquiola, a quien todavía deben la explicación.
La vida, la vida… ¡Qué interesante! No pocos de esos geniecillos tan llenos de “pureza, disciplina y amor” terminaron bien lejos, hasta zambullidos en Miami o amarrados a las bebidas alcohólicas, del ron al tequila, en tanto muchísimos de “aquellos posibles deformadores” continúan en la patria dando lo que pueden por ella o murieron con el deporte en medio del pecho. Jamás se lo pudieron arrancar. ¿Para qué hablar de las tareas, los objetivos y la residencia actual del zar Valdés? No todos aquellos jóvenes terminaron mal y estas opiniones no van contra ellos en lo fundamental y sí contra una política injusta, equivocada y corruptora. Sea especie de autocrítica el reconocimiento a hombres como Jorge Fuentes a quien en una ocasión sitúe en la misma categoría cuando su actuar, su rigor y su saber son bien distintos…
Deseo finalizar mis líneas con los versos de Nicolás Guillén en Elegía a Martín Dihigo:
Así como después de una tormenta/el guardabosque sale/ para saber cuál ácana/cuál guayacán, cuál ébano/ cayó derribado por el viento,/ así como yo me detuve ante su cuerpo,/ tronco de ramas frescas, húmedas todavía/ y lloré su caída./ Ahí viene./Se lo llevan./Con la fuerte cabeza reclinada/en su guante de pitcher va Dihigo./El rostro de ceniza (la muerte de los negros)/ y los ojos cerrados persiguiendo/una blanca pelota, ya la última./ Silencio./Callados los amigos./ El cortejo/pisa calles de fieltro. / Ojos enrojecidos miran de las ventanas. /Está hecha de lágrimas la tarde.
Hay una gran diferencia entre el Partido Socialista Popular y el Partido Comunista que lo apartó.
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