Siempre volvería a ser pelotero

Urbano González:  la pelota es más que un juego, es una forma de vivir.

Por Liz Martínez Vivero.

A sus 12 años de edad, probablemente para Urbano González no se vislumbraba otro camino lejos del agotador trabajo en el campo. Aunque por las venas le corría el gusto por el béisbol, este parecía un sueño lejano, apartado de su realidad más concreta.

En su hora de descanso él jugaba a ser pelotero, pero ni por la cabeza le pasaba que esa pasión algún día se materializara.




«Pipo era quien me tiraba las pelotas. Entre mi casa y la del dueño de la finca, el ancho de esas dos calles era nuestro terreno. Recuerdo que mi papá me decía que si se iban de foul tenía que subir a arreglar la teja. No fallaba ni un rolling, por duros que vinieran. También me decía que me quitaba el juego una semana, figúrate, aquella era mi vida...», dice.

—¿Cuándo empieza a jugar profesionalmente?

—En la finca Aguirre existían tres terrenos para jugar pelota en aquel entonces. También la fábrica de dulce de guayaba tenía un equipo. Cuando el segunda base se partió una pierna vinieron a buscarme para sustituirlo y le cubrí el hueco. Allí estuve un año, dos años… después de eso paso para la Catalina de Güines, de la Unión Atlética Amateur, pero primero fui cargabates. El mánager que venía de La Habana se fijó en mis cualidades y allí me pidieron como pelotero, aunque, como dije, yo era el cargabates.

Urbano cierra los ojos, como buscando un recuerdo. Empieza a hablarme de una época «que vivieron mis abuelos», antes del triunfo de la Revolución, cuando incluso jugar pelota era un privilegio de ricos.

«En el momento en que triunfó la Revolución ya yo estaba en el equipo profesional. Había que dar batazos para clasificar ahí. El negrito Jiménez, de Güines, y yo nos colamos en aquel equipo. Todos los años yo formaba parte de la nómina, en Santo Domingo, cuando ganó el Curro pitcheando; ahí no estuve porque mi papá estaba enfermo. Recuerdo que en los entrenamientos los rollings venían para arriba de mí y yo no los veía; estaba en el terreno, pero ausente, solo pensando en mi padre».




—Coménteme sobre la Primera Serie Nacional.

—Jugué siempre con Occidentales. Primero al mando de Fermín Guerra. Yo era el primer bate porque siempre me embasaba. Ese fue el comienzo de los récords y buenos resultados. Recuerdo que estaba Tony Ortega en el campo corto, Osorio por los files… un equipazo de pelota con muchos deseos de hacer las cosas bien. Nos dejábamos llevar por el mánager siempre. A veces cuando él mandaba a tocar, después de hacer lo que él decía le comentábamos que no estábamos de acuerdo.

—En cuanto a públicos y aficionados ¿dónde es más complicado jugar?

—No sé, yo siempre estaba concentrado en una cosa: miraba el recorrido de la bola y sacaba los brazos, igual cuando venía el rolling «pa’rriba» de mí. No escuchaba nada de lo que gritaban en las gradas, ni siquiera a los contrarios. Pienso que todo el mundo estaba en función de ganar el juego, haciendo todo lo posible para que no saliera nada mal.

—¿Existían también indisciplinas en el juego?

—Siempre había peleítas, pero ahora observo que la gente pierde la paciencia. Están esperando la mínima cosita, para saltar. Si el ampaya (por la pronunciación cubanizada de umpire, árbitro en inglés) se equivoca, a los peloteros se les olvida que ellos también pueden equivocarse con una pelota mala y poncharse. Siempre me llevé bien con los ampayas. A mí me causaba problemas el slider cortico, pegadito a la tierra. Es verdad que yo tenía un récord que cuidar, pero figúrate, si las cosas no salían bien tampoco podía cogerla con los árbitros.




—¿Qué pitcher le resultaba más complicado?

—El zurdo Ciprián Padrón no sé qué tenía, pero se me hacía muy difícil. De los 67 ponches que me dieron, él me propinó unos cuantos. Sin embargo, a Manuel Alarcón, quien fue un gran amigo y un pitcher de primerísimo nivel, siempre le adivinaba los lanzamientos. Me decía «Urbano, el increíble», pues nunca me pudo ponchar. De Ciprián también recuerdo que tiraba por debajo del brazo. Una vez alguien me dijo: «Mira Urbano, lo llevo para ti». En el séptimo inning con tres en base, lo pusieron a calentar dentro de las malvas y me ponchó aquella vez.

—¿Por qué nunca se fue de Catalina de Güines?

—Cuando yo regresaba de cualquier competencia aquello era un mar de pueblo esperándome. No creo que eso suceda en muchos lugares. Todavía la gente me saluda con muchísimo cariño.

—¿Cuál es su opinión sobre la pelota cubana actual?

—Pienso que la pelota hoy necesita que la gente vuelva a pensar en ella. Hay que salir de la comodidad de los asientos y volver a esforzarnos para alcanzar resultados como los de antes. Hay que sentirla; la pelota es más que un juego, es una forma de vivir.

—¿Se siente satisfecho con lo que logró?

—Yo estoy feliz con lo que logré, con el cariño del pueblo, que no se olvida. Ahora ya no estoy jugando porque el tiempo ha pasado, pero la gente sigue saludándome con mucho respeto y piensan en mí como un ejemplo para los que están en activo. Eso vale mucho; por la mañana, por la tarde, por el mediodía yo siempre volvería ser pelotero.

Han pasado los años; desde los ojos de Urbano, sentado en su sillón, se adivinan emociones y hasta hoy es su portal un epicentro de debate deportivo cada vez que nuestra selección compite en suelo internacional.




Números de interés en su carrera deportiva

•Participó en 13 Series Nacionales. En 2 864 comparecencias al bate, pegó 792 hits, anotó 313 carreras, conectó 97 dobles, 18 triples, 18 jonrones, slugging de 342 y average de 277. Robó 14 bases, impulsó 320 carreras, recibió 244 bases por bolas, de ellas 54 intencionales, 41 desball y se ponchó 67 veces.

•Actuó en 754 choques, jugó 6 264,1 entradas, realizó 1 348 outs, 1 876 asistencias, cometió 158 errores en un total de 3 382 lances, para un averaje defensivo de 953.

Liderazgo en Series Nacionales

•Líder de los bateadores en la IV Serie (1965) con Industriales: en 156 veces al bate disparó 56 inatrapables, para un averaje de 359.

•Carreras Anotadas: I Serie (1962) con Occidentales: 19.

•Hits conectados: I Serie con  Occidentales: 40; IV Serie con Industriales: 56 y V Serie (1966) con Industriales: 76.

•Sacrificios de fly: II Serie (1963) con Industriales: 3, conjuntamente con Tomás Soto (Occidentales).

Comentarios

  1. Muy buen artículo, siempre recuerdo a Urbano como ejemplo de pelotero al campo, modesto en su quehacer diario, hombre de mucho tacto, el que gustaba batear por el centro, bueno en la tercera como en la segunda. Hablar de Urbano como de Cuevas o Ñico Jiménez es como recordar los verdaderos ejemplos en nuestra pelota nacional. Gracias, Esteban.

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