El pinareño Yosvani Peraza no se rinde y mantiene buen nivel en la liga de Italia.
Foto:RadioRebelde.
En condiciones normales, otros no habrían vuelto. Allí se encuentran, en la biblioteca del béisbol cubano, centenas de ejemplos de jugadores que viajaron al limbo. Sin embargo, Yosvani Peraza no ha dejado de creer. Es el misterio enlazado de un bateador que ama el juego.
El número 46 volvió al béisbol luego de una insólita separación en 2015. Desde abril juega en la Serie Federal A, con el Castenaso. Bateó 500 de average en la temporada regular y cinco jonrones. Ahora, su equipo se halla en medio del playoff y exhibe un 364 (4 en 11) un cuadrangular y cuatro remolques.
“Il nuovo gioiellino” (la nueva joya), dijo el general Manager de Castenaso, Massimo Bassi tras la contratación de Peraza por tres años.
Su más cercano objetivo es continuar jugando en Italia a sus 37 años. Pero existe una ilusión oculta y sempiterna.
“Si, si pudiera jugaba” le dice a OnCuba, y el “Pere” se refiere a su amado Pinar del Río.
“Para mí es un honor. Yo sigo sintiendo por mi equipo Pinar y por Cuba”, me confiesa.
Algunos olvidaron, quizá, que Peraza era un juvenil prodigio, triple corona en Mundial Juvenil de 1997, años de espera para jugar en Pinar, despunte del astro y ascensión sobre un poder no antes corroborado.
En diez temporadas en Cuba hizo 15 jonrones o más. Su swing era simple, pero con los trabajos de Hércules.
En 2005 arribó la etapa de escepticismo sobre su talento. Duda puesta en el preámbulo de las Olimpiadas de Beijing 2008, tras ganar un festival de jonrones en Corea.
“Pienso que podía haber integrado ese equipo, pero ellos tomaron la decisión y yo la respete. Igual creo que hice falta”, confiesa.
“Gané la competencia de jonrones, pero yo no estaba en el equipo ya, estaba eliminado”.
Tras la decepción, Peraza tuvo una temporada de 325 AVE- 26 HR, que sirvió para la reafirmación. Hasta que en el II Clásico Mundial conectó como emergente y ante Australia una línea que huyó por el jardín izquierdo. Levantó su mano derecha y esa es la foto que todos archivan en su mente cuando piensan en Yosvani Peraza.
“Si dependiera de mí, yo jugara, pienso algún día sentir la adrenalina y volver a entrar al Capitán San Luis. Me gustaría, pero estaré aquí hasta que termine mi contrato”, aclara.
“Llevo el béisbol en la sangre y por Cuba siempre presente, cuando quieran”.
Peraza fue separado del béisbol al regreso del Tsunami pinareño de la Serie del Caribe. Uno de sus últimos partidos sería contra Industriales en el San Luis. Urquiola lo alineó como receptor y disparo tres hits en tres turnos. Finalmente fue reemplazado por un corredor y 20.000 mil aficionados se levantaron a aplaudir. Peraza saco su casco de la cabeza y se tocó en la parte del corazón señalando a todos.
Parecía guion de un retiro anticipado. Pero cuando existen miles y miles de millas de corazón, un hombre vuelvo al terreno. Arropado por el Castenaso y por Italia, quienes lo recibieron y ahora le permiten renacer de las cenizas. Un bateador temido (récord de 37 bases intencionales para una temporada). El Barry Bonds cubano (6 bases intencionales en un año con bases limpias). Un enamorado de las cuatro bases con 249 jonrones y tres campeonatos con Pinar del Río.
“La edad es normal. Solo tengo 37 años. Hay Peraza para rato”, dice como un campeón que no percibe el tiempo.
Prefiero pensar que jugadores como Peraza serán eternos. Desde niño apreciaba la fuerza del béisbol desde su bate en home. Termine como lo haga su historia, y en un final perfecto, Peraza será recordado con la misma sensibilidad que trae el recuerdo/añoranza de Casanova, Linares, Ajete, Faustino, Lazo, Contreras, Yobal o Donal Duarte.
No estaba muerto. Peraza se recuperó, por encima de la incredulidad y la desesperanza. En casi todos los momentos fue la esperanza verde de sí mismo y de todos. Una luz en el Capitán San Luis que no se apaga con aplausos.
El jugador de la semana: Eddy Julio Martínez. El prospecto de los Cubs fue elegido jugador del mes en las menores. Su alza en Clase-A media con South Bend Cubs lo llevó a subir su average (264) y nueve jonrones.
Lo más negativo: El caso Héctor Olivera culmina como todos imaginaban. Los Padres de San Diego lo liberaron durante esta semana. Es un enigma el regreso de Olivera a Grandes Ligas.
El dilema: Imaginemos que Puig mejora en las menores, tanto en lo deportivo como emocional. Aun así, ¿los Dodgers le darían otra oportunidad?
Lo extraño pero real: Yandy Díaz estuvo ligando una racha de juegos consecutivos bateando de hit a 28 juegos en Triple-A. Lo raro de este record es que parece irrompible. Pertenece a Joe DiMaggio (en AAA) con 61 juegos. DiMaggio también ostenta la mejor racha en MLB (56).
La frase: “Creo que aporta otro integrante de calidad para nuestro cuerpo de relevo. Amplía el grupo del cual podemos extraer un brazo que nos asegure un juego en sus postrimerías”, dijo el manager de los Rojos, Bryan Price sobre Raicel Iglesias.
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