Pedro Ramos está de visita en Cuba.

Pedro Ramos lanzó en varios equipos de las Grandes Ligas.

Por Ronal Suárez Rivas.

Ted Williams le hace swing a la bola, pero no la encuentra. Es el tercer strike y mientras el mejor bateador de la historia, se encamina hacia el banco, Pedro Ramos, el hombre que acaba de dominarlo, en medio de la emoción, le pide al cargabates que le diga a Ted que le dedique la pelota.

El temible toletero del Boston, lo complace, pero no olvida la afrenta. La noche es joven y un par de innings más tarde toma desquite con kilométrico jonrón.




Mientras le da la vuelta al cuadro, después de pasar por la tercera almohadilla, le grita al lanzador: “Oye, Pedro, agarra esa que también te la voy a firmar”.

Más que por sus resultados, durante quince largos años en el béisbol de Grandes Ligas, a Pedro Ramos se le recuerda por una de las anécdotas más mencionadas de la MLB.

“Yo enfrenté a Ted Williams muchas veces a lo largo de mi carrera, y no lo había podido ponchar. Los dos teníamos buenas relaciones. Él siempre me decía: ‘cuando los bateadores nos vamos poniendo viejos, ustedes, los pitchers jóvenes nos tratan de pasar con la recta’. Y yo le respondía: ‘Ni usted está viejo, ni yo le voy a lanzar una recta, porque aunque yo tire 98 millas, usted le va a pegar. Así que le voy a lanzar rompimiento, si puede le da, y si no, se va para primera’.

“Nunca le tiré mi mejor recta, hasta aquel día, en que después de poncharlo en el primer turno, traté de sorprenderlo, y me la sacó por encima de la pizarra”.

A sus 81 años, el estelar exlanzador lo recuerda claramente. Es el único pitcher cubano que ha pegado 15 jonrones en Grandes Ligas, y el primero que vistió el uniforme de los emblemáticos Yankees de Nueva York.

Tras 55 años de ausencia, ha vuelto a Cuba para reencontrarse con sus recuerdos. Ya casi no le quedan parientes aquí, pero la nostalgia lo ha impulsado a regresar. “Quería volver a ver a mi gente y a mi tierra. No importa los años que vivas fuera, uno siempre añora el lugar donde nació”, dice.




Empezó, como la mayoría de los peloteros de su época, jugando en terrenos de manigua, con bolas hechas con una piedra, forrada con hilo de ensartar tabaco.

“Desde niño me gustó el beisbol, por eso me iba escondido a jugar”.

Por aquel entonces, después de las clases, Pedro tenía que vender cigarrillos y café en un cajoncito, para ayudar a la economía de la casa, en tierras de la finca El Corojo, en el municipio pinareño de San Luis. A medida que iba creciendo, le tocó trabajar directamente en el campo, pero en cuanto tenía un rato libre, se escapaba y se ponía a practicar.

Con unos 12 o 13 años, integró su primer equipo, el Club Valdés de El Corojo, y luego militó en otras selecciones locales, hasta que en 1953, un scout lo descubrió, y se lo llevó a jugar a los Estados Unidos.

En su primera temporada en las Ligas Menores, no le fue bien, pero al año siguiente logró imponerse en veinte partidos y esto le valió una invitación a participar en los entrenamientos de primavera de la MLB.

“En un juego contra Cincinnati, con las bases llenas y perdiendo por más de 10 carreras, me sacaron a pitchear. Ponché a dos de los bateadores y el tercero me dio un foul fly a primera.

“Cuando terminó la entrada, la gente empezó a aplaudir. Yo todavía no hablaba inglés, ni sabía contra quién estábamos jugando, por eso al llegar al banco le pregunté qué había pasado a Camilo Pascual, que llevaba más tiempo allá, y me respondió que aquellos hombres que yo había dominado pegaban más de 40 jonrones todos los años”.




Aquella actuación le valdría un contrato con los Senadores de Washington, en el más alto nivel del béisbol. Durante siete temporadas permaneció con el equipo. Después militó con los Indios de Cleveland durante tres años y en septiembre de 1964 pasó a los Yankees de Nueva York. Para Ramos, ese fue uno de los momentos más importantes de su carrera.

“Yo era abridor, pero los Yankees me necesitaban para cerrar. Estaban en una situación muy difícil, pues tenían que ganar todos los partidos para clasificar, y yo los ayudé a hacerlo.

“En 22 innings ponché a 21 hombres, no di bases por bolas, salvé 8 juegos y gané uno. Fue una actuación casi perfecta, que contribuyó a que los Yankees quedaran campeones y pasaran a discutir la Serie Mundial”.

A pesar de haber sido una pieza clave, Pedro no pudo acompañarlos. Su paso de Cleveland a Nueva York se había concretado el 5 de septiembre, y el reglamento establecía que quien no estuviera en el roster del equipo el día primero, no podía asistir a la Serie Mundial. En los dos años siguientes, salvó 32 partidos para los Yankees, sin embargo, una lesión en el codo, debido a un exceso de trabajo, jugando en la liga de Puerto Rico, marcó el declive de su carrera.

Del club de Nueva York pasó a Philadelphia, a Cincinnatti, a Pittsburg, y concluyó su actuación en MLB en 1970 con los Senadores de Washington, el mismo equipo con el que había debutado quince años atrás.

¿Si ya estaba en la MLB, por qué tenía que participar en otras ligas cuando acababa la temporada? ¿Acaso necesitaba dinero?

Todos los latinos que jugábamos en Grandes Ligas lo hacíamos. Yo llegué a tener años de lanzar más de 500innings, y eso es mucho, pero no puedo decir que lo que me movía el corazón fuera el dinero. Yo lo que quería era jugar y superarme.

Además de por su recta de 98 millas, Pedro Ramos sobresalió por la velocidad de sus piernas.




¿Es cierto que una vez retó a Mickey Mantle a una carrera?

Yo retaba a correr a todo el mundo. Nuestro cátcher era el promotor. Desafiaba a los jugadores de otros equipos y hacía apuestas. Les decía yo tengo mi caballo, mi caballo te gana.

Nunca perdí. La carrera más emotiva de todas fue contra Roberto Clemente, alrededor del terreno, que son 440 yardas.

Con Mickey Mantle nunca llegué a enfrentarme. Una vez, cuando estaba con Cleveland, me dijo que quería correr conmigo y que nos apostáramos 1000 dólares. Pero yo no ganaba tanto dinero y como podía perder, le conté al gerente del equipo.

Él me respondió que le dijera a Mikey que le ponía 2000 a mis piernas, y así lo hice, pero este se arrepintió.

Tiempo después, cuando llegué a los Yankees, le pregunté por qué no había querido correr, y me respondió que en primer lugar él no necesitaba ganarme 2000 dólares, que podía perder su reputación si yo lo derrotaba, y que podía haberse lastimado y acortar su carrera. Suficientes razones, ¿no?

Usted es el único lanzador cubano que ha pegado 15 jonrones en Grandes Ligas. ¿Le gusta que los pitchers bateen o prefiere un designado?

Desde niño me gustó batear. Si no me dejaban batear no jugaba, o me llevaba la pelota. Yo creo que el hecho de que el pitcher no batee le quita esencia al juego. Me gustaría que el béisbol volviera a su estado original. Son nueve hombres y los nueve batean.

¿Ha estado al tanto del béisbol cubano en todo este tiempo?

Conocí los equipos que fueron a jugar a Nicaragua o a Colombia, cuando yo era entrenador allá. Y actualmente los sigo por la televisión, por el canal Cubavisión Internacional.

Me gusta ver pitchear al zurdo Moinelo y me encanta Yosvany Torres. Tiene mucho temple y es muy seguro de sí mismo.

A diferencia de usted, que se destacó por su velocidad, Torres es un pitcher lento, que no llega a las 90 millas.

Para sacar outs no hay que tirar 100 millas, sino ser inteligente.




¿Le habría gustado ser parte del equipo Cuba en Juegos Olímpicos o campeonatos mundiales?

Siempre que iba a las Series del Caribe representando a Cuba me gustaba. Todos queríamos ganar y hacerlo bien, así que creo que también me habría gustado representarla en esas otras competencias.

¿Se siente lo mismo cuando uno juega para un club que cuando lo hace por su país?

No, no es igual. Cuando sales afuera, representando a tu país, el corazón vibra un poquito más rápido. Es bonito, y sé que no soy el único que piensa así.

Comentarios

  1. No entiendo como el Cinci estaba jugando con los Senadores, cuando aquello no había juegos interligas. Cinci era equipo de Liga Nacional y los Senadores de la Americana. La propuesta de competir con Mantle corriendo fue del mismo Ramos, pero el manager Casey Stengel de los Yankees fue quien puso las reglas de los 10000 dólares, que Ramos no aceptó, eso según aparece en el libro de Mantle "1956, mi verano favorito". Ramos era bateador derecho natural hasta 1957, luego se hizo ambidextro, le daba con fuerza a la bola y era buen corredor en las bases, muchas veces fue utilizado como corredor emergente. Como lanzador era muy trabajador y tenía una velocidad espantosa, mi padre afirmaba que él las tiraba más veloz que Vinent. Ramos fue novato del año de la profesional cubana en la temporada de 1955-56. Tuve la suerte de disfrutar mucho de su juego, él y Camilo Pascual le dieron tres campeonatos y dos series del Caribe al Cienfuegos. Me alegra que haya podido visitar su tierra, de seguro, San Luis, Pinar, etc. Gracias por el artículo, Esteban.

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