Yasiel Puig en Miami: ¿el fin de los días del Caballo Loco?

Yasiel Puig se ve mas sereno en el terreno de pelota.
Web ScreenShot.

Por Jorge Ebro.

Yasiel Puig entra al clubhouse y es otro Yasiel Puig. A punto de pasar al grupo de periodistas que espera por él, el colega Jorge Morejón, de ESPN, le suelta a quemarropa un "dímelo, salvaje''.

El jardinero se detiene, esboza una sonrisa genuina y saluda a los reporteros -dándoles la mano uno a uno- que han venido a conocer sus impresiones en la primera visita a Miami desde que fuera enviado a las Menores, despertando una saga que atrapó al mundo del béisbol y aún continúa.




Se advierte que es el mismo Yasiel Puig, pero diferente, con ademanes más serenos, con gestos más contenidos y una sonrisa que dista de ser aquella carcajada ensordecedora que solía apoderarse de todos los decibeles posibles.

Puig pide un minuto para cambiarse de ropa y muestra su cuerpo torneado, con una fluidez física y un grado de elasticidad impresionantes, producto de los ejercicios y al menos 20 libras de menos.

"Sí, he bajado algo, es que la comida en Los Angeles no es la misma que en Miami'', afirma Puig en medio de una broma. "Aquí no he podido ir a ningún lugar a comer croquetas''.

Pero el cambio de Puig, al menos lo que aparenta, parece ir por dentro. Desde que fuera enviado a las Ligas Menores su actitud es otra, extiende la mano a sus compañeros de equipo, conversa de manera pausada con un ejecutivo del club.

Puig se vuela la barda

¿Quedaron atrás los días del Caballo Loco? Solo el tiempo lo dirá, pero Puig está haciendo el esfuerzo sincero de mostrar una personalidad diferente, sin arrogancias ni estridencias. Solo concentrado en la pelota.

"Aquí estoy en Miami, entrenando y esperando de tener la oportunidad de jugar en alguno de los partidos en esta serie'', comenta Puig. "Estoy tratando de mejorar la disciplina, de prepararme mejor y de no apurarme en el plato''.

Es ese potencial de cambio el que intriga a los Dodgers, aún con la esperanza de que este Puig aparentemente renovado pueda recapturar la magia de sus dos primeras temporadas, cuando era el niño lindo del béisbol y asombraba a todos con sus habilidades innatas.

En los últimos siete días de acción, el cienfueguero batea para .444 y a sus 25 años de edad todavía no ha entrada en la que debe ser su era dorada, a la vez que mantiene intacto el potencial de estrella.




Los Dodgers esperan, claro está, que la estancia en Oklahoma haya dejado una profunda impresión en Puig, con las conclusiones naturales sobre dónde lo pueden llevar su rendimiento y su actitud: la gloria o el olvido.

"Quiero mejorar todo, el bateo, el fildeo, me estoy preparando en los jardines y agradezco el trabajo con mis compañeros y la dirección del Triple A Oklahoma'', afirma Puig sobre sus días en las Menores, antes de gastarse otra broma. "Espero volverlos a ver pronto…en Grandes Ligas, no en Triple A''.

Puig se despide, pues le espera el entrenamiento y lo hace casi con pena, con miedo de romper las preguntas y dejar en el aire a los periodistas. Ahora nadie le puede decir "salvaje''. Al menos por ahora.

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