Personalidades Beisbol: Pedro Chávez, el caballero del diamante

Su tropa convirtió al Coloso del Cerro en verdadero manicomio, al dejar tendido a Vegueros en 1986.
Su tropa convirtió al Coloso del Cerro en verdadero manicomio, al dejar tendido a Vegueros en 1986.
Foto tomada del sitio de origen

Por Hassan Pérez Casabona.


Si un visitante se acerca a Santiago de las Vegas percibe que se encuentra en los predios de Pedro Chávez González. Aunque nació en La Salud, Quivicán, un 7 de junio de 1936, se ganó el cariño de los habitantes de este poblado capitalino.


Sus andanzas beisboleras oficiales se remontan a 1952. En la Unión Atlética, y luego en la fortísima Liga de Pedro Betancourt, jugando con el Araujo, demostró las habilidades que aprendió desde niño, en el terreno colindante a la finca donde trabajaba el viejo y residía su familia.

A esta persona de hablar pausado, cuya nobleza no pasa inadvertida, le sorprendió el triunfo de Enero de 1959 trabajando como plomero. 

En el propio año 59 asistió a los III Juegos Panamericanos desarrollados en Chicago, primera competencia en la que intervinieron los exponentes de la llamada revolución cubana. 

Desde ese momento permaneció en el elenco de las cuatro letras hasta 1968, en que concurrimos como invitados a un torneo organizado por los mexicanos, a raíz de ser sede de los Juegos Olímpicos.


Lesiones en los hombros —provocadas por deslizamientos espectaculares en las almohadillas y atrapadas dejando “la piel sobre el terreno” en los jardines y el cuadro— lo limitaron de proseguir entre las líneas de cal.

Como forjador de los clásicos caribeños participó en 8 contiendas. En la tercera Serie Nacional resultó champion bate, con 333 de average; líder en impulsadas con 27 y en triples con 7. Era una de las bujías en la nómina de Occidentales. 

En 1967 también comandó a los bateadores con 318, esta vez vistiendo la franela industrialista. Nadie lo emuló dicha temporada en conectar inatrapables (78).

En los Juegos Panamericanos de Sao Paulo 1963 tocó la gloria, al remolcar la friolera de siete carreras en un choque. Ese día despachó dos cuadrangulares frente a Estados Unidos, uno con los ángulos congestionados y el otro con par de jugadores en circulación.


Junto a sus compañeros hizo realidad la idea de concebir el deporte como derecho del pueblo. Actuó como mánager durante 30 años. En esa función, de igual manera, alcanzó el estrellato. Su tropa convirtió al Coloso del Cerro en verdadero manicomio, al dejar tendido a Vegueros en 1986. Dos años antes, en ocasión de acoger nuestra capital el campeonato mundial, recibió el máximo trofeo de manos de Fidel Castro.

Formó una bella familia junto a su esposa Milagros, con 50 años de matrimonio, de la que nacieron dos hijas, que les regalaron a su vez tres nietos. Su historia, como verdadera figura excepcional, es exhortación para los que aspiran a empinarse a lo más alto dentro de un diamante.

Con información tomada de Trabajadores



Pedro Chávez: “Jugar béisbol no es solo jugar, es… amar la camiseta”

Por Yariel Lugo Suárez


Al momento de dar inicio a este pequeño artículo no tengo muy clara la manera de por dónde debo comenzar, y es que es tan grande el privilegio de poder conversar con una de esas figuras que en más de una ocasión dejaron sin aliento a la afición beisbolera, añadiendo páginas en la gloriosa historia del deporte cubano, que parece imposible resumir tantos grandes momentos en tan solo unas escasas líneas, y más increíble aún, tanta modestia y humildad.


He tenido la dicha de conocer al gran Pedro Chávez, ese celebre pelotero y excelente persona, que escribió con letras grandes el nombre de este país, del cual me siento orgulloso de ser hijo.


Urbano González, Chávez y Jorge Trigoura.

Múltiples son las razones que me conllevan hoy a emplear mi tiempo en escribir sobre tan magnifica figura. Motivado por la idea de no permitir que el tiempo borre las huellas que dejan las personas de su talla y con el firme propósito de rendir honor a quien honor merece.

Nacido el día 7 de junio del año 1936 en la finca Santa Rita, en las inmediaciones de la Salud , actualmente provincia de Mayabeque, lugar en el cual descubrió su pasión por el beisbol desde edades tempranas, por lo que no se hacía extraño encontrarlo en sus ratos libres junto al terreno de pelota de Don Natalio Rodríguez, dueño de la finca colindante a la suya, quien de alguna manera se convirtió en el primer entrenador del joven, quizás porque notó en el habilidades innatas para este deporte o porque como bien dijera Chávez amaba el beisbol más que el mismo.


Don Natalio había conformado un equipo, en el cual Pedro comenzó a hacer aparición cuando faltaba algún jugador o cuando se sentían indispuestos. Lo cierto es que aquel jovencito de tan solo 14 años, de constitución delgada y cabello claro, se ganó un puesto en el grupo contra todos los pronósticos, pues nadie imaginaría que con una estatura tan pequeña y menuda lograría ser un pelotero.

Para asombro de muchos formó parte de numerosas ligas siempre como regular, entre ellas el Círculo familiar de la Salud, de la liga de Quivicán, dirigido por su hermano Antonio y posteriormente en la Pedro Betancourt y Unión Atlética de Cuba, entre los años de 1951 a 1961.

Cuando triunfa la Revolución, se hizo presente en el naciente deporte revolucionario, que brindaba nuevas oportunidades a los jugadores aficionados entre ellas las importantes licencias deportivas y la posibilidad de contar con entrenadores y recursos que les garantizaban una mejor preparación. No bastaba con el talento era necesario aprender también la técnica, la disciplina y la organización correspondiente, para obtener mejores resultados.


Comenzaba entonces el viaje hacia el perfeccionamiento. Chávez se inició jugando en tercera base posición que cambió por la de left fielder debido necesidad del equipo y en la cual se desarrollaría de forma extraordinaria.

Su llegada a los planos estelares constituye sin dudas algo increíble si se tiene en cuenta que nunca asistió a las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE) y de Perfeccionamiento Atlético (ESPA), con las que contamos hoy en día en nuestro país y que constituyen un pilar fundamental en el alto rendimiento de nuestros atletas.

Su primera experiencia internacional llegaría en los Juegos Panamericanos de Chicago (1959), Estados Unidos, como integrante de la selección cubana. Dos años después, formaría parte del equipo Cuba a la Serie Mundial Amateur, en Costa Rica, ocasión en que el equipo fue titular y que sin dudas fue una victoria doblemente saboreada, pues en aquellos días tenía lugar la invasión a Playa Girón, por parte de mercenarios al servicio de EE.UU,

Al conocer la noticia, la primera reacción fue expresar la voluntad de regresar y luchar. A lo que Fidel respondió: que cada quien debe luchar desde su trinchera. La misión de ellos era ganar aquel campeonato. En esa ocasión Chávez fue líder en carreras impulsadas del torneo y colíder en hits con 17.


En 1962 se estrenan las series nacionales de beisbol aficionado, estructura creada por el gobierno revolucionario para acercar el deporte al pueblo y erradicar el profesionalismo. Chávez fue pionero y se desempeñó en diferentes equipos durante las ocho series en las que participó con notables resultados:

Equipos/Series
 VB
H
2B 
3B 
HR 
TB 
Br 
Cr 
CI 
SH 
SF 
Db 
BB 
BI 
Bd 
AVE 
 61/62 Occidentales
 66
12 
16 
24 
16 
242 
 62/63 Industriales
 104
22 
28 
37 
28 
269 
 63/64 Occidentales
 129
28 
43 
64 
27 
32 
333 
 64/65 Industriales
 118
16 
37 
50 
19 
18 
314 
 65/66 Industriales
189 
22 
49 
57 
25 
28 
259 
 66/67 Industriales
 245
 35
 78
 9
 4
105 
 0
 1
 34
 1
28 
10 
 9
 7
318 
 67/68
Habana
 301
 50
 92
 14
 2
 9
 137
 8
 5
 51
 0
 3
 4
 48
 11
 10
 10
 306
 68/69
Habana
 237
 30
 56
 10
 2
 4
 82
 2
 0
 21
 1
 2
 8
 30
 3
 12
 8
 236
 Totales 8
 1389
 215
 399
 53
 19
 22
 556
 20
 13
 192
 4
 20
 20
 228
 48
 63
 40
 287

Su desempeño lo hizo merecedor de varios premios, entre ellos, el de ganador de títulos de bateo en las series nacionales de 1964 y 1967, líder en imparables en el propio año 67, triples y carreras impulsadas (1964), bases intencionales (1967) y elevados de sacrificios (1964-66-67).


Sin embargo, su cosecha de éxitos no se limitó al territorio nacional. Participó en múltiples torneos internacionales en los que sin lugar a dudas contribuyó de manera decisiva en los resultados alcanzados por nuestro país, entre ellos la antes mencionada Serie Mundial de 1961 en San José, Costa Rica, los Juegos Panamericanos de Brasil, en 1963, momento memorable en que,conectó dos jonrones en el partido decisivo ante Estados Unidos, uno con las bases llenas y el otro con dos en las almohadillas, para remolcar siete carreras y guiar a la victoria. Fue líder en remolcadas con 13 y en average con .438.

Esta hazaña se repetiría en los Centroamericanos de 1966, en Puerto Rico, competición en la cual Chávez una vez más dejaba la piel en el terreno, con el título de bateo (.444). También estuvo en los Panamericanos de 1967, en Winnipeg, Canadá, y formó parte del equipo que asistió a las olimpiadas de México 68, como deporte invitado.

Pero el destino le tenía preparada una mala jugada al joven deportista. Desde hacía algún tiempo Pedro Chávez presentaba molestias en sus hombros razón por la cual se vio forzado a cambiar de posición y defender la primera base.


Su manera apasionada de jugar le ocasionaría algunas lesiones que a largo plazo le conllevarían a su pronto retiro con tan solo 33 años. Este hecho aunque muy perturbador no marcó el fin de su pasión por el beisbol, pues asumiría entonces la ardua tarea como entrenador y mánager.

Dirigió en series nacionales a los equipos Metropolitanos, Habana e Industriales. Trabajo que mostró sus frutos en especial con los leones de la capital, quienes fueron coronados bajo su dirección en el año 1973 y 1986.

Sus resultados le propiciaron un puesto al frente del equipo Cuba, labor que desempeñó de manera magistral alcanzando la victoria en importantes competiciones como los mundiales en La Habana (1984) y en Holanda (1986), además de quedar invictos en los Centroamericanos celebrados en Santiago de los Caballeros, República Dominicana.


Estas son solo algunas de las proezas que han marcado la intachable trayectoria de un astro como Don Pedro Chávez González, pero sin dudas, el premio mayor de su vida es el reconocimiento de su pueblo que lo admira y lo respeta, luego de haber transcurrido ya más de 40 años de su desactivación como atleta.




Pero… ¿Cómo ven a Pedro familiares y amigos?

Al llegar a su casa en el capitalino barrio de Santiago de las Vegas el recibimiento no es muy diferente al de cualquier otro día; visito su morada con cierta regularidad aunque nunca como hoy: Con la intensión de entrevistarlo.

Como es usual el ambiente es cálido, tranquilo y hospitalario; como suelen ser las personas nacidas en el campo, según la sabiduría popular. El aroma de un café rompe el hielo y da inicio al dialogo, protagonizado por Chávez y algunos de sus convivientes. Rememora pasajes de su niñez y adolescencia, así como su despertar como jugador y las adversidades ante las cuales debió crecerse, entre ellas, la carencia de implementos deportivos y la necesidad de trabajar para ayudar a sus padres, algo que dice mucho de su amor a la familia y del espíritu de sacrificio que siempre lo ha caracterizado.


Basta con preguntar a cualquiera que lo conozca ¿Cómo es Chávez?

Para saber que la conversación se va a extender, y es que es de esas personas que siempre muestra un gesto afable y una sonrisa diáfana a todos quienes le saludan, de esos que no necesitan hablar, porque una mirada puede decir más que mil palabras; que comprende que la mejor forma de enseñar es el ejemplo.

Es aquel que al preguntarle cuál ha sido el mejor partido de su vida no narra un magistral juego de pelota, sino que hace derroche de esa modestia que le sobra y refiere que su mejor jonrón fue el de conocer a Milagros (su señora) a la cual desposó en el lejano año 1966 y con quien permanece felizmente casado, responsable de su alegría mayor: sus dos hijas.

Una de ellas se encuentra en casa al momento de mi visita y al interrogarle sobre qué ha significado para ella ser hija de tan ilustre persona. Responde con una sonrisa, al tiempo que nos dice: “Bueno”…Mi papá ha sido un paradigma por excelencia”. El orgullo se hace presente en sus palabras, sus ojos brillan mientras enumera una por una las interminables cualidades de su progenitor, del cual destaca el alto sentido del deber con su país y sus seres queridos, quienes aseguran ser herederos de tan maravilloso legado.


Pero… ¿Qué tanto influyó Chávez en la educación de sus hijos?

Se pudiera decir que mucho. A pesar de no estar cotidianamente en sus vidas nunca permitió que sus dos pequeñas dejaran de percibir ese calor paterno que necesitamos los hijos, por su constancia y preocupación. Siempre encontró la manera a pesar de la distancia de mantenerse en contacto. Cada momento que pasaba con ellas suplía por mucho el tiempo que no hubieran estado juntos. La menor de ellas, Marieta, expresa: “De mis padres aprendí todo, y a ellos debo ser, la persona que soy. Si tuviera que definir en una palabra que siento por él, además de un inmenso amor, diría sin vacilación: “gratitud.”

Es oportuno destacar que entre los tantísimos valores que conforman personalidad de Pedro, el agradecimiento también encuentra un lugar. En especial a la Revolución cubana que -como expresara- “fue lo más grande que podía existir”.

Atesora de manera especial entre sus recuerdos aquella mágica noche de 1984 en el estadio Latinoamericano en que condujo a Cuba a la victoria en el Mundial y en que recibieron las preseas de mano de Fidel Castro.


Su manera de actuar le ha hecho merecedor de varias distinciones, entre las que ostenta, Orden al Mérito Deportivo otorgada por el Consejo de Estado y Mejor entrenador de América Latina, en 1986.

De tan distinguido jugador podríamos estar conversando durante mucho tiempo, pues son pocas las personas que logran hacerse espacio entre los grandes, ser considerado una gloria del deporte y permanecer simplemente como un hombre más.

No obstante, su actitud no nos sorprende, sabemos que así son nuestros deportistas: personas sencillas, humildes y abnegadas, que saben que lo más importante no es ganar medallas, sino dar cada día lo mejor de sí. Cubanos que saben que jugar beisbol, no es solo jugar, es… en palabras de Pedro Chávez: “amar la camiseta”.

Comentarios

  1. Pero cómo? Eso lo firma el Hassan cara de coco y metralleta que ahora tiene la poca vergüenza de decir "la llamada revolucion" después de haber sido un cínico alabardero de aquello, venir ahora a hacerse el demócrata un tipo que bastante daño hizo. Soy amigo personal de Chávez y no terminé de leerme eso cuando vi el nombre del que los escribió. Hassan Pérez ten algo de dignidad y muerete al lado del viejo que queda porque el otro ya se fue y bastante que les lamiste las botas a los dos. ASQUEROSO

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  2. Daniel favor aclarar quien es Hassan Perez Casabona, no puedo creer que sea quien dice Anonimo 20:09

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  3. Es el mismo Hassan, lo que pasa es que nosotros en SwingCompleto hay términos que no apoyamos y no cumplen nuestra política editorial, por lo que donde decía 'naciente revolución' escribimos 'llamada revolución'
    Gracias por visitarnos

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  4. Hassan me cago en tu madre.hijo de puta.

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  5. El título del artículo es una chorrada, Chávez no era un Cuevas en el terreno, todo lo contrario, joseador a lo máximo y si tenía que fajarse lo hacía, y no es que siempre le haya ido bien en eso de los puños. Recuerden la bronca con Zulueta, el matancero. Así que eso de Caballero le queda grande, sin dejar de decir que Pedro Chávez fue tremendo pelotero y bateador.

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