Los medios se equivocaron al catalogar la derrota cubana en Sidney 2000 como el fin de una era Fotos tomada del sitio de origen |
Por Ray Otero.
Cuando el 27 de septiembre del 2000, el elenco nacional de béisbol de Estados Unidos se impuso 4-0 sobre el de Cuba, en la final del béisbol olímpico de Sydney, el resultado fue catalogado por los medios como el fin de una era. Para ellos, era el fin de la era del béisbol cubano y de sus continuos triunfos en la arena internacional. En aquella ocasión, los medios estaban equivocados. La derrota provocó de todo, una renovación en el béisbol de la isla e incluso, un año después, la absurda retirada de jugadores estrellas que muchos, a todavía tempranas edades, los evaluaron como no necesarios ni siquiera para el torneo nacional cubano. Nuevas generaciones surgieron, y apenas en el Campeonato Mundial del 2001, Cuba se imponía en la final a otro elenco norteamericano. El 2002 ratificó el regreso triunfante de Cuba a la arena internacional. Continuamente el país mantuvo un paso estable en torneos internacionales, estos desde 1998 etiqueteados con la entrada de profesionales. En el 2002, 2006 y 2010, se ganaron las ediciones de la Copa Intercontinental, en el 2004 se recuperó el título olímpico en Atenas y en el 2008 se perdió en la final, en el 2003 y 2005 se triunfó en nuevas ediciones de la Copa del Mundo, mientras en el 2007, 2009 y 2011 se llegaba a la final y se caía en buena lid ante los elencos de Estados Unidos, en las dos primeras, y Holanda, en la última. Todos esos años, el talento surgido garantizó un equipo Cuba que diera triunfos y resultara competitivo en el béisbol internacional ante cualquier rival y en cualquier evento.
Pero la llegada en el 2006 del primer Clásico Mundial de Béisbol, en donde Cuba alcanzó la final pero cayó 10-6 ante Japón, sería el inicio de una historia que cambiaría para siempre el béisbol en la isla caribeña.
Es cierto que muchos argumentan que el lanzador René Arocha fue la piedra angular de las posteriores salidas de peloteros cubanos hacia circuitos profesionales de Estados Unidos y el Caribe. A mi entender, Arocha fue el primero y marcó el camino, pero para nada influenció definitivamente en la salida de otros jugadores, sobre todo por lo diferente de las condiciones sociales y económicas del país cuando su salida se produjo. Cuando el derecho de Regla tuvo suceso en su primera temporada en Las Mayores con el St. Louis Cardinals de la Liga Nacional, los jugadores en Cuba muy poco conocían de su andar por esas latitudes y muchos poseían la certeza que solo lanzadores podrían triunfar en el béisbol mayor norteamericano. Estaba claro que la duda se generaba por la forma en que se jugaba el béisbol en Cuba, y sobre todo, por el uso del bate de aluminio entre los jugadores a la ofensiva. Para los lanzadores, que pasarían de enfrentar el mortífero elemento a lidiar con el bate de madera, el cambio los favorecería indiscutiblemente, sin embargo, para los bateadores la historia sería diferente.
Lo anterior justifica que, del 10 de julio de 1991, cuando Arocha dejó atrás al equipo nacional cubano en el Aeropuerto de Miami, hasta su debut en 1993 y su permanencia por cuatro temporadas en las Grandes Ligas, muy pocos jugadores de posición arribaron a este país. Muchos quizás recuerden a Osmany Estrada, un jugador de cuadro quien en 1992 dio el paso fuera de Cuba en un año donde además salieron jugadores de posición como el jardinero Alexis Cabrejas y el inicialista Lázaro Gonzalez. También de seguro recordarán al torpedero capitalino Reynaldo “Rey” Ordóñez, quien en 1993 dejó atrás al elenco cubano, pero que siempre fue conocido por su excelente defensa y no por su bateo. En el mismo año 1993 el inicialista y jardinero capitalino y que jugó por Las Tunas, Mineros, Industriales y Ciudad de La Habana, Luis A. Alvarez Estrada, también dio el paso fuera de Cuba, pero en 1994 solo Alex Sánchez, del equipo juvenil cubano, puso sus pies fuera de la isla en busca de un futuro profesional. En 1995 un solo pelotero, el inicialista Juan Carlos Díaz, diría adiós al país y si resumimos de 1991 a enero de 1996, en un período de cinco años desde la salida de Arocha, un total de 21 jugadores habían abandonado Cuba en busca de fortuna en otras tierras y solo un tercio de ellos, 7, eran jugadores de posición con uno solo, solo uno, Ordóñez, terminando como titular en un elenco de Las Mayores.
Si nos adentramos a lo sucedido en la próxima década, de 1996 al 2006, un total de 93 peloteros abandonaron Cuba en busca de triunfos en la escena profesional. La influencia de Arocha nada tuvo que ver con esto, más bien la decadencia económica de un país que estaba en una de sus peores crisis con el llamado Período Especial en su máximo esplendor. De esos 93 peloteros, un total de 50 resultaron jugadores de posición, un aumento considerable si miramos el período anterior. Un dato común a tener en cuenta en todas las salidas posteriores a la de Arocha, es que la mayoría de los jugadores no eran consagrados con sus elencos en Cuba, con excepción de Alexis Cabrejas (1992), Rey Ordóñez (1993), Luis A. Álvarez (1993), Jesús Atmeller (1996), Roberto Colina (1996), Francisco Santiesteban (1997), Osmany Santana (1997), Alberto Hernández (1997), Jorge L. Toca (1998), Jorge “La Araña” Díaz (1998), Ángel López (1998), Osmani García (1998), Juan C. Bruzón (1999), Nataniel Reynoso (1999), Neylán Molina (2000), Juan C. Muñíz (2000), Evel Bastida (2000), Andy Morales (2001), Yobal Dueñas (2003), Yunieski Betancourt (2003), Michel Abreu (2004), Bárbaro Cañizares (2004), Kendrys Morales (2004), Oscar Macías (2004), Donel Linares (2004), Juan M. Miranda (2005), Amaury Casañas (2005) y Joel Galarraga (2005), y de estos, podemos decir solo Rey Ordoñez, Luis A. Álvarez, Roberto Colina, Alberto Hernández, Jorge L. Toca, Ángel López, Juan C. Bruzón, Andy Morales, Yobal Dueñas, Michel Abreu, Bárbaro Cañizares, Kendrys Morales, Oscar Macías y Amaury Casañas, o sea un total de 14, habían formado parte de elenco nacional mayor, con la mitad de ellos, los receptores Hernández y López, los inicialistas Toca y Cañizares, los segunda bases Dueñas y Macías, y el tercera base, jardinero e inicialista, Morales, clasificados con estatus de estrellas, por ende con mayores posibilidades en el béisbol profesional, pero al final, solo Ordóñez, Peña, Betancourt, Morales y Escobar, adquirirían credenciales y triunfarían, por diferentes razones, al máximo nivel del béisbol norteamericano, del resto, toda una pérdida para la pelota cubana por diferentes razones.
Pero llegamos a marzo del 2006, el primer Clásico Mundial de Béisbol. Nunca antes selección cubana de béisbol había estado sometida a una prueba tan difícil como la que enfrentaría ese año, lidiando con profesionales al máximo nivel, la gran mayoría estrellas en Las Mayores, casi partido tras partido. Sin embargo, pese a que Cuba cayó en choques ante Puerto Rico y República Dominicana, también y de manera sopresiva para muchos, encontró la forma de vencer a estos trabucos junto además Venezuela, elencos cargados con jugadores en su mayoría estrellas de las Grandes Ligas. Cada uno de estos encuentros le demostró, no solo a los jugadores del elenco, sino a aquellos que estaban en Cuba, que el nivel de los peloteros cubanos no estaba tan lejos al de otras naciones que incursionaban en el béisbol profesional norteamericano, y por consiguiente, ellos merecían al menos tener la oportunidad de intentar ingresar al mismo, sobre todo si consideramos que Cuba aún seguía inmersa en una crisis económica que deterioraba todos los aspectos de la vida cotidiana y el béisbol no era ajeno a esto. La prueba lo marca que, acorde a la publicación Cuba's Baseball Defectors, The Inside Story del autor Peter C. Bjarkman, alrededor de 255 jugadores dijeron adiós al país entre el 2006 y el 2015, de ellos cerca de 149 jugadores de posición y una gran mayoría estrellas de elenco nacional como los muy conocidos Alexei Ramírez, Yoenis Céspedes, Yasiel Puig, Yasser Gómez, José D. Abreu, Leonys Martín, Luis Y. La O., entre muchos otros. La explosión estuvo generada, además, por los contratos exagerados que los peloteros comenzaron a recibir durante la oleada cubana (2010-2015), y que motivó a muchos a jugar un tipo de lotería, apostando sus carreras a quizás algún suceso en la Gran Carpa y sin mucho que perder, al menos monetariamente, dejando Cuba atrás, pero ganando en independencia y control de su destino, por bueno o malo que al final este resultara. Definitivamente algo se debía hacer, la Liga Cubana, la llamada Serie Nacional, estaba al borde de una crisis.
Bajo estas condiciones llegamos a la edición 2017 del Clásico Mundial. Con poco esfuerzo, en un período de más de 10 años, de las autoridades deportivas de Cuba por detener la salida de jugadores o al menos, encontrarle una solución. Antes del inicio del IV Clásico Mundial dije que Cuba arribó al torneo con quizás el peor elenco de su historia, y no debíamos ser sabios para notarlo. En realidad, la juventud, pero, sobre todo, el talento, faltaba en la escuadra cubana, de ahí los resultados. De los lanzadores nacionales, solo Vladimir García (28), Raidel Martínez (20), Liván Moinelo (21) y Yoanni Yera (27), no sobrepasaban los 30 años de edad, con García y Yera bien cercanos a la misma. Si preguntan a los expertos, solo Martínez y Moinelo muestran en estos momentos calibre para saltar a otro nivel y poder dar un paso grande en sus carreras. Para remoatar. otros dos lanzadores de la nómina, Jonder Martínez y Leandro Martínez, rondaban los 40 años con 38. Lo peor, todos resultaban brazos con más de 10 años en la Liga Cubana y en su mayoría desgastados y sin prácticamente recurzos para enfrentar rivales. Las aperturas o apariciones de estos nos dieron la razón durante casi todo el CMB 2017. Con los jugadores de posición la historia resultaba la misma. Con las excepciones del receptor Osvaldo Vázquez (26), el inicialista Guillermo Avilés (23), el segunda base Carlos Benítez (29) y los jardineros Yoelkis Céspedes (19), Víctor V. Mesa (20) y Roel Santos (21), solo seis jugadores, el resto sobrepasaba los 30 años y con excepción de Alarcón, Morejón, Santos, Despaigne y Cepeda, nunca habían sido regulares ni mucho menos pretendientes de lujo a elenco nacional alguno antes de este torneo.
¿Por qué en ediciones anteriores como la de los Clásicos 2006, 2009 y 2013 Cuba se colocó en una final o estuvo a punto de acceder a las semifinales del torneo? Simplemente los nombres en aquellas nóminas tienen la última palabra y si no me cree, vaya y eche un vistazo a las mismas, la profesionalidad, juventud, calidad y talento, sobraba en su gran mayoría. En el 2006 las manos de Eduardo Paret en el campo corto, el accionar de Yulieski Gurriel en el cuadro de Cuba, los bates excepcionales de Cepeda, Michel Enríquez, Alexei Ramírez y Osmani Urrutia, la mascota de Pestano y desde el montículo los brazos de hombres como Pedro L. Lazo, Osmani Romero, Yadel Martí y Yunieski Maya, propulsaron a Cuba a aquella final, pero además, el elenco tenía lanzadores jóvenes como el desaparecido Yadier Pedroso, Deinys Suárez y Luis Borroto, con gran porvenir por delante. En el 2009, pese a las dos derrotas con Japón, impresionaron sobremanera jugadores como Alfredo Despaigne, Leonys Martín, Héctor Olivera, Yoenis Céspedes y Leslie Anderson, y nuevamente los Gurriel, Enríquez, Paret y Pestano, junto a lanzadores como Pedro L. Lazo, Norge L. Vera, Aroldis Chapman, Vladimir García y Maya, todos ellos hacían del equipo cubano un elenco con calidad y que daba gusto ver jugar en el terreno, ganara o perdiera, competitividad siempre mostraba. Ya en el 2013 Cuba posiblemente presentó la mejor selección de todas las vistas a estas instancias, y ahí de verdad crearon revuelo el talento de José D. Abreu, José M. Fernández, Rusney Castillo, Andy Ibáñez, el propio Despaigne, Erisbel Arruebarrena, Guillermo Heredia y Yasmani Tomás, a la ofensiva, y de Yadier Pedroso, Freddy A. Álvarez, Vladimir García y Raciel Iglesias, desde el montículo. En todas las previas ediciones, estos elencos Cuba poseían talento que recoger, y la prueba de ello es que una gran mayoría de estos jugadores optó por hacer una carrera en el béisbol mayor de Estados Unidos o extra fronteras. De este equipo del 2017 muy poco se puede sacar, yo diría los tres jardineros Mesa, Céspedes y Santos y de los lanzadores quizás solo Raidel Martínez y Liván Moinelo, pero una gran diferencia es el espacio que en este equipo existía entre jugadores veteranos, más de 30 años, y los pocos jóvenes que hicieron nómina. Este equipo Cuba es la prueba fehaciente de la realidad del béisbol cubano actual, la prueba de una generación perdida de jugadores en la isla, que es cierto comenzó con Arocha, pero que alcanzó su punto máximo después del 2006. Jugadores que definitivamente llevaron su talento a otros lares, precisamente en edades entre los 20 y los 30 años, cuando el pelotero surge, se desarrolla y alcanza su mayor calidad.
Pedir peras al olmo es imposible. Cuba, con un seleccionado menor fue capaz de avanzar a la misma Segunda Ronda de las dos previas ediciones clasistas, pero que nadie se llame a engaño, para nada esto lo hizo igualar aquellas actuaciones con ahora un séptimo lugar, que no resulta mayor, simplemente por el grupo asiático en donde los nacionales jugaron, un grupo del que nadie sobrevivió para jugar la final de Los Ángeles. Dos victorias, 6-0 sobre China y 4-3 sobre Australia, en la etapa clasificatoria, ante naciones en donde el béisbol ni remotamente significa lo que para nosotros, resultan desde cualquier punto de vista paupérrimas. Es cierto que el béisbol internacional tiene una cara diferente ahora a cinco, diez o quince años atrás, podríamos decir es más globalizado y el talento resulta más fácil de encontrar en naciones donde antes ni siquiera este deporte se jugaba, pero las derrotas de la Segunda Ronda, en donde fuimos dominados y en casos vapuleados completamente por los elencos de Israel, Japón y Holanda, y en donde la ofensiva solo pudo marcar 7 carreras y el pitcheo y defensa recibir 26, regalando además 15 boletos y permitiendo 6 cuadrangulares, dicen mucho del estado de nuestro pasatiempo nacional.
Para muchos, la fórmula para resolver el problema a estas instancias es clara, la entrada de todos los jugadores que quieran representar al país y que en estos momentos se desempeñan en ligas extranjeras, sin duda sería la aparente solución. No dudo que Cuba se convierta en aspirante, y no seguro ganador vean por ejemplo Venezuela, de cualquier Clásico Mundial de esto suceder, pero el problema tiene mayores implicaciones y necesita otras soluciones, si no somos capaces de garantizar la continua cantera de peloteros dentro de un torneo nacional, con el nombre, sistema y estructura que sea necesario, en un país donde el surgimiento de jugadores resulta natural y ahora se desperdicia a montones. El Clásico Mundial 2017, fue la fiel prueba de esto.
No entiendo en el artículo la referencia a Rene Arocha, desconozco si ha existido alguna declaración al respecto, pero de ser así, sería el colmo de la desverguenza culpar al reglano de lo sucedido con el beisbol cubano.
ResponderBorrarPor otra parte, creo que no existen fórmulas mágicas en la actualidad para arreglar el desastre. Se viven otros tiempos donde los peloteros y en general todos los deportistas persiguen el sueño de convertirse en profesionales bien remunerados y jugar al más alto nivel en las ligas más exigentes del mundo, para ello, para lograrlo o al menos intentarlo, salen del país a residir en otras tierras y la mayoría opta por hacerlo de manera independiente, integrandose en la forma de vida y en el modo de hacer las cosas de esos lugares, lejos del control del INDER y del Estado Cubano que por décadas los manejó a su antojo y los utilizó como propaganda para sus fines políticos en su eterna guerra con el vecino del norte.
Los deportistas son en definitiva un reflejo de la sociedad cubana actual, donde cada año miles de personas salen de Cuba buscando mejor vida para ellos y su familia. Es una moda que llegó para quedarse y contra eso no se puede luchar porque salen perdiendo a la larga.
La solución primera es contar con todos los deportistas en el extranjero para que nos representen en las competencias, no hay otra vía que esa si se quiere volver a planos estelares en lo deportivo. Un saludo
De acuerdo contigo, la salida del pais de todos esos peloteros es reflejo de la sociedad cubana actual
BorrarNo solo se han ido deportistas, tambiem medicos ,maestros ,cientificos, militares,obreros,artistas, han decidido largarse, la mayoria jovenes, demostrando la falacia y el fracaso del sistema impuesto por los hermanos Castro durante casi 60 años.
Tienen que hacer cambios urgentes y radicales en la estructura del beisbol.
Sin un campeonato nacional de calidad , jamas tendremos un equipo Cuba de calidad.
Crear una Liga Cubana de Beisbol con 6 u 8 equipos. Libre contratacion de nacionales y extranjeros, incluyendo los peloteros cubanos que residen en el exterior y esten dispuestos a regresar a jugar en Cuba, sin excluir a ninguno.
PAGAR EN DOLARES.
El gobierno controla todos los recursos del pais y es dueño absoluto de las grandes coorporaciones cubanas por lo tanto, deben patrocinar a los equipos, encargandose de salario, implementos deportivos, transporte,hospedaje, alimentacion y promocion. De lo contrario permitir el patrocinio de compañias internacionales.
La TV cubana tiene que trasmitir juegos de MLB en vivo,estadisdicas,etc, de la misma forma que transmiten cuanto juego de balompie se celebra en el planeta.
Solo de esta forma podrian recuperar el interes de buenos peloteros en participar, el entusiasmo de los aficionados y el nivel de antaño.
Pronto sabremos cual es la verdadera voluntad de las autoridades cubanas al respecto.