Excelente entrevista donde el Gigante del Escambray habla de la Comision Nacional, el Cuba Unificado, el equipo ideal y otros muchos temas Foto: Katheryn Felipe. |
Por Michel Contreras.
Para mi amigo Adrián Gravie, que me llevó a la casa del Gigante
Yo nunca había hablado con Muñoz. Lo había tenido –eso sí- cerca, pero jamás cruzamos un saludo. Cada vez que estuvimos relativamente próximos, me limité a admirar la naturalidad con que llevaba esa grandeza que, a fuerza de batazos, le exprimió a los terrenos de pelota.
Ya era hora. Sentía que le faltaba eso a mi carrera. Sentía que para seguir escribiendo de pelota cubana, tenía que conversar con el pelotero más cubano. Un campesino que le dio la vuelta al mundo y siguió siendo guajiro, aferrado a la misma sonrisa que tenía antes de bajar del Escambray en los años sesenta.
Más que centímetros de altura, lo que le sobra al zurdo del Condado es naturalidad. Llegué a su casa, nos sentamos a hablar en el portal, y al ratico me llevó a recorrerla pieza a pieza, orgulloso de poder asegurar que él la había construido con sus manos. “Esa madera la corté yo mismo”, me decía. “Y en esa pared puse los bloques”.
Por más que viva en la ciudad desde hace mucho, Antonio Muñoz jamás ha roto su romance con la tierra. Antes de la entrevista, en medio de ella y aun después, disertó felizmente sobre sus cultivos de romero y hierbabuena, orégano y albahaca, y relató la historia de las cuatro palmitas que sembró justo a la entrada. ”Perdóname que hable tan alto”, me pedía, y enseguida retomaba los hilos de la charla.
Él hablaba y yo lo veía en aquel swing formidable del 80 contra una recta alta de Yukio Takemoto, la pelota volando hasta el bosque derecho y Muñoz levantando los brazos camino de tercera, gigantesco dentro del uniforme rojo. Hablaba, hablaba, y reparé en que pocos jugadores han podido blasonar de tanto porte en un diamante, tanta elegancia para cumplir el trámite brutal de pegarle un garrotazo a la pelota.
Hay, en la historia de las Series Nacionales, tres rutinas que con frecuencia rondan mi cabeza. Una es la de Marquetti haciendo una cuclilla, apoyado en la moña del bate y sonriente. Otra, la de Víctor persignándose a las guapas en un tiempo donde persignarse era mal visto. Y la restante, la de Muñoz subiéndose la manga del brazo derecho, no para amedrentar al lanzador, sino para sentirse libre, sin correas ni amarres ni tenazas, como el viento de aquellas montañas donde vino a la vida.
Ese mismo Muñoz de la manga recogida es el que estuvo hace unos días frente a mí. Lo vi indignarse con las cosas que ahora se ven en la pelota, y reír con las anécdotas de “aquellos tiempos lindos”, y sofocarse con las lágrimas que le sobrevinieron cuando aludió a Fidel.
Sin embargo, cada vez que hizo referencia a la leucemia que padece, se paró en el home plate con la virilidad atlética de antaño. Sin flojeras. Sin poses ensayadas. Parapetado únicamente en la confianza de un guajiro de 69 años que se sabe respetado, incluso, por la muerte.
Él hablaba, repito, y yo grabé el transcurso de aquel diálogo que fue de un lado a otro. Como el viento.
Sobre la Comisión Nacional
“El Estado cubano tiene que darse cuenta de que hay cargos que tienen que ser para personas que se han desempeñado en esa misma esfera. No puedo entender, por ejemplo, que los puestos de Comisionado o Jefe Técnico no los atienda siempre un atleta. Porque si vienes de fuera del béisbol, por mucho que tú me quieras ayudar, tú desconoces el dolor que estoy sintiendo o la necesidad que tengo de algo. Pero si tú eras pelotero y un jugador en activo viene a pedirte un par de spikes, si los tienes en reserva se los das, porque sabes los trabajos que da eso. Esas cosas hay que manejarlas mejor”.
Sobre la dirección de equipos
“Yo dirigí entre 1994 y 1998, y te digo que ser director a tiempo completo no es malo, pero tampoco bueno. Todo depende de cómo vaya el equipo para que te elogien o te critiquen. A veces diriges bien y no ganas, y si las cosas salen mal, siempre es culpa del manager. El secreto de ese trabajo es implantar una disciplina permanente, ser hombre con todos los jugadores -no con unos sí y con otros no- y tratar de conseguirles mejores condiciones de vida, como lo hizo Víctor Mesa con Matanzas”.
Sobre los entrenadores
“A los entrenadores de calidad hay que privilegiarlos. Nosotros tuvimos un entrenador que era una maravilla, y de él aprendimos mucho en esa época. Recuerdo que en un juego pegué dos tubeyes para el jardín izquierdo y un jonrón para el derecho, y él me dijo que en los primeros lanzamientos de cada vez al bate yo no podía empujar la pelota para el left field, sino que tenía que buscar envíos del medio hacia adentro y halar para mi mano, y que solo en dos strikes me dedicara a buscar contactos con bolas afuera”.
Sobre los capitanes
El capitán de equipo es como la abeja reina de la colmena, que tiene que controlar a los zánganos y hacer que el equipo produzca miel, que en este caso sería béisbol. Y tiene también que preocuparse porque los peloteros resuelvan sus problemas personales.
Sobre la entrega
“Yo les pido a los peloteros de hoy que se entreguen como se entregaron muchos jugadores de antes, que solo tenían el interés de ganar el campeonato para su provincia y hacer el equipo Cuba. Hoy hablamos de ómnibus con aire acondicionado, hoteles con televisión por cable, mejor alimentación, etcétera, pero para merecer esas cosas hay que demostrar calidad y respeto dentro y fuera del terreno”.
Sobre el team Cuba
“Hoy por hoy no tenemos suficiente calidad para ponernos a la altura de la élite del Clásico Mundial, pero también creo que hay que hacer mejor los equipos. Yo mismo debuté en Series Nacionales en 1967 y no fue hasta 1970 que hice mi primer team Cuba, a los Juegos Universitarios de Torino, Italia. Y ni siquiera era el equipo mayor, porque ese no lo integré hasta 1974, a la gira de la escuadra nacional por Japón. Estuve siete años sin llegar al equipo grande, a pesar del rendimiento que tenía. Es cierto que había mucha calidad en la posición (Marquetti, Mancebo, Sarduy, Chávez, Tomás Soto, Arturo Linares), pero de todos modos hay que reconocer que conmigo no se apuraron, y prefirieron irme adaptando por etapas al nivel del juego en el extranjero”.
Sobre inclusiones y excluidos
“Ahí está el caso de Yoelkys Céspedes, un talento al que le faltó la experiencia internacional. Para mi gusto, el muchacho debió ir a la Serie del Caribe, pero luego su puesto podía ocuparlo algún pelotero con más ‘carretera’, como Julio Pablo Martínez. Y lo mismo pudo suceder con Carlos Benítez… Te digo más. Si Freddy Asiel Álvarez no se enferma, Jonder Martínez -que todos los años gana más de los que pierde- no iba al Clásico a pesar de que se había incluido a Yosvani Torres, que llevaba dos meses buscando la victoria número 100. Y eso quiere decir que el hombre estaba mal, y no había razones para esperar que hiciera un milagro en el Clásico Mundial. Y otra cosa: el mismo Frank Camilo Morejón, con quien me llevo excelentemente, no podía ser titular en la receptoría cuando tienes tantos problemas con la ofensiva y cuentas con un bateador como Yosvani Alarcón. Igual creo que a Frederich Cepeda tenemos que aplaudirlo y hacerle el retiro que merece en el equipo, para darle oportunidad a otros jardineros con proyecciones de futuro”.
Sobre los viejos tiempos
“Te voy a citar un solo ejemplo, y que nadie se sienta ofendido con esto. A la alineación de Medellín 1978, Daisuke Matsuzaka también le podía haber metido 18 ceros, pero si se le escapaba un solo lanzamiento -¡uno solito!-, las lechadas se le iban a bolina. Aquello era un equipo donde todos eran Grandes Ligas: Medina, Marquetti, Cheíto, Casanova, Capiró, Fernando Sánchez”…
Sobre el número ‘5’
“Yo empecé en la pelota con el número ‘7’, pero cuando Silvio Montejo vino para el equipo tuve que dejar ese dorsal y me pasé al ‘19’, que también debí ceder después a otro jugador. Entonces pensé en usar el ‘29’, pero mi papá tenía en El Condado una finca en cuyo nombre estaba el 5, y él me sugirió que lo cogiera. Y así, hasta el sol de hoy, que hay uniformes míos con ese número en salas del Museo de la Lucha contra Bandidos, el Museo de Cienfuegos y el Museo Nacional del Deporte. Mi hijo de cuatro años tiene una camisita de pelotero con el ‘5’, y parece que puede dar buen bateador. Pero si él se dedicara a la pelota y llegara a categorías superiores, yo quisiera que se buscara otro, porque esas cosas hay que ganárselas. No es posible entender que cualquier novato se cuelgue el ‘32’ de Víctor o el ‘14’ de Casanova en los equipos provinciales”.
Sobre el Equipo Unificado
“Eso sería un refuerzo indiscutible para la selección nacional, pero al mismo tiempo habría que ver cómo se enfrentan las decepciones de muchos atletas que sentirían que sus esfuerzos en el campeonato del país no reciben recompensa. Por ejemplo, me pregunto qué pensaría William Saavedra si luego de un año entero de sacrificios y rendimiento, José Dariel Abreu viniera a ocupar el puesto de primera base en el equipo. Eso no quiere decir que yo esté en contra de esa posibilidad, sino que me parece que habría que encontrar la manera de solucionar las situaciones que se derivarían de eso”.
Sobre el Equipo Ideal
“Pestano es el mejor receptor integral que hemos tenido. Pacheco estaría en segunda, Germán Mesa –que bateaba poquito menos que Paret, pero le llegaba a los batazos que nadie podía llegarles- sería el campo corto, y en tercera colocaría a Linares, con Cheíto Rodríguez en el rol de designado. En los jardines, Casanova, Víctor y Lourdes. Jorge Fuentes de manager, aunque creo que Servio Borges fue también muy bueno. ¿Y en primera? En primera pondría a un pelotero que se llama Antonio Muñoz. ¿Tú lo conoces?”
Asi que dormir en un Hotel con television por cable, montar una guagua con aire acondicionado y la alimentacion eso hay que ganrselo, segun el guajiro descarao este que vino a Miami a pedirle dinero presisamente a Pito Abreu y ahora dice que como se sentiria Saavedra si pone a Pito en primera. Verdad que el mundo esta lleno de trastes y aprovechaos.Mira que yo admiraba a este tipo, pero veo que no vale ni cojone.Y lo digo con conocimiento de causa porque fue mucho lo que hablamos en el Presidente Supermarket de la pequena Habana.
ResponderBorrarMira so estúpido hijo de puta, no hables tanta mierda ni critiques a Antonio Muñoz que es 100 veces más cubano que tú. Tu debes ser una escoria de Mierdami que probablemente andes mendigando y dando las nalgas en esa mal llamada Pequeña Habana.
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