Sin poder en el arbitraje, Carmona, de 54 años de edad, traga en seco el sorbo amargo ante la posibilidad de que el mando lo asuma Víctor Mesa. Foto: Hansel Leyva. |
Por Jhonah Díaz González.
La Habana habla de pelota y lo hace plena de incertidumbre. Los días pasan, nos ponemos viejos y no llega el nombre del próximo mánager de Industriales. Desde hace un par de semanas, Play-Off tenía lista, o digamos engavetada, una entrevista que le había realizado a Guillermo Carmona, la persona que fue señalada hace unos meses como el sustituto de Javier Méndez en el banquillo.
El objetivo era publicar el texto apenas segundos después de que la Comisión Provincial de Béisbol diera a conocer su elección, que en el momento del diálogo no era otra que Carmona. Sin embargo, el batazo cambió su rumbo y ahora marcha a ras de pasto entre CF y LF, típico de la pelota que pica entre dos, se extiende y no tiene dueño.
Sin poder en el arbitraje, Carmona, de 54 años de edad, traga en seco el sorbo amargo ante la posibilidad de que el mando lo asuma Víctor Mesa. Cuando creía tener en sus manos una nueva oportunidad para conducir a Industriales, la tranquilidad abandonó el portal de su casa y, lentamente, se alejó de su puerta.
Vestido con un pulóver azul, que muestra una letra gótica, Guillermo se sinceró con nuestra revista para dialogar sobre la peliaguda situación y de sus meditados planes si, en el epílogo de esta novela, los demorados decisores confían en sus facultades como estratega.
¿Cómo entra Víctor Mesa en esta historia?
«Todo inició con el caso de Víctor Víctor, su hijo, quien quería jugar por La Habana. Después conozco por un programa de televisión [Jugada Perfecta] que su padre también estaba interesado en dirigir a Industriales. Eso ha frenado la decisión, porque él comenzó a hacer sus movimientos y enredó todo; es una persona que mueve bastante las masas y tiene buenas relaciones. Antes de eso estaba prácticamente definido que yo fuera el mánager, pero al él ofrecerse se comenzó un nuevo proceso».
Escribo estas líneas catorce días después de la conversación y Carmona todavía espera impaciente un fallo que anda a la par de ráfagas de vientos huracanados. La paciencia debió, inevitablemente, convertirla en una de sus virtudes, porque la sed de remendar el pasado cobra fuerza en su interior.
Y es que amén de las dificultades, del desprestigio reciente, Industriales es mística, una antigua especie de religión, y este experimentado entrenador lo tiene claro, porque ya lo vivió en carne propia cuando en el epílogo del siglo XX y en los albores del XXI un grupo talentoso fue parte de su día a día, y, de paso, fiel testigo de su tristeza tras aquel play-off final ante Santiago de Cuba en 1999.
Esa derrota es actualmente el argumento de sus metas. Anhela sacarse un puñal que le ha molestado por casi dos décadas. «Porque lo que más me gustaría es sacarme esa espina que tengo clavada», dice colmado de aspiraciones y sobrado de nerviosismo sano por levantar un trofeo al frente de los Leones.
¿Cómo surge la idea de su regreso?
«Trabajaba como comisario técnico en la pasada Serie Nacional cuando en una subserie entre Industriales y Matanzas, en el Victoria [de Girón], conversé un rato sobre el grupo con Arley Zamora, comisionado en La Habana, pero nada más. Algo muy informal, cosas generales. Pero este año, al incrementarse los problemas de salud de la hija de Javier, Arley me llamó y preguntó que si yo aceptaba el cargo en caso de que Méndez se viera imposibilitado y le dije que sí, que me dijera qué teníamos que hacer».
¿Qué sucedió luego de esa llamada?
«Desde el inicio de la Serie Provincial me puse a trabajar: chequear los partidos, mirar a los jugadores, y luego en el campeonato categoría Sub-23. Era importante conocer bien el estado de cada pelotero. A esta altura ya pensaba estar al frente de la preselección».
Hablando de los Mesas, la inclusión de Víctor Víctor debe potenciar un área del equipo que ahora mismo no está sobrada de calidad.
«Víctor Mesa Jr. debe convertir a Industriales en la selección con mejor línea central del país. Tenemos a Frank Camilo en la receptoría, a [Juan Carlos] Torriente y a Yorbert [Sánchez] como segunda y torpedero, en ese orden, y con Víctor en el jardín central es una línea central excelente.
»Industriales tenía sus lagunitas en ese aspecto, sobre todo en el central, porque creo que Stayler [Hernández] y [Yoandry] Urgellés pueden jugar bien en los extremos y el problema estaba ahí. Yoasán [Guillén] es bueno a la defensa, pero a la ofensiva no cumple las expectativas, y Mesa es un jugador de mayor rango. Indudablemente va a ser una gran ayuda para el equipo, y sabemos que es jugador que se entrega al máximo siempre».
¿Crees que si le dan la oportunidad esta generación de Industriales tiene la capacidad suficiente para revertir los pobres resultados alcanzados en los últimos años?
«El material para trabajar existe. Hay un grupo de jugadores que llegaron a una cierta edad pero que si se organizan, se preparan y se disciplinan pueden hacer muchas cosas todavía».
¿A cuáles jugadores usted se refiere?
«Te estoy hablando de Urgellés, [Alexander] Malleta, Stayler, Torriente. Y no te estoy diciendo que sean indisciplinados, solo que si ellos se organizan y ponen de su parte pueden ayudar mucho más al equipo. Además, está Frank Camilo en plenitud de facultades, que se entrega y debe ser fundamental, y se deben incluir a otros como [Wilfredo] Aroche, ahora con mayor protagonismo sin la presencia de Rudy Reyes, Yorbert, Alomá, son jugadores de calidad que junto a los más jóvenes me redondearían un conjunto competitivo».
¿Cómo calificaría la calidad de la preselección que se conformó?
«Primero, no me tuvieron en cuenta para convocar a los peloteros. Segundo, es verdad que Industriales ha bajado el nivel, pero en sentido general todas las provincias han bajado su nivel. La pelota cubana ha bajado su nivel. Todo depende de la inteligencia de cada mánager y su poder de decisión para hacer los ajustes pertinentes en el momento requerido.
»Muchos atletas se han ido del país, sin obviar a esos de la llamada cantera, los juveniles, los Sub-15. Antes se decía que se había ido uno, pero ahora no, ahora se va cualquiera, hasta los muchachos de 10 u 11 años. Así no es fácil, por eso es que vemos a jugadores que no están en condiciones de desempeñarse en la Serie Nacional pero tienes que ponerlos, porque te quedas sin opciones.
»Si a eso se le agregan otras situaciones, uno comprende que obligatoriamente el nivel debe ser inferior. Este año los juegos en la provincial de La Habana se paraban muchas veces porque no había pelotas. Tremenda corredera se formaba y los propios equipos ponían las suyas. Este es un deporte de muchos recursos. A los niños se les da un balón de fútbol y todo está resuelto. En el béisbol es bate, pelota, guante, spike, uniforme… es complicado».
¿Y cómo se puede llegar a tener un Industriales competitivo si el primer eslabón de la cadena, la provincial, no funciona?
«No solo es Industriales, esto pasa en todo el país. Es parejo, pasa en Matanzas, Holguín, Santiago de Cuba; ahora lo vemos más porque Industriales no clasificó. El problema está generalizado. Claro, en la competencia siempre habrá un primer lugar y un dieciséis, el dilema está en luchar para no ser tú ese dieciséis».
El designado como director, ya sea usted o Mesa, va a tener un difícil comienzo de temporada, pues no podrá contar con algunos lanzadores importantes contratados en el exterior. ¿Cómo Carmona valora este detalle?
« [Ian] Rendón, [Noelvis] Entenza, [Frank] Monthiet no estarán. Habrá que echarle mano a los que quedan. Tenemos suerte de que [Adrián, el Brujo] Sosa regresará, un buen pitcher, guerrero y que sirve como abridor o relevista. Además, en mi caso contaría con jóvenes como [Yoel David] Paula, el zurdo [Ariel] Díaz, [Pavel] Hernández, [Julio Raisán] Montesinos y Frank Herrera. Esperamos que se recupere Ediasbel [García], que tiene un problemita en el brazo».
Hace unos minutos me habló de Aroche, ¿qué otros jugadores de posición piensa potenciar?
«Me gusta un jugador que estuvo con Metropolitanos y luego de refuerzo con Mayabeque, Osmel Cordero; también se puede contar con el Chino Mestre, Ramón Peña, [Javier] Camero, que puede jugar jardín y primera. Cuando se hace un equipo tienes que contar con todos, y eso me pasó cuando dirigí hace unos años, los titulares eran jerarcas en decadencia, y si mirabas para el banco sabías que aquello iba a ser un problema. Siempre hay que hacer cambios y necesitas la mayor calidad posible en el dogout».
Sin embargo, este formato de Serie Nacional dista mucho de aquel que usted vivió hace más de una década.
«Exacto. Las características del campeonato te obligan a buscar todas las maneras posibles para pasar la primera etapa y después elegir a los refuerzos. Por ejemplo, Granma ganó con un equipo que se ajustó con la llegada de los refuerzos. Al inicio no tuvo a Roel Santos, Yordanis Samón, Alfredo Despaigne, pero cuando dos de estos se unieron a los recién llegados de otras provincias, conformaron una plantilla lista para luchar por el trofeo. Seleccionaron bien a sus refuerzos, se cohesionaron y ganaron. ¿Quién dice que eso no le pueda pasar a Industriales?».
En su primera ocasión con Industriales tenía como regulares a figuras históricas que tenían una calidad muy por encima del grupo que comandará ahora, ¿podría serle esta diferencia una dificultad?
«No. Pienso que me sería mucho más fácil. Cuando tú tienes un equipo en el que el nivel de los jugadores es similar, es más fácil dirigir, porque, al menos en mi estilo el que está bien juega. Yo no tengo bandera y cada cual debe cuidar su puesto; si eres titular y lo haces bien, perfecto, pero si el otro lo hace mejor vas a la banca. En tiempos pasados el titular estaba muy por encima del que estaba en la reserva, ahora son muy parecidos, y solo sobresalen dos o tres, como Frank Camilo, Malleta, a quien hay que darle cierto tratamiento por la edad. Urgellés y Stayler deben ponerse las pilas; Víctor está por encima. La disciplina es fundamental».
¿No le temblaría la mano para sentar a algunos que tienen el cartel de consagrados?
« ¡No, no, no, no, no…! A mí no me tiembla la mano, y ellos lo saben. No es bonito decirlo pero a muchos de esos que ahora son figuras cuando tuve que aplicársela, se la apliqué, porque si no lo haces no los estás ayudando. Cuando uno se porta mal, mamá debe dar una nalgada, porque de lo contrario sigues por el mal camino».
Tiene alguna idea para intentar mejorar la situación de los peloteros, apadrinarlos con empresas o algo parecido.
«Eso sería lo ideal, pero no depende de mí, sino de las autoridades del territorio. Pero es una idea maravillosa. Es esencial jugar sintiendo apoyo. No es bueno andar por las provincias preocupados por cosas que faltan en la casa. Eso se hizo en La Habana y funcionó. En el tiempo de [Rey Vicente] Anglada, cuando ganaron, fue un éxito, y si para ganar es válido, por qué no hacerlo.
»Sin embargo, lo mío es el terreno, luchar porque los jugadores lleguen temprano a los entrenamientos, sean disciplinados, practiquen, se organicen bien, porque hay que trabajar mucho en la parte técnica. Espero que me ayuden otras personas con esas otras cositas que no se ven en el terreno, pero son importantes también. Sería muy bueno».
¿Cuántos años estaría dispuesto a dirigir Industriales?
«Hasta que me boten, sin dudas. La vez anterior, comencé a presentar cierta negatividad en mi segundo año. Quería que me reforzaran con los muchachos de Metropolitanos porque el grupo se había debilitado en algunas áreas: [Juan] Padilla tuvo el accidente y otros jugadores se fueron [del país], pero en ese momento no accedieron a hacer los cambios. Existía una gran diferencia entre los titulares y los de la reserva, y esos titulares iban en proceso de decadencia, en picada.
»Además, existían jóvenes con talento, esos que después fueron campeones con Anglada. Cuando yo tomé el equipo, quería a Yasser Gómez y me pusieron a elegir entre él y Serguei Pérez. No entendía por qué no me podían dar a los dos, si ambos hacían falta. Detalles como esos me hicieron perder el interés. Y para que veas, después hicieron los ajustes de refuerzos y comenzaron a ganar».
Así piensa Guillermo Carmona, el hombre que dejó un nuevo contrato en Italia —trabajó nueve años en esa nación— para buscar una reconciliación con su pasado. Sus resultados fueron en extremo buenos con Metropolitanos, mientras que con Industriales no pudo llevarse el banderín.
En este momento, espera la decisión ya algo cabizbajo y con cierta negatividad por este confuso ambiente. Refugiado en la calma que supone el paso de una tormenta, todavía guarda esperanzas y se prepara para llegar a una cúspide que se antoja empinada, no exenta de obstáculos y solo inventariada para favorecidos con una precisión de cirujano. Y espera, además, que le cumplan lo prometido; de lo contrario se resignaría a pasar el resto de sus días con ese puñal que tiene clavado hace casi dos décadas. Él espera…
Que rescate al Torito Barcelan para Industriales, que el no es de mayabeque
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