El villaclareño presenta su queja sobre le terna guerra entre el futbol y el beisbol internacional en la TV Cubana. Foto: Orlando Morales Silverio |
Por Mayli Estévez.
Hace siete meses que Ariel Borrero en traje y corbata terminaba por decir adiós al béisbol activo en Cuba. Se iba luego de anunciarlo el año del duodécimo lugar, el año del campeonato y el año después del quinto título en las vitrinas anaranjadas. Borrero no estaba seguro y terminó por considerarlo una realidad la temporada en que se coronó como importación avileña en 2016.
Por estos días, anda colaborando con un excoequipero, Vladimir Hernández, mentor del Villa Clara hace dos series. Lo hizo primero con el Sub-23 de otro, Ariel Pestano.
«Me encuentro todavía en forma deportiva—dice mientras comparte esta conversación, con dos o tres swings a la malla—. Ayudé a Pestano porque me lo pidieron y ahora sigo con Vladimir, apoyándolo con los mayores. Corrigiendo un poco los errores que cometieron el año pasado.Vaya, los que vi, y otros que ellos anotaron en sus papeles, y así salir adelante para eliminar todas las deficiencias».
Borrero no es pelotero de los que hable con fluidez, salió del Central Washington, en Santo Domingo, donde, décadas después de su nacimiento, todo lo que hay es polvo colorado, atisbo de caña de azúcar y dos o tres familias con el apellido del «53» anaranjado. Tampoco fue un pelotero de academia, la única pirámide deportiva que conoció fue la mental, esa donde tenía que pararse en home, y con el madero, pegarle a la pelota para donde saliera. Trabajaba en una cervecería, hasta el día en que, viendo un partido de la Liga de Desarrollo, confirmó que su calidad no distaba mucho de aquello que veía.
«Ahora el país está pasando por un momento difícil porque no hay recursos para entrenar y masificar el béisbol con la exigencia del nivel mundial, pero hay talentos, hay que buscarlos donde estén. Pero con lo que hay, Villa Clara resuelve», resume el que también salió de la nada.
Hay jugadores en Cuba que prefirieron alargar un poco más su retiro en alguna liga internacional de poca monta como incentivo económico, ¿no lo pensaste?
«No he pensado en ligas extranjeras. Ya con mi edad es muy difícil encontrar un contrato. Sí fue muy buena noticia, por ejemplo, que La Rosa (Yulexis) se incluyera en esa liga de Canadá. Fue bueno para él, aunque hubiese sido mejor si hubiesen mirado a otros de Villa Clara, pero le tocó a él, solo espero que le vaya bien allá. A mí por ahora me queda entrenar a algunos muchachos en Villa Clara, y esperar más adelante cumplir tareas mayores. De aquí, regreso a la Academia de Béisbol como un profesor más. Aclaro: esto de entrenador es en la fase de preparación nada más, no en la serie. Tengo que descansar más, me pasé 21 años en la carretera y pienso tomarme las cosas con calma ahora, sin darme más trabajo de la cuenta».
Borrero no poseía una técnica depurada, aunque sí era dueño de una cábala peligrosa, unas veces flaqueaba y en otras funcionaba tirarle al primer lanzamiento. Por eso, me dice sin miramientos —como al cazar esa bola— cuando le cuestiono sobre las transmisiones deportivas en la Isla: «Cuando enganchas el televisor, donde quieras ves el fútbol, el mejor que se puede ver en el mundo. Y entonces ponen los juegos buenos de las Grandes Ligas, uno solo, en un horario que nadie ve, ya por las noches. Prácticamente te sientas en la casa, y te enteras que el juego empezó hace una hora y, sin embargo, el fútbol tiene horarios serios. Bien anunciado.No soy futbolero, quiero ver béisbol del bueno. Perdemos mucho por eso. Deben poner un poquito más de pelota, para recuperar el terreno perdido, y de la buena pelota, si saben a lo que me refiero».
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