Los medios norteños también quedaron sorprendidos por la presión y persecución de los entrenadores sobre los atletas Foto tomada del sitio de origen |
Por Mayli Estévez.
«Llegaron aquí sin nada, por lo que pidieron cosas tales como jabón, pasta de dientes o la comida que les gusta. Me aseguro de que tienen todo lo que necesitan», dice sin pelos en la lengua, Antoine Desrosiers, asistente de comunicaciones para la Liga de Béisbol Junior en Quebec (LBJEQ), y secretario de la gira de Cuba por aquella provincia. Desrosiers, que habla un perfecto español, y que duerme en el mismo lugar que los peloteros juveniles cubanos, también sirve como intérprete para entrenadores y jugadores del Sub 18 caribeño.
La tarea no es fácil…
Desrosiers por ejemplo no tiene cómo explicarle a la prensa canadiense, adaptados como están los medios allí a las habituales ruedas de prensa, que los peloteros juveniles cubanos no dan entrevistas después de los partidos. La prensa canadiense tampoco entiende por qué y se lo achacan a la libertad de prensa, cuando bien pudiera ser otro el tema. Pero los cubanos tampoco acceden a la prensa para decir cuál es el drama para ofrecer declaraciones y facilitarle el trabajo a los medios.
«El equipo cubano no dará ninguna entrevista—vuelve a decir Desrosiers. No estamos acostumbrados a ese tipo de negativas, aquí en Quebec y en Canadá, la libertad de prensa es bastante grande, pero es diferente para ellos (los cubanos). La situación cambia de un día para otro, son muy generosos a veces, pero a veces es más difícil. A veces entrego las solicitudes de entrevista un día antes, y ellos me advierten que unas horas antes del partido ellos decidirán si están de acuerdo o no. Es una cultura que es completamente diferente a la nuestra en este nivel». El secretario de Comunicaciones se abre totalmente con el sitio oficial de la liguilla en la que el Cuba Sub 18 se foguea. También le cuenta a algunos medios de aquella provincia lo que ha estado viendo. «Tendrán que familiarizarse con un entorno muy diferente al suyo», y les excusaba.
Los cubanos, además del partido en sí, tienen un programa turístico. Visitan ayuntamientos, museos, shoppings, zoológicos, heladerías, en fin, todo un intercambio, pero el también intérprete advierte que la delegación solo quiere centrarse en el béisbol, que se sienten presionados.
«A menudo su estado de ánimo depende del rendimiento y la eficacia del equipo. Mientras más se avanza en el recorrido, más se endurecen. Cualquier equipo pierde un partido—se explica Desrosiers—, pero a ellos les aumenta la presión. Quieren que les vaya bien y que la Federación Cubana esté satisfecha. Aquí tienen muchas distracciones. Queremos que se diviertan y sean felices, entonces hay varias cosas que van al margen de los partidos. Los cubanos no entienden que en la prensa puedan aparecer trabajos sobre ellos que cuestionen y critiquen muchas cosas, no entienden que podamos hablar de ellos de esa manera. En Cuba siguen una pauta, para los jugadores es un alivio, que solo el federativo y el entrenador hablen por ellos».
Esas no han sido las únicas precauciones de los peloteros juveniles cubanos. Para nadie es un secreto que la ausencia de un pacto con la Major League Baseball (MLB) sigue siendo un incentivo para negociadores intermediarios, más si los propios scouts han proclamado que sus intereses ahora están en esas categorías. Del equipo absoluto, pocos interesan, la mina de oro está en el Sub 18. Lo propios japoneses, que sí cuentan con la venia nacional, han afirmado que las miradas están dirigidas a la cantera. Por ello, el acoso sería cuestión de tiempo y los cubanos afianzaron la vigilancia a priori. De antemano, prospectos como Miguel González, Michel Triana y Víctor Mesa habían llamado la atención de los scouts profesionales. No obstante las medidas, hubo fugas.
Pero la idea era evitar ese defecto potencial de una deserción. No sería la primera vez que un pelotero cubano se beneficiase de una salida internacional para abandonar a su escuadra e ir tras sus propios intereses. Sobre todo porque —no es secreto para nadie— que algunos de los jugadores de este equipo podrían ser parte de la MLB en poco tiempo.
«El béisbol de Quebec—la institución que invita—ha contratado a un guardia de seguridad para cuidarlos, pero no siempre está con nosotros. Sobre todo está allí, durante los partidos. Los entrenadores del equipo, sin embargo, si están todo el tiempo. Cuando salen del autobús, siempre hay uno adelante, y otro al final de la fila», declaró. Según la revista de prensa de la página oficial de la liga: «En Granby, el viernes pasado, funcionarios de seguridad acompañaron al equipo en todos los viajes. En el restaurante, el zoológico, el ayuntamiento y, por supuesto, en la etapa Napoleón-Fontaine. Ellos son parte de la “familia”», escriben irónicamente, mientras recuerdan la deserción la pasada campaña en la Can Am, del jardinero villaclareño Lázaro Ramírez.
A medida que ganaban, los directivos cubanos se soltaron un poco, solo un poco. Aunque fueron tácitos en dos aspectos: no hablarían de política, ni de las deserciones en la pelota cubana. Lo primero lógico, lo segundo incomprensible. No obstante, y con la huida de dos de los integrantes del Cuba (la prensa de Quebec solo confirmó dos, aunque a Play-Off llegó el número de tres), los canadienses también callaron. Esta reportera recibió un correo del propio Desrosiers, excusándose porque tanto él como la organización que representa no emitirían juicios sobre el asunto. De parte de los cubanos, lo único que se ha escuchado de boca de algún protagonista de la gira preparatoria, es lo que el encargado de la categoría sub-18 años en la Dirección Nacional de Béisbol, Rolando Basulto, dijo sobre el pitcheo rival.
«Nos enfrentamos a los lanzadores que lanzan 88 o 90 mph. Esto es exactamente lo que estamos buscando en nuestra preparación para el Campeonato Mundial». Dos oraciones y es mejor no equivocarse.
«A su llegada a Quebec (la de los cubanos) había cierta desconfianza, pero esta desconfianza se ha desvanecido rápidamente y dio paso a una hermosa relación. Honestamente, es bueno hacer negocios con los cubanos». Eso lo dice el responsable de la élite del Béisbol Junior League de Quebec, porque a pesar del costo de 80 mil dólares, que supuso la invitación, gira, estancia y regalías, los estadios se han llenado. Fue una buena inversión.
«No hay que olvidar que estos jóvenes tienen entre 15 y 18 años. Muchos de ellos viajan por primera vez, y algunos puede que no vuelvan a viajar más fuera de Cuba. Más allá del deporte, es una experiencia de vida muy excepcional que se les ofrece, algo que ellos recordarán por mucho tiempo», concluía Antoine Desrosiers, luego de dar todas las pistas sobre el programa y el fuera de programa del Sub 18 cubano. Por este año le quedan cuatro partidos, aunque no se sabe si habrá una segunda incursión en una liguilla conveniente en el sentido de confrontación. Si nos guiamos por lo rentable quizás, si pesan las deserciones, pues no hay escapatoria. Se pensará mejor.
*Con la colaboración de la traducción del francés, de la máster Marlys Rodríguez
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