Por Jhonah Díaz
El pasado viernes 24 de noviembre Yoandry Urgellés llegó a la cifra de 100 jonrones en Series Nacionales de Béisbol. Por tal motivo Play Off Magazine rescata de sus archivos esta entrevista con el histórico jugador de los Industriales, con motivo de su regreso a las filas de los Leones.
El éxito no es un fin. El éxito es un proceso inacabable. Eso lo sabe Yohandry Urgellés, que solo mira hacia atrás para admirar lo bello de la vida, los pasajes de gratos recuerdos. No piensa ni maldice a quienes lo espolearon en horas bajas, más bien escucha los gritos voraces de aquellos que lo defendieron cuando intentaron comérselo como jauría.
Hoy, cuando los escépticos se hastían de preguntas sobre el cómo y el porqué de su nuevo renacer, revisa constantemente su teléfono móvil y se mantiene atento al tono del fijo de su hogar. Urgellés espera una llamada. Piensa que llegará de un momento a otro, pero pasan los días y el celular no vibra. A la casa solo timbran los verdaderos aliados, nunca esos que dicen serlo, y no lo son. El Tácata, como muchos le llaman, se siente maltratado. Uno más -de tantos- que sufre los sinsentidos de un sistema beisbolero deshilachado, sin soportes.
El mítico número 14 de Industriales aguarda por aquellos que rasgaron su confianza. Está a la expectativa de una explicación, -dice-, antes de asegurar que no está conforme con el trato recibido.
“Tuvieron la oportunidad de hablarme cuando me pidieron y estuve con ellos de refuerzo, pero no lo hicieron. No aprovecharon esa cobertura. Era fácil, solo había que decir: “Urgellés, nos equivocamos. Nos guiamos por tus lesiones. Ahora estás bien, has bajado de peso. Este es tu equipo.” No sé, echarle la culpa a cualquier cosa; un discursito breve. Nunca existió ese diálogo sincero”.
Era el mes de julio del 2015 y cientos de peloteros cubanos se preparaban para afrontar lo que fue la Serie Nacional de Béisbol (SNB) en su edición 55. Urgellés, jardinero y bateador zurdo, hombre respetado en el home plate, era uno de esos que corrían en un terreno -tal vez sin agua-, de seguro con sol.
Inalterable dentro de la filas de Industriales por más de una década, y campeón en varias oportunidades, el “Tácata” sumaba varias temporadas consecutivas sin estabilidad en su juego y lejos de su mejor versión. Tales aspectos condicionaban su presencia en el que hoy en día sigue considerando su equipo.
“Yo estaba claro que no iba a hacer el grado. Lloré y no me sentí bien. He dado mi vida y mis resultados ahí, solo por eso seguí un tiempo más, a la espera de un cambio de situación” -relata, aunque reconoce que no le gustó el contexto.
“Al principio del entrenamiento ellos se reunieron, me llamaron y mostraron unas estadísticas -que no eran mentiras- donde demostraban que en los últimos tres años me había lesionado mucho y que el rendimiento había bajado. Ellos -aparentemente- necesitaban peloteros sanos y listos para toda la campaña”.
A pesar de su malestar, de percibir cierta desconsideración e irrespeto a su currículum, el Novato del Año de la SNB 1999-2000, un tipo que se colgó una medalla de oro en los olímpicos de Atenas, no se amilanó, intentó comprender(los) y siguió adelante.
“Igual empecé el entrenamiento y estuve muy bien: bajé de peso, estaba sano y bateé en la Copa Yadier Pedroso in memoriam. Fue precisamente en ese torneo donde noté cierta intriga y muchas habladurías, y me decidí a hablar con Javier (Méndez)”.
Javier Méndez es uno de los mejores peloteros, de siempre, de La Habana. Tras la salida de Lázaro Vargas como director de Industriales, Javier preparaba su debut como manager y moldeaba el grupo. Por tal motivo, Urgellés no esperó más. Deseaba saber qué le deparaba el futuro y lo afrontó. “Solamente le pregunté: Dime si estoy en el equipo o no. Él me dijo que no estaba, y yo, como pelotero, me retiré”, recuerda.
De esta forma comprendimos que la historia rumoreada había sido un tanto descompuesta. Es decir, el quórum no fue mayúsculo y nunca existió una reunión programada, con la presencia del cuerpo técnico azul en pleno y de miembros de la Comisión Provincial de la capital. Todo fue más simple; menos complicado; menos engorroso. Así, fue dado de baja de la preselección y quedó varado, lleno de ilusiones comprimidas.
Sin embargo, los caminos se abrieron sin demora. Días después, Dany Valdespino, director de Artemisa, averiguó su número y lo llamó. Para la Copa Antillana de Acero, en el último mes de agosto, ante el asombro de millones de personas ajenas al tema, Urgellés no era un león ni vestía de azul. Otro color predominaba en su uniforme y pasó a ser un cazador.
“Creo que la decisión no sola fue de Javier. La política de muchos directivos es sacar a los viejos y poner a los nuevos. No solo pasa en La Habana, sino en todas las provincias, y eso no es así. A la juventud hay que abrirle paso cuando se lo gane”, cree Urgellés. “Los muchachos tienen que ganárselo. Cuando lo hagan, entonces sacas a los viejos, porque esos que están hace años han tenido un rendimiento y se han ganado todo el respeto del público”.
Desde el punto de vista individual, ¿cómo valoras la campaña 55 del béisbol cubano?
“Creo que para mí esta fue una de las mejores, porque tuve que sobreponerme a la dificultad de ser separado del equipo para el cual llevaba jugando tanto tiempo. Agradezco al DT de Artemisa; allí la pasé muy bien. Gracias a los buenos resultados con esa selección también estuve de refuerzo para la segunda ronda con Holguín. Todo eso me incentivó. Sin embargo, siempre estuve pendiente de lo que hacía Industriales.”
El caso dio un vuelco de 180 grados finalizada la etapa número dos. Urgellés terminó como tercero de los bateadores (.367 AVE). Jugó bien a la defensiva y se pareció a aquel pelotero que decidió para la mayor de las Antillas la Copa Intercontinental del 2006. Su swing tomó velocidad, estaba cerca de su peso ideal (80-82 kilogramos) y tenía ganas de demostrar su valía. Tales circunstancias, unida a la no clasificación de Holguín a la semifinal y el avance de Industriales entre los mejores cuatro de la lid, posibilitaron una recapacitación.
Cerca de siete meses después, de conectar casi un centenar de indiscutibles, impulsar más de 35 carreras, viajar miles de kilómetros, alejarse de sus tres hijos por largos períodos, compartir habitación y comedor con jugadores que nunca antes habían sido sus compañeros, Urgellés regresó al Estadio Latinoamericano, su casa; vestido de azul, de piel de león. Javier Méndez lo devolvió a casi el mismo grupo, a ese al que antes le habían negado la entrada, para afrontar la semifinal.
Tienes la opción de retornar definitivamente, ¿qué puede suceder?
“Toda Cuba sabe que yo soy el número 14 de Industriales, pero no es tan fácil. Deben llamarme y disculparse conmigo, porque creo que me lo merezco. Ellos me pidieron de refuerzo y yo asistí sin pedir nada a cambio, sin reclamaciones, y les jugué en los play-off. Hice todo eso por mi rendimiento, por mis fanáticos, que me siguieron incluso cuando estaba en Artemisa y Holguín. Ellos se equivocaron, me deben una respuesta. Espero que me llamen, recapaciten y hablen conmigo para decidirme. Si no, todo sigue como hasta ahora. Yo no me voy a brindar.”
Actualmente, Yohandry comenta que físicamente está perfecto. “Cero lesiones, bajé de peso, mi estado ha mejorado. La verdad es que cuando va a empezar la pelota me siento muy bien. Ahora estoy haciendo pesas, reincorporado después de unos días de descanso en Varadero, porque todo no puede ser el deporte. A a la familia también hay que atenderla; ellos se sacrifican cuando uno está jugando”.
Tus números te devolvieron un uniforme con cuatro letras en mayúsculas. Regresaste al team nacional en un juego trascendental, Tampa Bay Rays vs Cuba, y en el Latino…
“Eso me cogió por sorpresa. Este año, la verdad, me estaba preparando para ver si podía firmar algún contrato. Estar en ese encuentro fue muy grande para mí, porque muchos de los entrenadores de la preselección fueron peloteros, fueron estrellas, pero nunca tuvieron esa oportunidad y yo sí.”
¿Contrato -le pregunto sorprendido?
“Sí, contratos. Ya están en Cuba y uno debe empezar a prepararse, porque cuando firmes debes enfrentarte a un nivel superior, a atletas que piensan. Uno está obligado a esforzarse, entrenar y pensar más. Cualquier liga a la que uno vaya, si lo miras bien, tiene más nivel que la Serie Nacional, porque esta ha bajado un poco. Pero bueno, los contratos no dependen de nosotros. Hay directivos en la Comisión Nacional que se encargan de eso y uno tiene que esperar, pero sin dormirse.”
Urgellés en el próximo Clásico Mundial, ¿utopía o realidad?
“Realmente no he pensado mucho en el Clásico Mundial, pero si mantengo el rendimiento y me llevan, bueno. Rumbo al primero en el 2006 formé parte de la pre-nómina, rendí y no me llevaron; todavía no sé por qué. En el 2009 fue igual. Sería importante participar en ese tipo de torneo para probarme a mí mismo como atleta, probarme ante ese pitcheo. Soy campeón olímpico, jugué ante el Tampa y lo único que me falta es un clásico.
“Pero lo importante -prosigue- es ir al terreno, y hacer lo que uno sabe. El deporte es de suerte, a veces te preparas bien y el rendimiento no sale. También cada director que ponen toma sus decisiones, y a veces no llevan al hombre que mejor está y selecciona a otro. Es por eso que en Cuba el rendimiento para algunos influye y para otros no, pero siempre hay que rendir para que no quede por uno.”
Urgellés no anda abrumado; no tiene pesadumbre. Su orgullo está intacto. Piensa incluso que el contrato en el exterior puede materializarse, porque los directivos de la Comisión Nacional deben tener una buena opinión sobre un deportista que mantuvo un excelente rendimiento en tres equipos diferentes en un año; ese es su caso. Además, observa con muy buenos ojos las gestiones que se han dado entre la Federación Cubana y la Major League Baseball (MLB).
“Esos pasos son muy buenos. Así se evita que los peloteros se vayan en lanchas y los perdamos después de que los formamos. Es mejor que se establezca una relación, que se produzca un intercambio para que cuando la MLB quiera a nuestros peloteros estos puedan ir, y que Cuba, cuando estos vengan, les cobre su porcentaje. Todos los que se han ido se sienten cubanos en cualquier lugar donde estén. Vinieron Alexei Ramírez, José Dariel “Pito” Abreu, Yasiel Puig y Brayan Peña. Estas cosas son buenas para que nuestra pelota no se siga marchitando”.
¿Te gusta la idea de un equipo unificado de Cuba para el Clásico Mundial?
“Eso no depende de mí, pero si así fuera, yo lo quisiera. Muchos de esos peloteros jugaron conmigo aquí en la Serie Nacional. Sin embargo, los directivos de nuestro béisbol no piensan de esta manera. Creo que lo importante no es el dónde están, si llegan a nuestra selección ahora van a dar más por la camiseta. Ellos están locos por volver a Cuba, ver a su familia. Dondequiera que haya cubanos tenemos que unirnos.”
¿Cuál ha sido el entrenador con el que mejor te has sentido?
“El mejor director se llama Rey Vicente Anglada. Hombre, amigo. Nos enseñó a jugar, a pensar, a usar el concepto de la hombría, en todos los sentidos. Él para nosotros, más que un DT, fue un padre. No lo digo yo: lo dijo (Osmani) Urrutia en “Confesiones de Grandes”; lo dijo Adiel Palma, que solo lo conocieron en el período de dos años que estuvo en el Equipo Nacional. Imagínate mi caso, que pasé con él siete años. Creo que ha sido lo más grande como director.”
¿Sueños pendientes?
“Quedan muchos, pero lo que más deseo es que me llegue un contrato y representar a Cuba en un Clásico Mundial. Esos son mis dos grandes sueños. Estoy meditando la idea de retirarme en caso de no participar en el clásico. Claro, si juego el clásico, o llega un contrato, jugaría par de años más, pero lo que no puede suceder es que se repita lo de mi separación del equipo Industriales. Un ser humano no puede pasar por eso dos veces. Uno tiene que entender cuándo es el momento de retirarse.”
Al cerrar el diálogo, Urgellés, que cumple 35 años de edad en julio, aún aguardaba por una llamada para dialogar sobre cuál sería su próximo paso. Su móvil no vibró y no han llegado las disculpas que ansía. Él desea que le devuelvan el alma al cuerpo; quiere sentirse más libre, soltar la tensión extrema. Él añora ser aplaudido de nuevo en su Latino; el de todos.
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