SIN CENSURA: Javier Méndez sobre sus exclusiones del Cuba, su retiro, Industriales, el Yuli y Víctor

Entrevista a Javier Méndez, uno de los jugadores más querido de la capital y toda Cuba.
Entrevista a Javier Méndez, uno de los jugadores más querido de la capital y toda Cuba.
Foto: Pedro Enrique Rodríguez
Por Gabriel García Galano.

El lugar escogido, Playa. Un terreno de béisbol. Sin gradas, con un solo banco. A esa hora de la tarde, algunos se lanzan pelotas, fonguean. Otros, más allá, juegan fútbol. Y, como siempre, los hay que no hacen nada.


“Desearía haber tenido más tiempo”, dice Javier como quien lamenta que el dios Cronos no le vaya a dejar hablar todo lo que quiere decir. Nosotros le prometemos que seremos breves, que sabemos que está ocupado. Pero la brevedad es imposible. El 17 habla mucho y muy bien. Cada respuesta es larga y se cuida de no olvidar detalle alguno. Tardamos más de una hora, pero la espera, la charla y el resultado, valen la pena.

Sentados en el césped, como si habláramos con un amigo de toda la vida que hace rato no vemos, entrevistamos a Javier Méndez, uno de los jugadores más querido de la capital cubana.

Empezaste en Series Nacionales con Metropolitanos, donde tenías el número 15. ¿Cómo fue tu experiencia en ese equipo?

«Muy buena, aunque al principio no quería, porque como todo niño deseaba jugar en Industriales, que es el equipo insignia de la capital. Luego, con el paso del tiempo y adquiriendo experiencia, entendí que los Metros fueron muy importantes en mi carrera, pues me dieron la posibilidad de desarrollarme como atleta, de jugar diariamente y, sobre todo, de hacer cosas que quizás en Industriales no podría hacer, pues en Industriales hay más presión, lo tienes que hacer todo muy bien porque si no, no juegas.

«En fin, me fue muy bien. Ese año incluso discutí el novato del año, hasta que tuve un encontronazo en primera con Agustín Lescaille y tuve que dejar de jugar quince días. Terminé con contusión y conmoción cerebral. Ahí, de paso, también empecé a darme cuenta de que las lesiones me iban a perseguir. Esa temporada fue Jorge Milián el novato del año».



Cuando eliminaron a Metropolitanos, en el nuevo cambio de estructura, ¿qué sentiste? ¿Crees que la pelota en la capital se ha visto debilitada por esa decisión?

«No se puede discutir que en efecto Metropolitanos era una cantera de formación de atletas que después llegaban a Industriales, y que la capital tenía ventaja en este sentido sobre otras provincias. No obstante, en Pinar del Río o Matanzas, también había dos equipos. Creo igualmente que, por la cantidad de habitantes de la capital, ameritaba tener dos equipos, era una posibilidad única que existía para que tantos atletas pudieran jugar y desarrollarse.

«Con la desaparición de Metros, muchos de ellos emigraron a otras provincias o dejaron de jugar y se cortó en seco el desarrollo acelerado de nuevas figuras, porque no podían jugar en Industriales ya que los Azules estaban con un equipo completo y establecido. No cabían. Fue un momento difícil porque muchos jugadores vieron sus carreras truncadas de pronto, sin haberse podido desarrollar lo suficiente para aspirar a llegar a Industriales.

«Personalmente la decisión no me gustó. Fue el equipo donde comencé. Además, era un conjunto que tenía su fanaticada. Que se molestaba cuando le quitaban jugadores, pero que siempre resurgía porque había mucho talento. Pero sobre todo porque de ahí salieron varias estrellas que luego brillaron en Industriales».



La gente cuando habla de un guante grande suele decir que “fulano tiene una jaba como la de Javier”. ¿Era de veras tan grande el guante?

«Cuando fui a Japón en 1994 y 1995, me hicieron ese guante. Bueno no solo ese, eran varios. Las dimensiones no eran normales, a decir verdad. Y la espectacularidad que le agregaba uno por la manera de jugar, por los fildeos que hacía, vamos, ese guante permitía hacer cosas que pareciera que con uno normal no se podían hacer.

«El guante en realidad era grande. He visto después los vídeos y daba la impresión de ser más grande aún de lo que era. Y de ahí salió aquello de “la jaba”».




Con el caso del equipo Cuba, y apartando el hecho de que coincidiste en un tiempo de grandes jardineros, ¿alguna vez sentiste que fueron injustos contigo, cuando no te incluían en los equipos nacionales? ¿Cuál fue la exclusión que te marcó más?

«Cada vez que uno hace un buen trabajo, desea que se lo reconozcan. Y sí, sentí que fueron injustos conmigo en ocasiones, apartando, como bien dices, que había muy buenos jardineros. Pero pienso que pude haber hecho más equipos nacionales.

«La que más me marcó fue en 1986, cuando fuimos campeones en la Nacional y después tuvimos un buen papel en la Selectiva. Tuve un muy buen rendimiento, tenía grandes expectativas. Tenía 21 años y había sido tercer bate de los Industriales. Me sentía que estaba hecho para integrar el Cuba y no lo hice. Eso me marcó mucho y me frustré, tanto que me lesioné.

«Dice un refrán que “el exceso de entusiasmo no es bueno para lidiar con las frustraciones”, y yo me quedé aquí en La Habana entrenando, con otros peloteros. Pero no tenía ganas de hacer nada. Y un día no calenté bien y me lesioné el brazo. Después de la recuperación tuve otros problemas. Me enfermé de hepatitis, me dieron un pelotazo en la cabeza y estuve ingresado, en fin. Pero siempre fui muy perseverante y regresé con nuevos bríos, tratando de sobreponerme, de hacerlo mejor».



Decidir tu retiro del deporte activo, ¿cómo fue?

«Yo tenía pensado retirarme en el 2002. El año anterior tuve una temporada mala y comenzaron las especulaciones, y eso me hirió. Por eso me preparé muy bien y le agradezco a Rolando Verde, que con un buen plan de trabajo logró ayudarme a prepararme muy bien, para que tratara de revertir la imagen que tenía la gente de mí, que decían que estaba acabado y tal.

«No obstante, me di a la tarea de prepararme para retirarme en la mejor forma y me estaba yendo bien, hasta que llegó el pelotazo de Maels en el Latino que me fracturó la mano y no pude continuar.

«Pero el destino quería que me retirara más arriba. En el 2002 no pudimos ganar. Sin embargo, al año siguiente me preparé bien y volvimos al ruedo y ese año ganamos, implantamos récord de victorias, logré poner récord de empujadas y rompí el récord de dobles de Pacheco, llegué a más de 2000 indiscutibles y fui el jugador más valioso de la Serie. Eso me catapultó al equipo nacional.




«En ese tiempo íbamos a un torneo en Holanda y fallece mi padre. Él era una de las personas que más me motivaba a seguir jugando béisbol y al fallecer me desmotivé un poco. En ese equipo jugué bastante bien, de hecho, a Holanda le ganamos 3×2 y remolqué dos de las tres anotaciones. Ganamos allá y al regreso íbamos a disputar el preolímpico en Panamá de cara a la Copa Mundial de La Habana.

«Ahí me dirigí a las autoridades y les dije que no quería seguir jugando, que ya había llegado al tope de mi carrera, y salí del equipo. Fue muy importante e interesante, porque la verdad no sé cuántos atletas se han retirado en medio de un calendario competitivo siendo parte del equipo nacional».

Hablar de retiros es un tema sensible en la pelota cubana. Muchas generaciones de atletas se han visto retiradas sin homenajes ni reconocimientos. Simplemente les han abierto la puerta trasera señalándoles el camino que deben seguir. Javier fue uno de ellos.

La revista Bohemia ese año le dedicó la portada en una de sus ediciones, con una tremenda entrevista titulada “Javier Méndez: adiós no, hasta luego”. No obstante, como a otros grandes, no hubo estadios repletos, ni pantallas, ni miles de aficionados coreando su nombre. Se fue en silencio, sin más.



Ya que hablamos de retiros, recientemente Tabares se despidió del deporte activo, pero tú, como otros peloteros habaneros, no tuviste la oportunidad de algo así.

«Siempre hay insatisfacciones cuando tu trabajo no es reconocido. Hubo muchos peloteros que se retiraron en esa época y no tuvieron la oportunidad de ese momento bonito, cuando se reconoce el trabajo realizado y que el pueblo te reconozca tu labor dentro del deporte. Eso es muy importante para el atleta cubano: el reconocimiento del pueblo».

Hablemos del Javier Méndez como director. ¿Cómo es dirigir Industriales? ¿Cuánta presión trae el cargo?

«Yo nunca quise dirigir en la pelota. Muchas veces se me acercaron y me preguntaron por qué no dirigía y yo no me animaba. No me gustaba. Pero siempre me dije que después de ser atleta activo, algo tenía que hacer. Así que me preparé, pasé un Máster en el Fajardo y estudié bastante. Un día me plantearon el reto las autoridades de la provincia y decidí aceptar la aventura de dirigir, sabiendo lo difícil que podía resultar y lo complicado que es ser dirigir pelota en Cuba.

«Comencé a buscar mucha información y asesoría, me ayudaron mucho Pedro Medina, Anglada, Pedro Chávez y me nutrí de muchas experiencias para tratar de lograr un buen trabajo. Siempre quise unir al equipo como una familia, pues tenía las mejores relaciones con muchos, algunos fueron compañeros míos y con otros compartí alguna que otra vez en el terreno. Sé que es muy difícil unir así a personas tan diferentes, tan disímiles, pero lo intenté. Después de mi vida como pelotero, creo que no me he sentido tan útil en el plano profesional como cuando dirigí Industriales.



«En ese tiempo creo que ayudé a transmitir experiencias y conocimientos y me fortalecí más espiritualmente como persona. Aprendí mucho del béisbol, que siempre tiene cosas nuevas. Realizamos una estrategia de trabajo prevista para cuatro años donde visualizamos nuestras fortalezas, debilidades, oportunidades y se las presentamos a las autoridades de la provincia, todo muy bien elaborado, asesorado por profesionales y doctores en ciencias como Javier Labrada, del Fajardo. Pero vino el problema de la enfermedad de mi hija y no pude continuar.

«No obstante, no era un proyecto “championista”. Claro, que el objetivo a largo plazo era escalar a la primera posición, ser campeones, pero se enfocaba también en desarrollar al máximo las potencialidades de los atletas, asegurar continuidad en el equipo. El primer año quedamos cuartos luego de ir muy bien, pero por el camino tuvimos dos bajas muy sensibles que afectaron el rendimiento del conjunto y no se pudo avanzar más. Pero los objetivos para ese año se cumplieron.

«El año siguiente fue muy atípico, pues comenzamos sin nuestras principales figuras, que andaban cumpliendo contratos internacionales. Imagina, que el primer lanzador era Joel David Paula, un novato. Entre cuatro o cinco lanzadores no tenían ni diez victorias. Luego empezaron a incorporarse los otros: Entenza, Montieth, Rendón. Avanzamos, sí. Pero al final no pudimos lograr dos victorias en seis partidos. Esa es mi historia como director. Me considero aún un aprendiz de director, no un director de equipo. Me falta mucho por aprender todavía. Pero eso se logra con tiempo».



Ya que lo mencionaste, ¿cómo afectó al equipo el hecho de perder a Yulieski Gurriel y a su hermano Lourdes en el medio del campeonato?

«Siempre es traumático perder un jugador estrella. Yulieski ese año bateó .500 y estaba en una forma impresionante, al igual que su hermano. Para el grupo, siempre que se separa un jugador es un evento traumático. Sobre todo, un pelotero de la calidad de Yulieski, que empujaba muchas carreras y a la defensa se desempeñaba muy bien.

«Como mismo es duro para el grupo, los es para los directivos del equipo, pues hay que readaptar el conjunto a que trate de transformarse, de inculcarles que hay que seguir adelante por duro que sea, pues hay un pueblo que nos sigue y aplaude y con eso no se juega».




También mencionaste en ese momento el estado de salud de tu hija. ¿Cómo afrontaste este problema? ¿En qué situación se encuentra ahora?

«Ahora que me haces esa pregunta, quería decirte algo, pues cuando a mi hija le diagnostican la enfermedad hablamos en casa y llegamos a un compromiso de que haríamos una entrevista al respecto cuando diagnosticaran que su estado de salud avanzaba favorablemente, cuando se hablara de una mejoría en su enfermedad.

«Es bueno que me preguntes para aclarar lo que sucedió, pues otros colegas periodistas se me acercaron a hablarme de la situación y buscando el detalle en entrevistas, pero yo les explicaba el compromiso que habíamos hecho y no me iba a involucrar en eso, pues estaba muy preocupado y no quería hablar del tema.

«Ha sido un momento muy duro para la familia, para mi esposa, para mi hijo, para mí, para todos. Actualmente se le hizo ya un trasplante de médula y afortunadamente está evolucionando favorablemente, los tratamientos van bien, la salud ha mejorado.

«Quisiera aprovechar de paso para agradecer al equipo del hospital Hermanos Amejeiras, al director Estévez, a los doctores Carnout, Calixto, Kaly, Melissa y a todo el equipo del hospital que han sido maravillosos con mi hija y con la familia. Ellos son personas a las que le estaré eternamente agradecido.

«Esto fue lo que más me frenó a poder dirigir este último año con Industriales. Ahora me siento muy feliz y optimista por cómo están saliendo las cosas».



¿Cómo viste la decisión de nombrar a Víctor Mesa como director de Industriales?

«Pienso que Víctor ha sido un magnífico jugador de béisbol y el mejor center field de la pelota cubana. Con él mantengo las mejores relaciones y además de ser rivales en el terreno hemos trabajado juntos, por ejemplo, en el partido contra Tampa, aquí en La Habana.

«Sobre la decisión de nombrarlo manager de Industriales no sabría qué decirte, salvo que es algo polémico, pues siempre se ha visto a Víctor Mesa como figura emblemática de los equipos del centro del país, tanto Villa Clara como Las Villas en su tiempo. Cuando lo vi ya una vez con el uniforme de Matanzas, me pareció raro por ese detalle, verlo a él, siempre tan de Villa Clara, vestido de matancero.

«No obstante Víctor es un hombre al que la pelota le corre por las venas, y pone mucha entrega, mucho ahínco y preocupación por sus jugadores, le dedica mucho al entrenamiento y quiere que jueguen como él. Es un show. Es tan entregado como polémico. Por eso tiene sus detractores y claro, sus seguidores. Pero me parece que él es de Cuba entera. Y tener un hombre así ayudando a Industriales me parece bien.

«Logró mucho este año, el equipo fue de décimo a cuarto, llenó el Latinoamericano, la efervescencia beisbolera capitalina regresó, había mucha gente motivada por el béisbol. Y Víctor fue parte de todo eso. Cierto es que muchos no simpatizan con él, pero nadie es moneda de oro para caerle bien a todos».



Basta revisar la nómina para darse cuenta que Industriales es un equipo que envejece. ¿Necesita el conjunto un cambio generacional?

«Ese era un punto que teníamos en nuestro plan de trabajo de cuatro años. Aunque el béisbol es un deporte longevo hay que prepararse mucho y mientras más pasa el tiempo debes redoblar el esfuerzo. Cosas que hacías antes, ya no las puedes hacer, te tienes que cuidar más.

«Hay que estar preparado para saber decir que ya terminaste, y eso lo teníamos pensado. Teníamos que desarrollar nuevos talentos, pues nuestras estrellas no son eternas. En la capital ahora mismo no veo prospectos para aportar a corto plazo una camada de jugadores emblemáticos que sustituyan los que hay. El béisbol se ha desangrado mucho en Cuba, y sobre todo en La Habana y eso nos deja atados de pies y manos a corto plazo.

«Hemos tenido que apurar procesos de desarrollo y los resultados no han sido los mejores. Si construyes un edificio con malas bases, este se cae. Creo fuertemente que va a pasar tiempo para tener figuras en varias posiciones que tengan un destaque colosal».



¿Qué piensas del tema del equipo unificado como opción para rescatar el béisbol cubano?

«Creo que para ese tema deben existir negociaciones, y no quiero especular, no sé cuál sería la trayectoria a tomar. Eso sí, pienso que hay muchos jugadores que, aunque no estén en Cuba, llevan la isla en la sangre, la piensan y quisieran representarnos. Incluso, he hablado con algunos de ellos que quieren tener la posibilidad de estar en un evento donde vuelvan a portar las cuatro letras. Eso sería muy bonito, pues el béisbol es solo uno, es la sangre de los cubanos, lo que nos corre por las venas, es identidad nacional, es cultura, patrimonio y te mentiría si te digo que no deseo que nuestro equipo esté entre los mejores del mundo siempre»

Para relajarnos un poco de todo lo deportivo, vamos al Javier Méndez como persona, tus gustos, etcétera… ¿Cuál es tu color favorito?

Azul.

De volver a nacer, ¿qué otra profesión elegirías? como si deseas ser pelotero de nuevo…

Sería periodista…

¿Qué equipo de fútbol te gusta?

Barcelona.

¿Qué es lo que más te molesta?

La hipocresía.

Y lo que más te gusta…

La sinceridad.



Hay una pregunta que no puedo dejar de hacerte. ¿Volverías, mejor, volverás a dirigir Industriales?

«A mí me gustaría mucho hacerlo. Creo que dos años dirigiendo cualquier equipo, y más Industriales, no te consolidan como un buen director. Hay mucho que hacer y aprender. También hay tiempo por delante y no pienso morirme ahora. Pero me gustaría volver a intentarlo, volver a dirigir a Industriales.

«Igualmente te digo que creo que se le debe dar otra oportunidad a Víctor, para que trate de revertir las deficiencias e insatisfacciones que existieron, porque fue un buen año, a pesar de que no se logró el título, y son cosas que no se miden por un solo año.

«Me encantaría volver a dirigir, aunque sabes que eso no depende de mí ahora, hay otros factores. Pero si preguntas por mi disposición, es que sí. Estoy dispuesto a volver a dirigir Industriales».


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