La sangre joven del campo y pista cubano resolvió el 7mo puesto del evento |
Por Yunier Javier Sifonte Díaz
El séptimo puesto del vallista Roger Iribarne cerró la participación cubana en el XVII Campeonato Mundial de Atletismo Bajo Techo, una cita donde la Mayor de Las Antillas consiguió dos preseas y terminó entre las diez primeras naciones en la tabla general de medallas.
Luego de estampar su mejor crono histórico en la instancia semifinal, Iribarne concurrió a la discusión del título en los 60 metros con vallas y aunque sufrió un traspié que lo dejó sin opciones, el hecho de llegar a esa instancia ya representa para él un buen resultado. En la discusión del oro la corona recayó en el local Andrew Pozzi (7.46s), escoltado por el estadounidense Jarred Eaton y el francés Aurel Manga.
Con esa carrera la Isla colocó el punto final a su presencia en Birmingham y cerró el primer macrociclo de preparación de la actual temporada. Luego de una modesta participación en el mundial techado de 2016, Cuba asistió a la ciudad británica con una comitiva de ocho atletas, la mayoría con menos de 23 años y resultados de nivel en las categorías inferiores. Para ellos, necesitados de un continuo roce con la élite del campo y pista, la acertada estrategia de la Comisión Nacional les ofrece un espacio necesario para consolidar rendimientos.
Como ya sucedió hace menos de un año en la cita mundial al aire libre, otra vez los jóvenes del equipo nacional pusieron las notas más altas y demostraron sus potencialidades de cara a los compromisos del futuro. Tanto el espectacular oro del saltador Juan Miguel Echevarría, como el merecido bronce de Yorgelis Rodríguez y la entrada en finales de Roger Iribarne —todos novatos en mundiales techados— hablan de la existencia de un grupo de talentos llamados a rescatar los éxitos del deporte rey ahora y en los años venideros.
La actuación de Echevarría merece todos los elogios posibles. A sus 19 años el camagüeyano no solo derrotó de golpe a los dos últimos campeones mundiales de ese evento, sino que se convirtió en el saltador más joven en obtener un título universal bajo techo en cualquier especialidad. Además, sus 8.46m encabezan el ranking del año en el planeta, empatan en el tercer puesto de la lista cubana de todos los tiempos y representan el mejor salto conseguido en una final bajo techo desde la versión de Maebashi 1999.
En el caso de Yorgelis Rodríguez, sus escasos 23 años, el récord nacional de 4637 puntos en el pentatlón y su primera medalla en eventos universales entre mayores, la ratifican como una luminaria en ascenso y una fuerte candidata a subir al podio tanto en la cita planetaria de Doha 2019 como en los olímpicos de Tokio 2020. Ahora, su relativo ascenso en la impulsión de la bala —el peor de todos sus eventos— y la estabilidad en el salto de altura, hablan de cuánto puede mejorar aun en su rendimiento.
Mientras tanto, aunque el séptimo lugar de Yarisley Silva está lejos del mejor nivel de la antillana, lo más interesante de su presentación radica en verla saltar con facilidad sobre 4.60m en su primera competencia del año.Acostumbrada a mejorar su rendimiento acorde avanza la temporada y con un nivel probado en los más difíciles escenarios, la titular mundial tanto al aire libre como bajo techo tiene otra vez el reto de mantenerse en la élite de una especialidad con varias mujeres entre las mejores de la historia.
Finalmente, el séptimo puesto de Yaniuvis López en la impulsión de la bala y la concreción de su marca personal bajo techo la mantienen estable dentro de una especialidad que ahora mismo no cuenta con el nivel de hace algunos años. Maikel Massó, por su parte, no pudo repetir su entrada entre los ocho mejores del pasado año en el salto de longitud y tuvo que abandonar la competencia luego de una lesión en su primera tentativa.
Sin embargo, la nota negativa del mundial la dejaron nuestros representantes en el triple salto, demasiado alejados de su nivel promedio y otra vez descoordinados en sus acercamientos a la tabla. Tanto para Cristian Nápoles —con algunas salidas en la gira europea— como para Andy Díaz, su participación bajo techo se redujo a un salto válido y a recordar otra vez fantasma de la ineficiencia que tanto acosa a los triplistas criollos en los momentos importantes de la temporada.
Si tenemos en cuenta que Birmingham representa solo el primer gran compromiso de una temporada marcada además por la Liga de Diamante, la Copa Continental de la IAAF y en el caso de los cubanos también los Juegos Centroamericanos y del Caribe, el desafío del año consiste en sostener e incluso mejorar esas marcas. Para nuestros representantes, sobre todo los de mejor actuación ahora, se impone un trabajo inteligente para no adelantar etapas y consolidar estos logros más allá de la actual temporada.
Otros resultados
En las últimas discusiones de título de este campeonato mundial, los etíopes Yomif Kejelcha (8:14.41) y Samuel Tefera (3:58.19) dominaron unas discretas carreras de 3 mil y 1500 metros planos, respectivamente. A su vez, Francine Niyonsaba (1:58.31) repitió su título de Portland 2016 en los 800 metros para las damas y la serbia Ivana Spanovic (6.96m) se las arregló para dejar en segundo puesto a una histórica como Britney Reese (6.89m) en el salto de longitud.
En el colofón de un evento marcado por excelentes marcas y competencias definidas en los últimos instantes, el pertiguista francés Renaud Lavillenie (5.90m) conquistó su tercer título bajo techo y la posta de Estados Unidos (3:23.85) dominó el relevo de 4×400 metros entre las damas. No obstante, su similar entre los hombres no pudo retener el título y vio cómo Polonia (3:01.77) se llevó el oro con récord planetario incluido.
Luego de cuatro días de competencias, Estados Unidos (6-9-2) lideró la tabla de medallas, aunque otras naciones de tradicional fuerza como Etiopía, Gran Bretaña, Polonia y Francia tuvieron rendimientos destacados.
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