Juan C. Oliva: 'Pedro Luis Lazo le quitó la comida a mis negritos...es una falta de respeto tenerlo ahí'
Después de estar tantos años trabajando como técnico del equipo de Pinar del Río en las series nacionales, al lado de Alfonso Urquiola y de Gallardo —con excelentes resultados y en ocasiones siendo su cuerpo de lanzadores el mejor del país y aportando atletas a la selección nacional—, Oliva quedó fuera bajo el nuevo mandato de Pedro Luis Lazo, para asombro de muchos aficionados. |
Por Boris Luis Cabrera.
Cuando Juan Carlos Oliva irrumpió en las series nacionales cubanas, su hermano Tony ya era una estrella en las Grandes Ligas estadounidenses, el único cubano que ostentaba un campeonato de bateo (tres veces), había ganado un guante de oro y le había roto el récord a Joe Dimaggio en participaciones en Juegos de Estrellas (8).
Juan Carlos vivió tiempos difíciles en Cuba, de aislamientos y mentalidades cerradas, pero no se dejó amilanar por nada, ni permitió que nadie eclipsara esa luz que por herencia familiar también lleva dentro.
"Al principio sentí alguna presión o discriminación por parte de algunas autoridades deportivas cuando estaba en los juveniles, por el tema de mi hermano; pero después, cuando él vino a Cuba, eso cambió. Él venía a menudo, traía regalos para todos y cosas para el equipo. Era un ídolo en Cuba entera", recuerda.
La pasión que tenía por el béisbol desde niño y la admiración que sentía por su hermano, fueron siempre un motor impulsor para que sus sueños rompieran las barreras físicas y mentales que parecían destinas a prohibirle la entrada al mundo del deporte.
"Yo nací prácticamente minusválido, tenía mis problemas físicos y nunca tuve un grado de cultura muy grande, pero me pude sobreponer a todo eso y logré ser un buen lanzador. De niño estuve algunos años sin poder caminar, por mi pierna izquierda. Gracias a un tratamiento que me pusieron los médicos de aquí, lo logré", explica.
"Por eso me tuve que retirar muy temprano; ya las piernas no me respondían, apenas podía correr, era aún joven. Pero tenía detrás de mí, en la selección nacional, a Euclides Rojas, que venía con mucha fuerza. De verdad que no podía más", relata mientras su voz se va apagando en un susurro conmovedor.
"Me retiré, me fui a los Estados Unidos, me operé allí y Dios me dio la oportunidad de seguir trabajando como entrenador en el beisbol", añade recobrando la fuerza.
Oliva, integró las selecciones nacionales de Cuba en múltiples ocasiones y, en casa, dejó un palmarés impresionante, con solo 2.46 carreras limpias permitidas por juego en toda su historia, mientras sus contrarios le batearon para un pobre 235 de average. También está en el selecto grupo de pinareños que han logrado archivar 100 victorias en su carrera deportiva, meta que alcanzó después de luchar a brazo partido contra los demonios psicológicos que lo atacaron por aquellos días y lo hicieron perder en seis ocasiones consecutivas.
"Mira, ya yo no sabía qué hacer —dice entre risas— no comía, no dormía, no salía a ningún lugar, no hacía nada, estaba cerrado completo. Cada vez que salía a lanzar me decía 'hoy es el día', pero nada, fue algo psicológico. El día que al fin gané, fue contra Industriales y en el Latinoamericano, llegué a la última entrada ganando tres carreras por cero y con dos outs, pero Pedro Medina me dio un jonrón con uno en bases. El que vino detrás me dio un machuconcito por el box y me caí, pero pude desde el suelo sacar en primera, aquello fue tremendo".
Otro gran técnico enviado a casa
Después de estar tantos años trabajando como técnico del equipo de Pinar del Río en las series nacionales, al lado de Alfonso Urquiola y de Gallardo —con excelentes resultados y en ocasiones siendo su cuerpo de lanzadores el mejor del país y aportando atletas a la selección nacional—, Oliva quedó fuera bajo el nuevo mandato de Pedro Luis Lazo, para asombro de muchos aficionados.
"Le pregunté los motivos, porque soy un atleta veterano allí, y simplemente me dijo que iba a trabajar con otros. Entonces me fui para mi casa. Jamás he tenido problemas con ningún compañero de trabajo. Lazo siempre fue como un hijo para mí y por eso me duele tanto. Él debería haber hablado conmigo de otra forma y yo lo hubiera entendido, pero de esa forma no lo entenderé ni ahora ni nunca", enfatiza con un nudo en la garganta.
"Yo no estoy contento porque al que le quita la comida a mis negritos no lo puedo aplaudir. No le deseo mal a él ni a nadie, pero no le deseo bien tampoco. Que aruñe, lo que hizo conmigo fue un acto de traición, y los traidores tienen que cumplir como tal", dice, mientras la definición de "gallo fino", que alguna vez le dio el profe José M. Cortina, me retumba en la mente.
"Creo que le han dado muchas libertades a Lazo. A la gente hay que ponerle frenos a veces. Con él había que esperar, darle tiempo, que aprendiera más, nadie entiende ese apuro", agrega.
"¿Por qué no traen a Urquiola? Eso tiene que acabarse ya, es una falta de respeto tenerlo ahí sin hacer nada. Un hombre ahí, disponible, con esos conocimientos y con esos resultados, que siempre se ha batido y ha demostrado que es guerrillero de verdad. Si estoy hablando mal que me arranquen la lengua. ¿Hasta dónde vamos a llegar?".
Cuando las injusticias en el beisbol se apoderaron de la conversación, el tema de la suspensión de Donald Duarte se impuso.
"La verdad que no sé qué regla es esa. Aquí los peloteros establecidos y los veteranos nunca han jugado la provincial. Siempre dejamos ese campeonato para que se desarrollaran los muchachos nuevos. ¿Quién no sabe lo que puede dar Donald Duarte? Ese hombre lo que tiene es que descansar, con unos juegos de tope y un poco de entrenamiento antes de la Serie Nacional ya él está bien, eso todo el mundo lo sabe", reflexiona Oliva mientras hace una pausa que parece eterna.
"Pero déjame decirte algo, que no te engañen, ahí hay otra cosa por detrás, ahí hay problemas personales. Eso es una decisión muy drástica, nadie habló con su director provincial ni con el comisionado de béisbol de su municipio. Ahí pasa algo", opina.
"Duarte es muy amigo mío y me llamó por teléfono para decirme lo que le estaban haciendo, y estoy casi seguro de que muchos de los peloteros del equipo de Pinar del Río no jugaron la provincial. Según tengo entendido, él había pedido permiso por problemas personales", apunta.
"Y ahora, por dónde se le va a pagar a Donald, un hombre que lo único que sabe es jugar pelota y durante muchos años se ha echado esta provincia arriba, que es un motivador y lo ha dado todo siempre por nuestro equipo, el hombre que a la hora cero llega y te decide un partido", cuestiona.
Juan Carlos Oliva es otro más de los técnicos cubanos con alto prestigio y conocimientos que está sentado en la casa, brindándole su experiencia a todo el que lo necesita y mirando siempre a la puerta en espera de un toque de emergencia, un reclamo de auxilio, una invitación para regresar a los terrenos de juego, de los que es parte intangible.
Sigue buscando la manera de elevar el nivel del deporte nacional cubano, soñando con las ya lejanas victorias internacionales y con la unión de todos los cubanos que viven en cualquier parte del mundo:
"Soy de los que siempre he estado de acuerdo con la unión de todos los cubanos. Qué lindo sería eso, ¿a quién no le gustaría? No pierdo la esperanza de verlos a todos juntos defendiendo nuestras cuatro letras, eso me emociona".
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