Rigoberto Betancourt dejó muchos recuerdos en un carrera que duro poco |
Por Esteban Romero
Esta vez el artículo es sobre un lanzador zurdo, más bajito de estatura que Camilo Pascual, medía 167,64 cm. Se trata de Rigoberto Betancourt Herrera, pelotero nacido en 1944 en el municipio Arroyo Naranjo de la capital cubana.
Cuando Rigo debutó en series nacionales, los cubanos en todo el país pudieron ver una curva enorme lanzada por este gran lanzador, de la que se puede afirmar sin temor, que es hasta ahora una de las dos más grandes lanzadas en estos torneos nacionales post invernal profesional cubana. La otra le pertenece a Changa Mederos, de quien se hablará en un siguiente artículo, pero la de Rigo era enorme, enorme.
El pequeño gran zurdo aprendió a jugar la pelota, como todos los cubanos, en pitenes, en los que lanzaba o jugaba alguna otra posición, ya que bateaba bien, aunque él mismo afirmaba que lanzar le encantaba. Lo interesante es que su gran curva era casi siempre lanzada con tremendo control. Le preguntaron cómo se hizo de esa curva y de ese control, respondió que eso era fácil, mucha práctica diaria hasta dominarla. Muy buen mensaje para esos muchachones que hoy en Cuba tratan de abrirse paso pitcheando, pero que parece que no entrenan lo suficiente.
Cuando tenía 16 años Rigo se presentó a prueba ante los cazatalentos de los Cubans. ¡Qué decepción! A Rigo le dijeron que ellos buscaban hombres más altos, y ahí se quedó todo. Cuatro años después fue reclutado por el Servicio Militar Obligatorio y logró lanzar para el equipo de la DAAFAR en la provincial habanera, conjunto donde estuvo bajo la guía del experimentado José “Guanabana” Quintana y es muy probable que haya perfeccionado su curva.
El desarrollo alcanzado por Rigo en la provincial le sirvió para debutar en la V serie nacional (1965-66) con los Occidentales de Gilberto Torres. La curva del habanero comenzó a hacer de las suyas y el 30 de diciembre de 1965 logró record de 18 ponchados en juego contra el equipo de Granjeros, y no piensen que este equipo de la zona oriental venía con palomitas al bate. Entre sus artilleros estaban Miguel Cuevas, Daniel Hernández, Rolando “Gallego” Valdés, Abilio Amargo, Angel Galiano, Asterio Zaldivar y Eusebio Cruz, todos hombres capaces de conectar y hacerlo con fuerza. No obstante, la curva de Betancourt era veneno y dejaba descolgado al más pinto de los bateadores. Rigo ganó el juego de las estrellas de esa temporada, el cual terminó 3-1 a favor de los Occidentales sobre los Orientales. Terminó esa temporada con 103 ponches (líder) y fue escogido novato del año, algo muy merecido.
Acto seguido Rigo integró el equipo Cuba a los juegos centroamericanos de San Juan, Puerto Rico (1966), donde a pesar de no haber pasado del primer inning en el juego final contra la selección de Puerto Rico, logró impresionar a todos con su enorme curva, al extremo que Carlos “Patato” Pascual, hermano de Camilo, llegó a hablar con algún jefe del equipo- este autor se imagina haya sido el mismo manager Gilberto Torres- al que le habló de la posibilidad de contratarlo. A Rigo le informaron de todo eso, algo que años después Patato mismo confirmó, pero al zurdo habanero le agregaron la coletilla que si se iba, trabajo le costaría volver a Cuba, donde ya era todo un héroe. Rigo estaba recién casado y su padre estaba convaleciente, por lo que la oferta no prosperó.
En la VI serie (1966-67) nuevamente Rigo vino lanzando con excelencia y maravillando a los aficionados con su impresionante curva. Terminó como líder en ponches propinados (126), juegos ganados (10, empatado con Rolando Macías de Las Villas) y en lechadas (5, empatado con Roberto Valdés de Orientales), además de lanzador más valioso de la Serie. Con todos esos numeritos y demostrando un dominio elevado de las novenas más ofensivas del país, sea Industriales u Orientales, era de esperar a que el habanero nuevamente integrara el equipo Cuba a los juegos panamericanos en Winnipeg, Canadá.
Previamente integró una selección de peloteros, supuestamente menores de 23 años, algo que no era cierto, que viajó a México para enfrentarse a selecciones de este país como preparativo para los juegos panamericanos. Fue mucho ponche marca Betancourt y no tequila que tomaron los peloteros mexicanos durante esta gira. Si la memoria no le falla a este autor, Rigo llegó a ponchar unos 20 peloteros mexicanos en uno de esos juegos.
Le tocó al habanero lanzar contra el mismo México el 26 de julio de 1967 en los panamericanos. Como para que lo festejaran en toda Cuba, 18 ponches a este equipo y solo 4 hits de los rivales, en juego que concluyó 4-1 a favor de la selección nacional. Previo a ese juego, un cazatalento de los Filis se le acercó a Rigo, el que le pidió que firmara. El habanero le preguntó cuánto le daban si ponchaba a quince, la respuesta no se hizo esperar, 125 mil verdes, cifra grande para aquel momento. Como ya se dijo el habanero ponchó 3 por encima de lo prometido, el cazatalento ya tenía el contrato en mano, que Betancourt no quiso firmar, no quería abandonar Cuba. Luego volvió a lanzar en la etapa de todos contra todos y ganó su segundo juego, su PCL fue de 2.45, pero en el segundo juego del play off no pudo aguantar la ofensiva del equipo norteamericano al explotar en la quinta entrada y dejar el juego 5-3 a favor de los estadounidenses. El matancero Jesús Torriente entró de relevo, Cuba respondió a la ofensiva y Pedro Chávez decidió el juego con doble para marcador final de 7-5. Esa fue la última presentación de Rigo en juego de evento oficial internacional.
El autor no está de acuerdo con una afirmación de persona que sabrá mucho de béisbol, no se discute, pero que realmente no creo haya visto a Rigo lanzar en sus momentos de excelencia. Su afirmación en inglés fue que el habanero era ligeramente superior a la media de los lanzadores cubanos en aquel momento. No, señor, Rigo era muy superior y su curva entonces no la tenía nadie más que él, la que nos hizo recordar la misma que lanzaba Camilo Pascual.
Su brazo comenzó a sufrir y fue escogido para lanzar con el conjunto Habana en la VII serie nacional (1967-68), a la postre campeón en esta temporada, pero no llegó a lanzar en esta contienda. Betancourt sufrió problemas circulatorios en su brazo de lanzar y la sangre se llegó a coagular en su codo, por lo que fue intervenido quirúrgicamente. El sufrimiento comenzó en la fecha indicada y no en 1969. Regresó para lanzar con los Industriales en la VIII serie nacional (1969-70), luego lanzó para el Habana de Pedro Chávez en las series de 1970-71 y 1971-72, pero ya Rigo no era el mismo, aquella curva era cosa del pasado.
No obstante, con el mismo conjunto Habana dirigido por Pedro Chávez, Rigo logró juego de cero hit, cero carreras el 7 de enero de 1970 contra el equipo Oriente, conjunto que no traía estrellas como tal, pero sí una constelación de jóvenes y experimentados peloteros orientales, entre ellos Fernando García, José García, José y Juan Dranguet, William Mendoza, Jorge Francis y Miguel Telémaco, pero hubo un bateador que puso el cero hit en peligro y ese fue el jardinero Luis Mesignak, cuya línea al montículo golpeó fuertemente su brazo de lanzar y fuera atrapada de rebote por el antesalista Germán Águila, con lo cual se consumó el out. Al final logró terminar su tremenda faena, con anotación de 1-0, pero el dolor persistió hasta el final del juego, su brazo izquierdo estaba fracturado. Sus tres últimas temporadas fueron lanzadas para el efímero conjunto de los Constructores.
Como anécdota o caso inédito, el autor presenció un hecho nada agradable en juego dominical del Habana durante la llamada serie especial de 1970. Rigo lanzaba y en un momento del juego salió del montículo disparado hacia al home, fue, le quitó la bola al receptor Lázaro Martínez a la vez que le daba la espalda. Lázaro fue detrás de él como si le pidiera disculpa, Rigo movía su pie en la lomita con la cabeza hacia abajo. Al final se entendieron y el juego caminó por su curso. El público, sin conocer las particularidades del incidente, la cogió con Lázaro, momento en que sentí más piedad por él que por el mismo Rigo. Nunca antes había visto algo igual. Hoy en día es muy habitual ver las malas formas de los receptores cubanos con los lanzadores, algo igualmente criticable, ya que eso no es forma de ayudar a tu compañero. Lo peor de todo es que muchas veces los managers no hacen nada para evitar tales situaciones. La realidad es que Rigo afirmó de siempre sentirse bien cuando tenía a Lázaro Pérez detrás del home, quien le recibió al habanero en sus dos primeras series con Occidentales.
En resumen, Rigoberto Betancourt lanzó en un total de ocho temporadas, en las que ganó 38 y perdió 27, con PCL de 2.51, promedio ofensivo de los bateadores rivales de .216, a la vez que abanicaba a 573 bateadores en 569 entradas lanzadas. Concluyó su carrera con el codo calcificado.
A su retiro se dedicó a entrenar jóvenes en Arroyo Naranjo, donde mismo nació y se crió. En 1978 pasó a formar parte del cuerpo de profesores de la Academia provincial de béisbol en la Habana.
En 1999 Betancourt fue parte de la delegación cubana que visitó Baltimore para asistir al enfrentamiento entre los Orioles y el equipo Cuba. Fue entonces, sin contrato ni ofertas, que el habanero decidió quedarse en los EE.UU., único de ese grupo que no regresó a Cuba. Los avatares en su nuevo país de residencia comenzaron entonces, falta de empleo, o de buenos empleos, alejado de su país. En una declaración dijo: “Pensé que vendría aquí a disfrutar los frutos de mi trabajo, ese era mi objetivo… pero todo ha salido mal”. En fin, todo un rosario de penas. Para colmo murió a la edad de 59 años, el 17 de julio de 2003 en el Centro Médico Palm Springs de Hialeah.
No obstante, la curva de Rigo será siempre recordada como una de las que más parecido tuvo con la que lanzó el gran Camilo Pascual. Otro elemento positivo de su carrera fue aconsejar trabajar mucho en el control y repetir tantas veces como fuera necesario un lanzamiento para así lograr dominarlo. Con esfuerzo e insistencia, él decía todo se podía lograr.
Fuentes
Anon. 2003. Fallece en Miami el ex lanzador Rigoberto Betancourt. Cubaencuentro, 18 de julio, http://arch1.cubaencuentro.com/deportes/noticias/20030718/ce82fb51f81c98a64e1d59f50514cf4d.html
Corsa Lisette. 1999. Striking out on his own. Miami NewTimes, 29 julio. http://www.miaminewtimes.com/news/striking-out-on-his-own-6358252
Pádura L. y Arce R. 1989. Ponchar era una fiesta. En “Estrellas del béisbol”. Editora Abril, pp 106-115.
Romero E. (inédito) De la historia del béisbol en Cuba: esbozos biográficos de destacados peloteros cubanos.
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