Por Esteban Romero.
Hablar de la calidad del béisbol amateur cubano de antes de 1962 no es difícil, ya que por en esas contiendas participaron muchos peloteros que luego triunfaron en la pelota profesional e incluso algunos en las Grandes Ligas.
El periodista Marino Martínez Peraza, en un gran esfuerzo personal, escribió un libro muy valioso titulado “Por amor a la pelota: historia del béisbol amateur en Cuba”, en el cual aparecen datos muy interesantes sobre esta pelota desde que se crearon la Liga Amateur y la Unión Atlética Amateur en 1914 y 1922, respectivamente. No obstante, se nota la carencia de estadísticas, que no estaban a la mano del autor. Algo muy similar sucede con los numeritos de la Liga Pedro Betancourt o de las Ligas Azucareras. Realmente aquellos que están dentro de Cuba son los que deben ir al rescate de esas estadísticas.
Dicho lo anterior, no resulta fácil hablar de los hombres de poder de esa pelota con números a la mano, y cuando eso sucede, se puede pecar de injusto con algún que otro pelotero. Del libro de Martínez Peraza, emerge un nombre como máximo jonronero en la temporada de 1942 con 8 jonrones, se trata del receptor-inicialista Andrés Fleitas, oriundo del Central Constancia, Abreus, provincia de Cienfuegos, quien jugó en la Unión Atlética Amateur con el Cienfuegos (1936-38) y el Hershey (1938-42). Si bien su hermano Ángel llegó a las Mayores, Andrés no tuvo igual suerte, aunque cabe señalar que luego brilló en la profesional cubana, donde jugó entre 1942 y 1955.
En esa temporada de 1942 de la UAA, hubo otros bateadores que lograron acercarse a Fleitas. Uno de ellos es A. Villaverde del Círculo de Artesanos, que disparó 6 jonrones. El otro es el famoso torpedero Antonio “Quilla” Valdés del Hershey, que disparó 4 cuadrangulares, a los que hay sumar dos más conectados en el campeonato mundial de ese año en la Habana, donde quedó de líder en ese departamento.
En 1943 el líder jonronero de la UAA fue el jardinero Armando “Jo Jo” Báez del Regla, el que disparó 6 cuadrangulares. Su bateo fue de ayuda para que su equipo terminara en sexto lugar en una justa vencida por el Deportivo Matanzas.
El artemiseño Francisco Quicutis igualmente se paseó entre los bateadores de más poder de la UAA. Famoso por su poder fue el reglano Jorge “Jorocón” Garcia, del cual no tenemos números al efecto, solo comentarios muy útiles de la lejanía que alcanzaban sus batazos. Otro destacado fue Jorge Torres, que jugaba con el Madruga, que logró la triple corona de bateo en 1958. Este pelotero conectó 8 cuadrangulares en esa contienda. Por la información de series nacionales, Torres era receptor, jugó en la regional occidental con el Habana y luego con los Occidentales en la segunda serie nacional de 1962-63.
De la Amateur salieron peloteros de poder como Roberto Ortiz, el que igualmente jugó con el Hershey, Napoléon Reyes de la Universidad, Pedro Chávez con los Artesanos, Mario González del Cubanaleco, Pedro Antón del Catalina de Güines, Jorge Trigoura del Teléfonos, Tomás Soto con el Regla entre otros tantos buenos peloteros que luego jugaron en las series nacionales o en la profesional cubana.
Otro tanto se puede decir de la Liga Pedro Betancourt y de las Ligas Azucareras, de donde salieron peloteros de inmensa calidad como Orestes Miñoso, Asdrúbal Baró, Juan Delís, Tany Pérez, todos ellos peloteros de éxito en el profesionalismo, como también Miguel Cuevas, Erwin Walters entre otros.
Las series nacionales fueron posibles gracias a la existencia de estas ligas amateurs, pues nadie hace a un pelotero en un santiamén, me refiero al tiempo transcurrido entre la final de la pelota profesional en 1961 y la inauguración de la primera serie nacional en 1962.
II. Series Nacionales (hasta la XXIV serie, 1984-85)
Algunos peloteros que venían de las ligas amateurs llegaron algo tarde en su carrera a las series nacionales o no en su mejor forma. El caso más evidente es el del toletero habanero Mario González Rodríguez, el que jugó cuatro series y conectó un total de tres jonrones en 505 veces al bate.
Ante todo el nombre del primer pelotero en conectar jonrón en serie nacional, Raul Díaz de Quesada, que lo logró el 17 de Enero de 1962 frente a los envíos del lanzador zurdo Franklyn Aspillaga del equipo Habana. Vale la pena añadir que el jardinero Díaz de Quesada (hermano del lanzador Ricardo), vistiendo la franela de Las Villas, fue el líder de los bateadores en la primera regional oriental, en la que bateó de 39-17 para promedio de .436. El mismo lanzador Azpillaga, de los Pinos, la Habana, soportó igualmente el primer jonrón conectado por un lanzador en series nacionales, su verdugo fue Ceferino Zaldívar del equipo Orientales.
En las primeras series los jonroneros destacados fueron el camagüeyano Rolando “Gallego” Valdés, líder en las dos primeras series nacionales con 3 tablazos en cada una, dos de ellos conectados en un juego del 2 de marzo de 1962, epílogo de la primera serie; Jorge Trigoura con 3 igualmente en la tercera serie (1963-64), y el gran Don Miguel Cuevas, que disparó 5 en la cuarta serie y que realmente sería el jonronero más consistente en las diez primeras series nacionales. En la segunda serie (1962-63), Daniel Hernández de los Orientales disparó el primer jonrón con las bases llenas en estas lides, ocurrió el 16 de marzo de 1963. La víctima de este batazo fue el estelar lanzador Aquino Abreu de los Azucareros. En la tercera serie (1963-64) se dispararon los primeros jonrones dentro del terreno. El primero, conectado por bateador derecho, pertenece al antesalista Owen Blandino, el cual lo logró el 15 de marzo de 1964 frente a un envío de Cecilio Soto de los Industriales, mientras que el primero conectado por bateador zurdo fue obra de Eduardo “Tiburón” Morales el 2 de Abril de 1964 sobre lanzamiento del derecho Isidro Borrego de los Occidentales.
En la V serie nacional (1965-66) el matancero Lino Betancourt quedó de líder en jonrones con 9 y su compañero Erwin Walters disparó 7 en la VI serie. En estas dos series debutaron tres futuros sluggers, el primero fue un moreno con apellido italiano, Agustín Marquetti Moinelo, oriundo de Alquizar, hombre de poder, cuyos batazos viajaban a una velocidad enorme. Sonaba el tac del bate y la bola se perdía rápidamente en las gradas del sol del right field. Igualmente debutó el jardinero Raúl Reyes, pelotero que entonces pasó inadvertido vistiendo la franela de Occidentales. Reyes hizo historia en la VII serie (1967-68), cuando se convirtió en el primer bateador de series nacionales en conectar tres jonrones en un juego y establecer record de 11 carreras impulsadas en un desafío. Por su parte, en la VI serie debutaba un pelotero espigado, con tremenda fuerza en las muñecas y brazo derecho potente, que le permitía desenvolverse como torpedero, lanzador, inicialista y jardinero, que responde al conocido nombre de Armando Capiró.
El avileño Felipe Sarduy se llevó el liderato de jonrones (13) en la VII serie nacional, pero en la VIII, Marquettí enseñó su poder, disparó 19 cuadrangulares.
Para no caer en muchos detalles, se puede decir que llegada la X serie nacional Cuba disponía de cuatro sluggers capaces de llevar la bola lejos con sus batazos. El primero es el legendario Miguel Cuevas, mientras que Marquetti asombraba con sus misiles, Reyes con sus batazos y Capiró disparando verdaderos mamuts del centro hacia al left.
En la VII serie igualmente debutaba un poste enorme, nacido en Condado, provincia de Sancti Spíritus, jugaba entonces el jardín derecho. Se trata de Antonio Muñoz, más conocido como el Gigante del Escambray, que luego se destacara jugando la primera base. A Muñoz le demoró disparar su primer jonrón, el que logró el 16 de febrero de 1969. Sus batazos eran largos y aflaizados, pero no lograban rebasar las cercas. Por eso fue frecuente bateador de dobles e incluso en la llamada serie especial de 1970 logró el título en triples con 8. Un amigo, profesor de la Universidad Central de las Villas, me contaba años después, cuando Muñoz era el rey del jonrón, que Preston Gómez, quien con alguna frecuencia visitaba Cuba, había visto el swing del Gigante. Preston le aconsejó que con su fuerza, él no tenía necesidad de hacer un swing tan aparatoso. Al parecer aquello funcionó, pues Muñoz de bateador de dobles se convirtió en jonronero. Así que Cuevas se retiró en la XIV serie y ya entonces Muñoz se mantenía en el trío de excelencia del jonrón junto con Capiró y Marquetti. Reyes, por su parte, decayó a partir de la X serie nacional y no fue más referencia de jonrón.
Al grupo de jonroneros se agregó Pedro Medina, el que debutó en el XI serie (1971-72), que resultó ser el máscara de más poder en las series nacionales. XI Serie Nacional, cuyo calendario fue idéntico al anterior. En esta serie debutó el receptor capitalino Pedro Medina, probablemente el receptor de más poder en la historia de las series nacionales. Conjuntamente con él debutaba el matancero Fernando Sánchez en el equipo Henequeneros, otro de gran poder. El grupo de rompecercas se vio aumentado con el debut de dos grandes bateadores de poder, el primero fue Pedro José “Cheito” Rodríguez, debutante en la XII serie nacional (1972-73) conjuntamente con el pinareño Fernando Hernández, un hombre que sacaba con velocidad su bate y ponía la bola a viajar, y el guantanamero Reinaldo Fernández, el que siempre jugó en equipos camagüeyanos. El luego conocido Sr. Pelotero, Luis Giraldo Casanova, se estrenó en la XIII serie nacional (1973-74) con Forestales.
Mientras estos debuts se sucedían, en la duodécima serie (1972-73) Armando Capiró, vistiendo la franela del Habana, disparó 22 jonrones y dejó atrás los 19 de Marquetti en la VIII serie nacional. En aquel momento Capiró estaba que le daba al más pinto de los lanzadores y con fuerza. En la XIII serie (1973-74), ocurrió la explosión del Gigante del Escambray, cuando sonó 19 cuadrangulares, la misma cantidad que Marquetti pero en 21 juegos menos de temporada.
Como hecho curioso y para siempre recordar, en la XI serie nacional ocurrió algo increíble, un bateador conectando dos jonrones en una entrada, y para hacer las cosas menos creíbles, lo realizó el lanzador derecho camagüeyano Modesto Gil, Granjeros, el 18 de febrero de 1973 en el Latinoamericano. Esta hazaña fue luego repetida por varios peloteros, pero el hecho que el primero haya sido un lanzador es algo realmente inédito.
A partir de 1973-74 había toda una tanda del terror en el equipo Cuba. De todos ellos, los batazos que más impactaron al que suscribe, por la lejanía y velocidad que alcanzaban, eran los de Cheito, un hombre que si hubiera jugado en Grandes Ligas, se puede asegurar que habría triunfado. Fernando Sánchez disparaba verdaderos misiles también, pero con el tiempo, Sánchez sin perder su vista al bate, conectó menos jonrones, algo muy similar a lo que le sucedió a Marquetti, el que afirmó en su momento que los expertos le aconsejaron no hacer más el doble swing característico. El resultado fue que el slugger de Alquizar vio su producción de cuadrangulares reducida.
El bate de aluminio hizo su estreno en la III serie selectiva (1977) y fue cuando aparecieron muchos “jonroneros”, algunos muy beneficiados por ese metal. La tabla 1 refleja los líderes en jonrones en las primeras catorce series nacionales que se jugó con bate de madera.
555555555555555
Tabla 1. Líderes jonroneros (con bate de madera) en las primeras 16 series nacionales y primeras dos selectivas
Los sluggers cubanos siguieron surgiendo y con bate de aluminio, la bola caminaba sola. A los nombres ya mencionados hay que agregar al matancero Lázaro Junco, debutante en la XVIII serie (1978-79), que igualmente disparara enormes cuadrangulares y fuera realmente unos de los jonroneros más consistentes de la pelota cubana. Ya en aquel momento Capiró iba cediendo por problemas físicos, los que en realidad le troncharon una carrera que podría haber sido más productiva durante seis o siete series más. Capiró fue el primero en llegar a 100 jonrones. El gran toletero había acumulado 101 jonrones con bate de madera en 11 Nacionales, la serie especial y 2 selectivas.
Tabla 2. Líderes jonroneros (con bate de aluminio) en las series nacionales de la XVII a la XXXVII
En la XX serie nacional (1980-81) debutó otro grande del jonrón, el llamado Tambor Mayor, el oriental Orestes Kindelán, el que hiciera tanta historia como los anteriormente citados. Por coincidencia, igualmente debutaba un camagüeyano de mucho poder, el que también escribiera su nombre en la historia de las series nacionales, se trata del jardinero y luego inicialista Leonel Moa. A esa lista se agrega un bateador extraordinario, le daba a cualquier lanzador y con fuerza, un niño en su debut, por eso así le apodaron, el pinareño Omar Linares, el que debutó en la XXII serie nacional (1982-83).
En esa década de los 80 tuvo lugar el retiro de importantes figuras del cuadrangular como fueron Armando Capiró, Agustín Marquetti y Antonio Muñoz. A eso hay que agregar que Pedro José Rodríguez fue sancionado por varias series y a su regreso ya no era ni la sombra del gran slugger que había sido desde sus inicios.
Tabla 3. Líderes jonroneros (con bate de aluminio) en las series selectivas de la III (1977) a la XXI (1995)
El bate de aluminio se mantuvo vigente hasta la XXXVIII serie nacional (1998-99) y los líderes durante el período de su uso aparecen en las tablas 2 y 3, donde también se notan algunos nombres no mencionados previamente. Son los casos de Ermidelio Urrutia, jardinero tunero que debutó en la XIX serie nacional (1979-80), un hombre muy eficiente al bate; el inicialista matancero Julio Germán Fernández, el que se estrenó en la XX serie (1980-81); el jardinero habanero Romelio Martínez, un hombre de tremendo poder, lo que demostró desde que debutó en la XXIII serie nacional (1983-84); los antesalistas-jardineros, primero el villareño Oscar Machado, de estreno en la XXV serie (1985-86), y el camagüeyano Miguel Caldés, debutante en la XXVII serie (1987-88); el jardinero guantanamero Ariel Benavides, el que debutó en la XXXI serie nacional (1990-91); y el jardinero pinareño Daniel Lazo, debutante en la XXXI serie (1991-92).
La pelea por el liderato de jonrones en los finales de los 80 se concentró entonces en figuras como Orestes Kindelán, Lázaro Junco, Romelio Martínez y Omar Linares. Alejo O’Reilly y Leonel Moa tuvieron momentos y series de mucho poder, como así lo evidencian las tablas en cuestión.
En cuanto a lejanía de batazos, este autor recuerda tres batazos por el jardín izquierdo en el nuevo Latinoamericano. El primero conectado por Pedro José Rodríguez en juego de entrenamiento del equipo Cuba a los Juegos Panamericanos de México (1975). Aquel batazo fue un flechazo que se perdió en lo alto de las gradas del izquierdo. El segundo fue logrado por Antonio Pacheco, enorme en la Intercontinental de 1987, mientras que el tercero fue a la cuenta de Julio Germán Fernández en derby de jonrones, batazo que si la memoria no le falla al que suscribe, voló por encima de las gradas. Batazo similar conectó un pelotero coreano en torneo en Cuba. Lamentablemente el que suscribe no conoce su nombre. Por el jardín derecho siguen primando en memoria de este autor los jonrones de Luke Easter y Haitiano González por esa área, que nada tienen que ver con las series nacionales, mientras que por el jardín central hubo uno muy raro conectado por Armando Capiró en el mundial de la Habana (1971). El batazo salió de línea y a medida que volaba sobre el infield, la bola iba cogiendo altura para irse por encima de las elevadas cercas del centro de este estadio.
La salida del aluminio y la llegada de los profesionales a los torneos oficiales regionales e internacionales de béisbol fueron beneficiosos para una pelota que había perdido algo de su brillo. Eso tuvo su reflejo en Cuba, los verdaderos jonroneros permanecieron y los fake sluggers desaparecieron. Igualmente, la llegada de mejor pitcheo, con más variedad de lanzamientos puso en dificultad a los bateadores cubanos, acostumbrados a enfrentarse con frecuencia contra lanzadores de menos recursos en su repertorio e incluso de velocidad reducida.
No obstante, en Cuba surgieron nuevos jonroneros. La década de los 90 fue dejando a algunos sluggers en retiro. Llegado al nuevo milenio, con el bate de madera presente, los líderes jonroneros fueron igualmente de abundantes, la explicación está en el pitcheo, el cual comenzaba a bajar de nivel y era incomparablemente inferior en general al de las primeras 25 series. Eso no quiere decir que no hubiera estrellas en el pitcheo, pero éstas eran ya escasas. Tampoco la calidad de los bates de madera usados fue la mejor en varias temporadas. La tabla 4 muestras los líderes jonrones en series nacionales desde la 39 serie hasta la actualidad.
Tabla 4. Líderes jonroneros (con bate de madera) en las series nacionales de la XXXIX a la LVII
Nuevo nombres surgieron a partir de la nueva era del bate de madera. El primero es Joan Carlos Pedroso, el que debutara en la XXXVIII serie nacional (1998-99) y que conectara todos su jonrones en la nueva era del bate de madera. Pedroso fue dos veces rey de los jonroneros. Otro inicialista, el matancero Michel Abreu, había debutado con anterioridad, en la XXXIV serie nacional (1994-95), y desde su debut mostró su extraordinario poder.
Es imposible dejar de destacar los nombres del segunda base Oscar Macías, el antesalista Gabriel Pierre, el torpedero Alexander Guerrero, el inicialista Julio Germán Fernández, los jardineros Lázaro Madera, Amaury Casañas, Reutilio Hurtado, Víctor Bejerano, el designado y receptor Yosvany Peraza, el oportuno Lourdes Gurriel, el inicialista Juan Carlos Millán, el recepto Osvaldo Arias, el jardinero Yoelvis Fiss, el igualmente oportuno inicialista Agustín Lescaille, los jardineros o inicialistas Fausto Álvarez, Alexander Malleta, Daniel Lazo, Ermidelio Urrutia y el receptor Eriel Sánchez, hombre de poder que cambiaron la decoración de muchos juegos o produjeron los batazos decisivos en muchos desafíos en varias oportunidades.
El santiaguero Alexei Bell fue como una combinación de poder y velocidad en las bases, una especie de José Canseco en series nacionales. El oriental fue hombre de poder y logró romper el record de jonrones en una temporada de su coterráneo Orestes Kindelán, al disparar 31 cuadrangulares en la XLVII serie nacional (2007-08). Bell en esa temporada robó 25 bases. Una temporada después comenzó una disputa jonronera por tres notables sluggers, los orientales Alfredo Despaigne, Yoenis Céspedes y el cienfueguero José Dariel Abreu. Bell no se incluyó más en la lista, lesiones dificultaron que tuviera una temporada como la que tuvo en 2007-08. A ese conjunto de sluggers hay que sumar a Yulieski Gurriel, un bateador eficiente, que se había llevado el liderato de cuadrangulares en la XLV serie nacional (2005-06).
Tanto Despaigne como Céspedes y José Dariel han mostrado su clase no solo en Cuba sino en circuitos mayores, el primero en Japón y los otros dos en la MLB, donde son considerados bateadores de cuidado. Céspedes tiene un swing compacto y cuando choca, la bola camina. Abreu es hoy en día bateador de todas las bandas y con mucho poder. Con la salida de estos peloteros del escenario de series nacionales, han surgido otros bateadores de poder. Uno de ellos fue el granmense Urmari Guerra, que ya tampoco juega en los campeonatos nacionales, además de los receptores Yosvani Alarcón y Osvaldo Vázquez. El designado Lázaro Cedeño mostró poder en la serie LVII (2017-18).
Tabla 5 Máximos jonroneros en series nacionales (solo se incluyen aquellos que tienen 200 o más jonrones)
En el pasado ha habido otros peloteros que han despuntado como sluggers, pero bien por no entrenar lo debido y caer en la rutina de los ponches, no llegaron a sostenerse como tal. De esos rompecercas sin éxito el autor recuerda al bateador zurdo Omar Pérez con el equipo Habana en la serie de 1970-71. Su físico era muy parecido al de Mickey Mantle y por eso el público le apodó como Omar “Mickey” Pérez. La fábula duró poco, si bien el nuevo Mickey le daba durísimo y largo, así también se ponchaba con una enorme frecuencia. El otro era el artemiseño Pedro Peñalver, quien con los Constructores levantó expectación por su poder. Lamentablemente Peñalver fue breve historia al convertirse en bateador habitual de 3 strikes.
El antesalista del equipo Habana, Andy Morales, igualmente pintaba como uno de los nuevos sluggers en la pelota cubana, pero todo eso se esfumó el día que se marchó del país y luego no pudo adaptarse al fuerte régimen de las Grandes Ligas.
La comisión técnica, bajo la guía de Juan Ealo, desde inicios de las series nacionales trabajó con algunos bateadores buscando más productividad en cuadrangulares. Un caso fue el del santiaguero Elpidio Mancebo, hombre que producía los batazos más fuertes en las series nacionales. No obstante, Mancebo, pelotero debutante en la II Serie Nacional, hasta la VI serie no había producido ni un solo cuadrangular. Otro con el que se trabajó fue con Felipe Sarduy. Ambos eran bateadores zurdos. Al parecer algunas correcciones funcionaron, Sarduy como ya se apuntó, largó 13 jonrones en la VII serie, mientras que Mancebo tuvo una gira en México previa a los juegos panamericanos de Winnipeg y en esos desafíos tuvo uno de dos jonrones, lo cual repitió en uno de los partidos del torneo oficial mencionado. En el juego inicial de la VII serie nacional disparó dos jonrones en el mismo estadio Latinoamericano. Mancebo en la VIII serie se convirtió en el segundo bateador en conectar 3 jonrones en un juego de series nacionales, y para añadir más hazaña, llegó a conectar 7 extrabases consecutivamente, record que aún perdura en los torneos del país. Las correcciones funcionaron, pero ni Mancebo ni Sarduy cambiaron su paciencia al bate, continuaron siendo bateadores de tacto, Mancebo trabajaba muchos boletos y no se iba con las malas, por lo que esa mentalidad de jonrones nunca los cegó y siempre fueron eficientes bateadores de promedio en sus equipos.
En cuanto a records alrededor del jonrón, Capiró fue el primero en llegar a 100 jonrones, todos con madera, esto ocurrió el 16 de marzo de 1977. Antonio Muñoz fue el primero en llegar a 200 y 300 jonrones, pero una parte con aluminio. Con bate de madera, el primero en llegar a 200 y a 300 fue el inicialista Joan Carlos Pedroso. Lázaro Junco fue el primero en llegar a 400 jonrones. La lista de los máximos jonroneros aparece en la tabla 5. Romelio Martínez fue el que tuvo mejor promedio de jonrones por veces al bate al lograr un cuadrangular cada 12.84 turnos oficiales.
Dos jonrones con las bases llenas en un juego lo han logrado Raúl Reyes, Evenecer Godínez, Doelsis Linares, Michel Enríquez y Alexei Bell. Este último lo logró en un mismo inning, el 3 de noviembre de 2009, contra Camagüey. En ese partido el santiaguero impulsó 12 carreras e igualó el récord de empujadas del pinareño Fernando Hernández. Por su parte, Fausto Álvarez ha botado la bola dos veces en una misma entrada. Primero lo logró contra los lanzadores de Villa Clara en 1991, y repitió la hazaña contra Matanzas en 2002. Como ya se dijo, el primero en conectar dos jonrones en una entrada en series nacionales fue el lanzador camagüeyano Modesto Gil. El primer novato que logró batear 20 o más jonrones en una temporada fue Kendrys Morales en la serie de 2001-02.
El 11 de febrero de 1987 Luis Ulacia se convirtió en el primer bateador en series nacionales que disparaba dos jonrones a ambos lados del plato en un mismo juego. Otros dos peloteros que han logrado igualar esta hazaña han sido el villareño Léster Benavides y el espirituano Frederich Cepeda.
Orestes Kindelán estuvo a punto de lograr batear cuatro jonrones en siete oportunidades, algo que nunca pudo lograr. Otros intentos infructuosos tuvieron Víctor Mesa, Pedro Luis Rodríguez, Julio Germán Fernández y Yosvany Peraza, todos en tres oportunidades. La hazaña se consumó el 10 de diciembre de 1989 cuando el inicialista Leonel Moa de Camagüey disparó cuatro jonrones contra los lanzadores de Granma. El matancero Alberto Díaz repitió la hazaña el 17 de diciembre de 1995 contra serpentineros camagüeyanos. Dos temporadas después, Omar Linares lo consiguió el 8 de abril de 1997 contra lanzadores de Villa Clara durante la II Copa Revolución.
III. En eventos internacionales
La tabla 6 muestra los líderes jonroneros cubanos en torneos de Juegos Centroamericanos y del Caribe, donde resaltan algunos peloteros como el reglano “Jorocón” García en 1935, el matancero Edmundo Amorós en 1950, así como los 15 tablazos de Pedro José Rodríguez en Medellín (1978), dos de ellos conectados en una entrada contra los lanzadores boricuas.
Tabla 6 líderes jonroneros cubanos en torneos de béisbol en Juegos Centroamericanos y del Caribe
*Co-líder
En juegos Panamericanos (tabla 7), sobresale Orestes Kindelán con dos títulos obtenidos. Claramente se ve que los grandes jonroneros en series nacionales fueron los que casi siempre dominaron. Cabe destacar que en los juegos de 1963 en Brasil, Pedro Chávez le conectó dos jonrones al pitcheo de los estadounidenses, uno de ellos con las bases llenas, y el otro con dos en bases para impulsar siete carreras y garantizar la victoria al equipo nacional. Los tres jonrones de Cuevas en el mismo evento fueron en el desafío contra el equipo anfitrión.
Tabla 7 Peloteros cubanos, líderes jonroneros en torneos de béisbol en Juegos Panamericanos
En campeonatos o series mundiales, Cuba igualmente tuvo líderes en jonrones repetidamente (tabla 8). Luis Giraldo Casanova fue líder en cuatro ocasiones consecutivas, lo que da una idea de la consistencia de bateo del Sr. Pelotero. Muñoz, Capiró, Kindelán se llevaron estos lideratos dos veces, mientras que Alfredo Despaigne despachó 10 en 2009, máximo alcanzado por un bateador cubano en estas lides. En el torneo de 1973 en Cuba, Fermín Laffita conectó dos jonrones en una entrada.
Tabla 8 Peloteros cubanos, líderes jonroneros en campeonatos o series mundiales de béisbol
En Copas Intercontinentales (tabla 9), sobresalen los estelares de siempre, Luis Giraldo Casanova en 3 ocasiones, Omar Linares y Orestes Kindelán, ambos en dos ocasiones, sin dejar de mencionar a Pedro José Rodríguez, el que desbarató al pitcheo rival norteamericano en la Habana (1979).
Tabla 9 Peloteros cubanos, líderes jonroneros en Copas Intercontinentales
En juego olímpicos Cuba tiene un solo liderato de jonrones alcanzado por Orestes Kindelán (7) en Atlanta (1996), evento en el que Omar Linares le conectó 3 jonrones al pitcheo de Japón en el juego decisivo. Kindelán igualmente ha conectado dos cuadrangulares enormes en el ya demolido Fulton County Stadium de Atlánta. El primero se lo conectó Hideo Nomo en el Primer Juego de las Estrellas, organizado por la Asociación Internacional de Béisbol en 1990. Aquella bola caminó en condiciones, hay quien habla que se fue sobre los 520 pies, no se niega, pero sin una medición como las de hoy día, todo se puede interpretar como ilusión óptica. El segundo fue otro jonronazo durante las olimpiadas de Atlanta (1996), que sí se considera el batazo más largo conectado en ese parque. La bola caminó a lo alto de las gradas y fue a dar contra una ventana, que se entendía, hasta ese momento, inalcanzable. Las medidas de ese parque entonces eran de 330 pies por el izquierdo, 385 pies por el center-left y 402 por el centro.
Si de largos jonrones se trata en eventos internacionales, hay que significar uno que conectara el matancero Juan Luis Baró Peña el jueves 26 de septiembre de 1985 en el estadio Quisqueya de Santo Domingo, en desafío de Cuba contra la selección de Puerto Rico en el marco de la competencia de Meteoro de la Confraternidad, en la que participaron equipos de Cuba, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, Curazao y República Dominicana. El lanzador víctima del batazo, que recorrió más de 411 pies, fue Geraldo Rosado. Baró participó en 17 series nacionales con equipos de Matanzas y Cienfuegos, en los que conectó solo 157 jonrones, eso a pesar de ser considerado un pelotero de cinco herramientas y con un poder indudable.
En los Clásicos de béisbol se debe destacar el bateo de José Dariel Abreu y Alfredo Despaigne, los que dispararon 3 jonrones cada uno en el III Clásico (2013).
De todos estos bateadores, Orestes Kindelán sobresale con un total de 101 cuadrangulares conectados en eventos internacionales. Muchos de esos jonrones sirvieron para decidir campeonatos a favor de Cuba. Dos también para recordar son el conectado por Antonio Muñoz en Tokyo (1980), juego que concluyera 1-0 a favor de Cuba. El otro, igualmente importante, de Lourdes Gurriel en Parma.
Después de este largo recorrido por el mundo del jonrón en la pelota amateur y de series nacionales en Cuba, amigo aficionado, Ud. podrá sacar sus conclusiones de quienes fueron los mejores. Los grandes han sido unos cuantos y cada cual escogerá a su criterio. Ud. tiene la palabra.
Escrito por Esteban Romero, 30 marzo de 2018, con información extraída de guías nacionales y el libro “Por amor a la pelota: historia del béisbol amateur en Cuba (2009)” de Marino Martínez Peraza. Se agradece algunos datos facilitados por el colega Osvaldo Rojas Garay desde Santa Clara.
Comentarios
Publicar un comentario
Formulario de comentarios