Hubo dos ocasiones en que ambos se encontraron y en ambas ocasiones, Víctor, fiel a su estilo prepotente, apabulló a Díaz-Canel delante de decenas de personas. |
Por Sergio Prado.
Pudiera parecer que los tiempos de gloria del otrora center field del equipo Cuba y actual ogro de la pelota cubana, Víctor Mesa Martínez han llegado a su fin; o que al menos, estaríamos ya en la antesala de su caída estrepitosa pues, hay que decirlo, su relación con el recién elegido Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pudiera ser como el aceite y el vinagre: que no se mezclan; pero todo es un idilio. Nada en Cuba parece estar en su correcto lugar
En la época en que el apenas nombrado sustituto de Raúl Castro vivía en San Miguel entre Alemán y Carretera Central, y VM32 era el manager del equipo de Villa Clara, hubo dos ocasiones en que ambos se encontraron – yo diría que más bien fueron encontronazos – y en ambas ocasiones, Víctor, fiel a su estilo prepotente, apabulló a Díaz-Canel delante de decenas de personas.
El primero de ellos ocurrió creo que en el año 2001, durante un acto que tuvo lugar en el teatro de la Asamblea Provincial del Poder Popular (Gobierno) en la provincia de Villa Clara, sito en la calle Maceo entre Síndico y Caridad, momento en el cual se daba a conocer el equipo que representaría a la provincia en la venidera Serie Nacional de Béisbol. Sería, entonces, la segunda temporada de VM32 al frente del equipo, que terminaría en la 2007-2008 sin conquistar el soñado título, a pesar de contar con la mejor cantera de peloteros con la que podía contar un equipo provincial de pelota en Cuba por esos años.
Esa tarde, Díaz-Canel, fiel al estilo partidista de meter la cuchareta y opinar de cualquier cosa, ser escuchado y tomado en cuenta su opinión, pidió la palabra durante el acto para hablar del equipo de Villa Clara; hacer un poco de historia, encomiar a los peloteros, y exhortarlos a darle un alegrón al pueblo villaclareño.
Vestía el “presi” esa tarde, una de esas camisas a cuadros y uno de sus jeans azul tradicionales cuando, en el ardor de su arenga, salió a defender a un viejo conocido: Roberto Pupo, un excelente entrenador de esa provincia, y a preguntar por qué no estaba incluido en el equipo. Víctor ni siquiera lo dejó terminar.
Lleno de furia – aunque contenida – se arremangó el pullover que llevaba puesto, e interrumpió sin muchos miramientos a Díaz-Canel, y entre las muchas cosas que dijo una resaltó por encima de todas: ¿quién era él para cuestionar la labor del colectivo técnico? ¿quién era él para cuestionar alguna decisión referente al tema? ¿por qué el Partido tiene que meterse “en todo”?
Por supuesto que no lo dijo así, de manera tan decente; no. Víctor llamó a Díaz-Canel – nuestro actual Presidente – “jefe de oficina y aire acondicionado”, al tiempo que empleaba varios minutos en hablar de los entrenamientos bajo el Sol, problemas con el agua en los albergues y otras lindezas propias de esas etapas preparatorias en nuestro campeonato nacional.
No fue la única ocasión en que “chocaron” ambos trenes – aunque Díaz-Canel, a pesar de su cargo, en ambas ocasiones actuó como vagón de pasajeros.
Otra tuvo lugar par de años después – si mi memoria no me falla – y fue durante un acto similar.
Tenía lugar la fiesta “tradicional” que se celebra luego de dar a conocer el equipo, en esta ocasión en el salón de convenciones del Parque Recreativo Arco Iris, ubicado en la Carretera Central rumbo a Placetas, y los organizadores del evento habían previsto la ubicación de los atletas, entrenadores y autoridades en general, de manera que estuviesen cuatro personas por cada mesa. Por ejemplo, dos peloteros y sus respectivas novias; dos entrenadores y sus respectivas mujeres, y así.
En una de las mesas estaba sentado Víctor junto al director del Inder en la provincia, su esposa, y Díaz-Canel, todavía – recordemos – Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia de Villa Clara.
Sucedió que los organizadores, colocaron una botella de Ron Havana Club de la mejor calidad en la mesa donde estaba sentado Víctor con el “presi”, y en el resto de las mesas colocaron vasitos para comenzar a servir Ron – de dudosa calidad, por cierto, – “buchito a buchito”.
Entonces Víctor tomó la palabra.
En modo bastante molesto expresó que aquello – una actividad organizada por el INDER y el Gobierno en la provincia – era una falta de respeto, y que a todas luces era injusto que en “su mesa” pusieran una botella de Havana Club, y que a los peloteros le sirvieran “otro ron” en vasitos, porque “los verdaderos protagonistas” eran ellos, los atletas, y no él, ni tampoco los dirigentes del gobierno o el Partido.
Díaz-Canel se puso de pie, e intentó – desde su autoridad – poner fin al exabrupto de VM32.
Sin embargo, Víctor no quiso entender de razones partidistas u organizativas del INDER o del Gobierno, y allí, delante de aproximadamente 60 personas, le puso un ultimatum al más mandón en la provincia, y ahora más mandón en toda Cuba.
“Si en media hora no aparece la bebida para todos, suspendo la fiesta; los boto a todos ustedes de aquí, y organizo la fiesta yo,” dijo.
“¿Cómo es posible – increpó VM32 a Díaz-Canel delante de todos – que no haya una botella de ron para cada mesa donde están los jugadores y los entrenadores, y sí haya para “los del Gobierno?“.
Como podemos sospechar, el Ron no apareció para todos en la media hora fijada por Víctor y sucedió lo que nadie hubiese podido imaginar. Víctor, “a hurtadillas”, mandó a un “tracatán” de él a que fuera a su casa y trajera la bebida.
Instantes después, tras la llegada del “emisario”, le dio a cada pelotero del equipo una botella de ron, y a los nueve regulares, además, les obsequió una botella de Whisky. La gente, estupefacta, se preguntaba cómo era posible que Víctor tuviese más ron que todo un Gobierno Provincial.
Allí no quedó la cosa. Víctor había prometido fiesta, y fiesta habría.
Esta tuvo lugar unos días después en La Habana, en la embajada de Qatar, donde pasaron todo un día comiendo y tomando lo que se les vino en ganas. Por supuesto, a esta última, no estuvo invitado Díaz-Canel.
Sin embargo, a pesar de todo lo narrado, la relación entre ambos es una maravilla. Víctor y el nuevo presidente “son socios”, y ello pudiera garantizarle a VM32 unos cuantos años “encima de la bola”.
Olvídense del aceite y el vinagre. Recuerden que estamos hablando de Cuba.
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