El 25 de mayo de 1906, nació en la localidad matancera de Cidra Martín Dihígo Llanos, para muchos, el más grande jugador de todos los tiempos. |
Por Fernando Marinez.
Este 25 de mayo se conmemoran tres importantes acontecimientos del béisbol cubano. En fecha como esta llegaron al mundo los destacados peloteros Martín Dihígo y Urbano González, en tanto se cumplen 40 años del jonrón de Pedro José Rodríguez ante Rogelio García, que decidió la IV Serie Selectiva en favor de Las Villas sobre Pinar del Río.
El 25 de mayo de 1906, nació en la localidad matancera de Cidra Martín Dihígo Llanos, para muchos, el más grande jugador de todos los tiempos. Sin llegar a jugar en las Grandes Ligas del béisbol estadounidense, fue exaltado al Salón de la Fama de ese circuito en 1977, debido a la resonancia de su calidad en las Ligas Negras y varias competiciones del Caribe. También es parte de los Salones de la Fama en Cuba, México y Venezuela, reconociéndose en todos los casos su versatilidad y maestría.
Dihígo destacó además como manager, comentarista y fundamentalmente como ser humano, una condición que resaltaron muchos de sus compañeros.
También en este día, pero de 1939, nacía en Catalina de Guines Urbano González Basanta, uno de los más destacados bateadores de las primeras Series Nacionales de Béisbol.
Urbano sobresalió por su tacto, estableciendo importantes marcas de veces al bate consecutivas sin poncharse. Fue uno de los ejes importantes en los cuatro banderines de Industriales, entre 1963 y 1966.
El 25 de mayo de 1978, Las Villas derrota a Pinar del Río en el juego final de la IV Serie Selectiva. Se organizó una Serie Extra para definir el campeón, luego de que Pedro José Rodríguez conectara jonrón para decretar el empate en la clasificatoria, conexión número 100 de Pedro José en clásicos cubanos. Un día como hoy, hace cuarenta años, Rodríguez le conecta jonrón a Rogelio García, para decidir a favor del equipo Las Villas la cuarta edición de la Serie Selectiva.
Dicho juego se efectuó en el Estadio Latinoamericano, sede neutral escogida para decidir la reñida porfía, pactada de tres a ganar dos. Éste constituye uno de los campeonatos más recordados por la afición, el cual evocamos cuando se cumplen cuatro décadas de este acontecimiento.