Minimizado ha quedado el average de juegos ganados y perdidos, por concederle más valor a estadísticas como el promedio de carreras limpias y la cantidad de ponches, a lo que se suman nuevas formas de medir la efectividad de un serpentinero, como el WHIP (bases por bolas y jits entre entradas lanzadas).
Soy de la opinión de que el average de ganados y perdidos de un serpentinero es también valedero a la hora de determinar cuáles son los pitchers con mejores condiciones para ser abridores en un partido y conseguir la victoria.
Es cierto que la calidad del elenco en el que milita el monticulista es siempre un factor determinante en sus resultados. Si observamos con detenimiento la tabla de los líderes en promedio de ganados y perdidos en nuestra Serie Nacional, veremos cómo cuatro de ellos (Lazo, Contreras, Rogelio y Ajete, el único zurdo de la lista) pertenecen a la provincia de Pinar del Río, poseedora de grandes equipos conformados por estrellas como Omar Linares y Luis Giraldo Casanova, por solo mencionar a uno de los mejores uno-dos de la historia.
También otros cuatro (Hernández, Hurtado, Walfrido y Valle) representaron a conjuntos de la capital como los Industriales, igualmente contando con alineaciones de grandes peloteros, desde Armando Capiró y Agustín Marquetti hasta Rey Vicente Anglada, Juan Padilla y Germán Mesa, ganadores de más de un título en nuestros clásicos. El Duque Hernández, sin embargo, llevó esta estadística a donde ningún otro en la pelota cubana.
Habría que preguntarse si esos dos cuartetos eran los únicos en los cuerpos de serpentineros de vueltabajeros y capitalinos. Por supuesto que no, ambas selecciones contaban con muchos más tiradores, pero esos ocho eran los abridores que gozaban de la mayor confianza de sus respectivos mentores.
Lanzadores he visto con grandes condiciones, excelentes promedios de carreras limpias, de WHIP, con una buena cantidad de ponches. Sin embargo, no eran ganadores, no sabían salir de una situación difícil y perdían tanto como lo que ganaban. Por eso afirmo que el promedio de ganados y perdidos tiene validez.
VERA, ROGELIO, WALFRIDO
No creo equivocarme al afirmar que el santiaguero Norge Luis Vera ha sido uno de los mejores en toda la historia de las Series Nacionales. Tenía un poco de todo: velocidad, distintos ángulos para soltar la pelota, concentración, control exquisito, una slider devastadora.
A todo eso súmele que fue seis veces campeón de Cuba con Santiago, titular centroamericano, panamericano, mundial, autor de un relevo excepcional frente a los Orioles en el Camden Yard, vencedor por 1-0 de Industriales en 1999 para empatar el play off. Era el clásico hombre clave, su disposición de salir airoso en cada salida era gigantesca y de ahí ese average fantástico que demuestra su condición de ganador.
Si Vera es un genuino representante de una generación que se mantuvo activa hasta el primer decenio del presente siglo, Rogelio García lo es de una anterior, la que entusiasmó a la afición por su calidad y entrega.
Dentro de un staff de lanzadores impresionante Rogelio fue la estrella, capaz de ganar siete lideratos de ponches propinados, lanzar dos cero jits, cero carreras, apoyado en su velocidad y una bola de tenedor venenosa para cualquier bateador. Con ella consiguió esas 200 victorias que le permitieron ser el principal serpentinero vueltabajero de su época.
Y si de generaciones se trata, la de los años 60 del siglo pasado tendrá siempre el honor de haber sustituido a un béisbol profesional de calidad. Un nombre sobresale, el del derecho capitalino Manuel Hurtado, cuyos duelos inolvidables con el «Dios de Cobre» de los orientales (como lo calificara Leonardo Padura) Manuel Alarcón, llenaron el estadio Latinoamericano de una punta a la otra.
Sin «pinta» de atleta, delgado y asmático, Hurtado fue el principal baluarte de aquellos míticos Industriales de Ramón Carneado, campeones durante cuatro Series Nacionales consecutivas. Mantiene el récord de diez ponches consecutivos ante Matanzas en 1970 y es el tercero en promedio de limpias de todos los tiempos, 1,80. Tenía que estar entre los mejores en promedio de ganados y perdidos porque, como dijo alguien una vez mirándolo lanzar: «¡ese flaco mete miedo!».
FORD, MARTÍNEZ, CORCORAN
Son muchos los especialistas cuyos comentarios sobre Whitey Ford se centran en afirmar que su magnífico promedio de ganados y perdidos se debió a jugar toda su carrera de 16 años con los poderosos Yankees de New York.
A favor del estelar zurdo, las estadísticas demuestran que en esa época los Yankees jugaron para un average ligeramente superior a los 700, pero si les restaran las 236 victorias y 106 derrotas de Ford, el promedio del equipo sería de 576, es decir, él tuvo un 11,4 % superior, lo cual demuestra que los buenos promedios no son únicamente por militar en buenos equipos.
El astro neoyorquino no era poseedor de una gran recta, aunque dominaba como un maestro diferentes lanzamientos como la curva y el cambio. Se vio perjudicado durante gran parte de su carrera por el mentor Casey Stengel, quien lo reservaba para lanzarle solo a los mejores contrarios.
A principios de la década de los 90 del pasado siglo apareció lo que muchos denominaron un «fenómeno» en el firmamento beisbolero. Nacido en la pequeña localidad dominicana de Manoguayabo, Pedro Martínez es considerado entre los más grandes lanzadores de todos los tiempos y el mejor latinoamericano.
Durante su carrera de 17 años en Grandes Ligas lanzó con cinco conjuntos, algunos muy buenos, otros no tanto. Siempre mantuvo su condición de estelar que lo llevó a ser el tercero de todos los tiempos en promedio de ganados y perdidos, con más de 3 000 ponches y una efectividad de menos de tres carreras limpias por juego. Ganó tres premios Cy Young y la entrada al Salón de la Fama de Cooperstown.
Tenía Martínez un personal estilo de lanzar, trabajando a tres cuartos de brazo y escondiendo la bola de los bateadores contrarios, mezclando una recta de 97 millas, con un devastador cambio de velocidad y curva, todo por encima del promedio del resto de los pitchers, combinado con un control excelente.
Nadie recuerda a Larry Corcoran, a no ser los historiadores serios del béisbol. Su vida se me antoja singular, pues falleció a los 32 años de edad víctima de una nefritis crónica. Solo medía cinco pies y tres pulgadas, con un peso de 125 libras, bateaba a la zurda y fue el primer lanzador a las dos manos y el primer autor de tres choques de cero jits, cero carreras.
Cómo un hombre de tan baja estatura y poco peso corporal llegó a ganar 43 juegos en una temporada y 177 en su brevísima carrera de siete años (de 1880 a 1887) resulta todo un misterio, pues en ninguno de los sitios dedicados al béisbol revisados he podido encontrar referencias sobre Corcoran, una de las primeras estrellas del béisbol.
Sin dudas, lanzar con un equipo poderoso siempre es beneficioso para los récords de los lanzadores, pero no es lo único. Se necesitan otros atributos para llegar a ser un ganador.
PRIMEROS EN AVERAGE
| |||
SERIE NACIONAL
| |||
NOMBRE
|
G
|
P
|
AVE
|
Orlando Hernández
|
126
|
47
|
728
|
Norge Luis Vera
|
176
|
68
|
721
|
Ismel Jiménez
|
131
|
56
|
701
|
José Ariel Contreras
|
117
|
50
|
701
|
Walfrido Ruiz
|
102
|
50
|
671
|
Rogelio García
|
203
|
101
|
668
|
Manuel Hurtado
|
90
|
47
|
657
|
Pedro Luis Lazo
|
257
|
136
|
654
|
Omar Ajete
|
179
|
96
|
651
|
Lázaro Valle
|
138
|
74
|
651
|
GRANDES LIGAS
| |||
NOMBRE
|
G
|
P
|
AVE
|
Whitey Ford
|
236
|
106
|
690
|
Bob Caruthers
|
218
|
99
|
688
|
Pedro Martínez
|
219
|
100
|
687
|
Lefty Grove
|
300
|
141
|
680
|
Larry Corcoran
|
177
|
89
|
665
|
Christy Mathewson
|
373
|
188
|
665
|
Sam Leever
|
194
|
100
|
660
|
Max Scherzer
|
151
|
78
|
659
|
Roy Halladay
|
203
|
105
|
659
|
Roger Clemens
|
354
|
184
|
658
|
Estadísticas: Carlos del Pino y mlb.com
|