Tenso y emotivo, son dos adjetivos que definen este partido digno de una final de campeonato. Grandes jugadas defensivas, toques de bolas en demasía, piedrecitas caprichosas en el terreno de juego, errores infantiles y hombres que se tiran el equipo encima, fueron un amasijo de situaciones que culminaron con la coronación de los sorprendentes isleños, que viniendo de abajo en el marcador, lograron llegar al final del partido con cuatro carreras anotadas, una más que sus adversarios orientales.
Fue en el mítico capítulo de la suerte, cuando ocurrió el definitivo y último abordaje pirata de esta serie nacional para menores de 23 años, cuando el alma del equipo, Jhony Hardy, quien ya venía de hacer una buena atrapada unas entradas antes, disparó un cohete impulsador de dos carreras, válido para tomar el mando del partido y sentenciar las aspiraciones tuneras.
La victoria se la apuntó el diestro Jonathan Carbó (7-3), lanzando por espacio de ocho entradas completas sin permitir carreras limpias (3 sucias), y lo salvó el apagafuegos por excelencia del conjunto Raúl Guillarte (14).
La derrota fue a la cuenta de Rodolfo Díaz (9-2), quien fue todo coraje en el box durante está serie, pero esta tarde no pudo hacerse justicia permitiendo las dos anotaciones que a la postre, decidieron el partido.
Muy merecida la victoria para estos jóvenes, los nombres de Jhonny Hardy, Eliseo Roja, y Jorge del Río quedarán grabados en la historia del beisbol de este municipio especial por lo que fueron capaces de hacer con el madero en ristre, mientras que los lanzadores Jonathan Carbó, Raúl Guillarte, Yainel Zayas y Miguel Ángel Lastra lo harán por su encomiable labor desde el montículo.
La actuación de los leñadores tuneros fue más que refrescante y meritoria en esta serie nacional, nadando siempre en contra de la marea de los pronósticos, acuñaron la verdad que los encarama en la cima de las provincias que han alcanzado un desarrollo notable en este deporte, llenando con creces las expectativas de la mayoría de sus aficionados y deben irse con la frente bien alta.
Fue una serie nacional, más que todo necesaria, y aunque dejó al desnudo muchas de las dificultades que aquejan a nuestro deporte nacional, es el juego diario, y las lecciones que nos dejan los errores en el terreno de juego, una parte importante de la lámpara maravillosa que hay que frotar muy fuerte para que un día aparezca el genio milagroso que nos devolverá los podios y el prestigio que nos pertenece por naturaleza y tradición.
¡¡Felicidades a los campeones!!