Futbolista cubano del Atlético de Madrid quiere jugar por Cuba

Por el momento, las aspiraciones de Carlos Vázquez pasan por dar el salto al fútbol profesional
Por el momento, las aspiraciones de Carlos Vázquez pasan por dar el salto al fútbol profesional
Por Eduardo Greiner.

Algunos recuerdos imprecisos vienen a la mente de Carlos Vázquez cuando evoca su infancia en La Habana, aquellos años en los que golpeaba un balón contra la pared en los bajos de su casa. Quizás ahí comenzó su historia en el deporte más hermoso del mundo, con esa pelota que le obsequiase nada menos que Diego Armando Maradona, el mítico autor de la “jugada de todos los tiempos”. Desde entonces, el hoy defensor del Atlético de Madrid Juvenil supo que su vida estaría ligada al fútbol.


“A la gente le sorprendía al principio cuando les decía que era cubano, porque es un país muy famoso por el boxeo y el béisbol, por eso siempre en modo de broma mis compañeros me decían que tenía que jugar a la pelota, aunque la verdad es que me siento muy bien en el club, hemos hecho un grupo muy bueno y siempre la relación ha sido magnífica con los españoles y el resto de muchachos”, narra el joven de 19 años, quien se marchó de Cuba rumbo a España junto con su familia cuando tenía apenas tres abriles.

Tal vez la incipiente relación de amistad de su padre con Maradona fue el impulso definitivo que necesitaba Carlitos para iniciarse en el fútbol: “Yo nací con las tibias torcidas y Diego se sorprendió al verme, debido a que dijo que yo no iba a ser pelotero, sino futbolista, porque yo tenía ‘la fábrica de las tibias” (risas).

Comenta el zaguero central rojiblanco que a los cinco años ya comenzó en el fútbol, jugando en un club del pueblo donde residía en Madrid, el Valdemorillo. “Después pasé por otros equipos, y el último año estuve en el San Fernando, donde tuve una gran progresión, y esto me permitió ganar la atención de clubes importantes como Rayo Vallecano y Getafe, además de otros de fuera de la comunidad madrileña, pero yo quería jugar en el Atlético y me decidí por su oferta. Cuando jugué la Oviedo Cup me ofrecieron ir a probar al Manchester United, pero no me convencí porque estaba muy pequeño, también tuve opciones de ir al Valladolid, pero al final decidí jugar en el Atleti, y no me arrepiento”, explica.



Sin dudas, resulta un hecho inédito que un jugador nacido en la Mayor de las Antillas integre las filas de uno de los equipos con más tradición del fútbol europeo y Mundial. En este sentido, los conocedores de esta disciplina, resulta imposible no realizar una analogía de los valores que caracterizan a los cubanos y los colchoneros: “Para mí es un orgullo tanto ser cubano como jugar en el Atleti, cuyos valores son similares, luchadores hasta el final, trabajadores, buenas personas…”.

Añade que “primero me siento feliz de formar parte de un club tan grande como este, con las ideas muy claras y valores inmensos, que se inculcan desde la cantera, con esa actitud de pelea basada en el eslogan de que el trabajo no se negocia. Luego también, no se había visto nunca que un cubano jugara en el Atleti, y eso es una muestra de que los nacidos en la Isla somos grandes deportistas, una gran nación que podemos dar la cara y lleno de excelentes personas que nos dejamos la piel en todo”.

Por el momento, las aspiraciones de Vázquez pasan por dar el salto al fútbol profesional: “el objetivo es llegar lo más alto posible y seguir progresando. He tenido unos años muy buenos en el Atleti, incluso hemos sido campeones de la categoría, y ahora toca jugar mucho para progresar. Este último estuve en el Atlético Madrileño, juvenil del club que participa en la División de Honor, y disputamos incluso la Copa de Campeones”.



“He tenido un rol importante desde la pretemporada, fui uno de los cuatro capitanes del conjunto, por lo que componía la columna vertebral del plantel. Fuimos de los equipos menos goleados de la categoría y estoy muy satisfecho del año que conseguí, porque es algo que te hace ganarte cierto respeto. Marqué tres goles ante Levante, Villarreal y Murcia, por lo que me siento muy contento del resumen anual con el Atleti juvenil.

-¿Sueñas con integrar la selección nacional cubana?

Para mí es una gran ilusión poder vestir la elástica de mi país. Representar a Cuba a nivel internacional sería una hazaña, somos once millones de personas y luchar por complacerlas y hacerlas disfrutar sería algo inédito e increíble para mí. Por eso estoy dando todo para hacer posible esa ilusión y ese sueño. Espero con ansias una llamada que confirme mi convocatoria, porque además quiero compartir conocimientos y aprender de mis compañeros y cuerpo técnico tanto a nivel humano como futbolístico.

-Hace unos meses, incluso, tuviste la oportunidad de conocer al seleccionador de categorías inferiores, Raúl González Triana.

Fue una experiencia muy grata conocerlo. Me pareció una gran persona, sensato y capaz de transmitir mucha confianza. Estuvimos hablando sobre la posibilidad de mi convocatoria y me dejó claras sus intenciones de la realización de la misma. Además, en ese entonces me invitó a ver el partido de La Habana–Santiago, en La Polar. Triana me dijo que estaba encantado de saber mi propósito y que haría todo lo posible por hacer realidad la convocatoria.



-Sé ambicioso, ¿hasta dónde quiere llegar Carlos Vázquez en el mundo del fútbol?

Soy ambicioso de por sí, así que tampoco hará falta (risas). Mi máxima aspiración siempre sería ganar un Mundial, eso sería un sueño. Quiero ser jugador profesional y participar en la primera división de España, Alemania, Italia, Inglaterra, que son las ligas que me gustan. También se puede ser futbolista en Estados Unidos, México, por supuesto, pero si me pides lo que quisiera, te digo estos cuatro torneos. Además, está esa opción de estar en un Mundial, que es el torneo grande por antonomasia del fútbol.

– ¿Cuánto hay de Cuba en tu día a día?

Muchísimas cosas. En cada día que pasa siempre hay un trozo de Cuba en mí, siempre me gusta mirar qué ha pasado en las noticias, en redes sociales, a través del fútbol, hablando con mis amistades en Cuba… en fin, siempre hay una parte de mi tiempo que está dedicada a mi país y eso nunca va a cambiar.


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