El Equipo Cuba fantasma y quizas ¿Ideal?

A la orilla nuestra, el asombro continúa revisando la brillantez de los peloteros cubanos que no fueron firmados. Un auténtico cofre de tesoros
A la orilla nuestra, el asombro continúa revisando la brillantez de los peloteros cubanos que no fueron firmados. Un auténtico cofre de tesoros
Por Edgard Tijerino.

Siempre he escuchado que las comparaciones son odiosas. No estoy de acuerdo, y no solo en lo referente al deporte. Discutir sobre Miguel Ángel y Leonardo es apasionante, lo mismo que entre Alejandro y Julio César, o Dalí y Picasso. Después de ver en acción a los cubanos en la Serie del Caribe y en su primer juego de la serie con la preselección nacional, no capté ningún Luis Giraldo Casanova, ni otro Linares, tampoco brazos como los de Huelga, Vinent, Rogelio o Valle, mucho menos una combinación de doble plays como la de Germán Mesa y Antonio Pacheco o tronqueros del calibre de Muñoz, Cheíto y Kindelán. ¿Alguién duda de la proyección de todos ellos hacia las Grandes Ligas?


Los ejemplos de Orlando “El Duque” Hernández, escapado después de dos años de inactividad y el reciente aterrizaje de Yulieski Gourriel, nos dicen mucho de la certeza de esa consideración… qué terrible es sentirnos atrapados por especulaciones inútiles. Pero, ¿qué podemos hacer para darle forma a una adecuada valoración del beisbol cubano actual, afectado por tantas restricciones? Cierto, no llegamos a nada, sin embargo, la atracción es inevitable. ¿Cómo armar un All Star fantasma de Cuba, con aquellos peloteros que nunca firmaron, especulando sobre sus alcances de acuerdo a su potencial? El riesgo está ahí, pero no tenemos a Tyson esperando por nosotros en la acera de enfrente con sus escopetas cargadas. Así que opinemos. 

Antonio Muñoz 

Sería el primera base. Lo coloco delante de un fiero rival, como lo es Agustín Marquetti, el bateador del doble jonrón contra Estados Unidos en el mismo turno en el Mundial de 1972 aquí. Muñoz, conocido como el “Gigante del Escambray”, fue un bateador constante y destructivo. Su batazo más recordable, el jonrón que decidió la batalla contra Japón en el Mundial de 1980, por 1-0… Sin duda, pulido en los niveles de mayor exigencia, hubiera podido ser una aproximación de Canseco en poder, quizás con mejor dominio de la zona de strike.



Antonio Pacheco

Aún quienes vimos jugar a Félix Isasi, tan perseguido por los scouts en los años 70, tenemos que inclinarnos por Pacheco como el mejor segunda base nunca firmado. En Atlanta 1996, el columnista Dave Kindred escribió sobre Pacheco: “Este es el intermedista que los Bravos necesitan para utilizarlo de inmediato, sin escala en las Ligas Menores”. La agresividad y fuerza con el bate de Pacheco en momentos de mayor exigencia, su versatilidad y crecimiento bajo presión, y ese fildeo tan solvente, lo habrían convertido en un pelotero de Grandes Ligas.

Germán Mesa 

En una tierra de grandes paracortos como Willie Miranda, José Valdivieso, Zoilo Versalles el primer latino ganador de un Más Valioso en las mayores, Leonardo Cárdenas, Dagoberto Campaneris, y otros hasta llegar a Rodolfo Puente y Rey Ordóñez, lo mejor que se vio en el campo corto de una selección antillana, es Germán Mesa. Lució fabuloso durante los Panamericanos del 91. Fue sencillamente increíble fildeando, fabricante de milagros, y pese a su pequeña estatura, un bateador altamente peligroso. Un seguro estrella en el techo del beisbol.



Omar Linares 

Siempre he pensado: ¡Que antesalista señores! Pero, ¿Qué hacemos con Cheíto Rodríguez? Fue grandioso, aunque no tanto como Linares. Desde que vimos al joven Omar en la Copa del 85 en Edmonton, deslumbró y continuó espectacularmente hasta que no tenía “más allá” como amateur. Dicen que le ofrecieron un cheque en blanco. Opacó a Robin Ventura, y todos los terceras bases norteamericanos que se midieron con él en diferentes torneos, y que llegaron a las Mayores. No es exagerado imaginar que hubiera podido llegar a ser un 40-40-300, dueño de fama y fortuna.

¿Qué cácher? 

En los años 70, un veterano Lázaro Pérez, fue el maestro de la posición y un bateador de respeto. Le conectó un jonrón inmenso, a la calle, al chavalo Dennis Martínez en el Torneo de la Amistad de 1972… Más adelante, Pedro Medina fue sólido como bateador, pero no mascoteaba con la efectividad necesaria. El mejor en la defensa y manejo de lanzadores fue Juan Castro, y alguien considerado con etiqueta de big leaguer si hubiera sido firmado a tiempo, es Pedro Luis Rodríguez. En una dificil posición, cada vez con menos pretendientes, Pedro Luis podría ser el hombre de la máscara en el line-up de este equipo fantasma, dejando a un lado a Ariel Pestano.



En los bosques

-Vamos a ser un poco arbitrarios para garantizar a tres hombres: Wilfredo Sánchez por la izquierda, Victor Mesa como central y Luis Giraldo Casanova por la derecha. Los tres hubieran ascendido al estrellato en las Mayores. Cierto, hemos sacado del escenario a Capiró, Rosique, y tantos más de brillo cegador con el equipo cubano, con capacidad para seguir las huellas trazadas por hombres como Orestes Miñoso y Tony Oliva, pero esta tripleta no admite retos, sobre todo Casanova, a quien se le consideró una aproximación de Roberto Clemente en la Copa Intercontinental disputada en Edmonton, Canadá en 1985.

Bateador designado

Esto supone un alto grado de dificultad. No podemos organizar un All Star cubano de no firmados, sin Orestes Kidelán. Sería imperdonable, y la opción de Bateador Designado, permite disponer de un espacio para semejante matador de pitcheres. Claro que hubiese jugado en las mayores y construido una consistente reputación. Hey, ¿y Lourdes Gourriel? Está muy cerca de Kindelán y su funcionamiento bajo presión, estupendo. 

El picheo 

Liván Hernández primero y “El Duque” Hernández después, nos facilitaron una idea clara de lo que el pitcheo cubano de esos tiempos, podía ofrecer en la Gran Carpa en caso de encontrar espacios. Ellos demostraron que las escopetas de Jose Antonio Huelga, Baudilio Vinent, Jorge Luis Valdéz, Lázaro Valle y Rogelio García, por citar apenas cinco brazos de los más impresionantes, todos ellos en ese nivel de competencia superiores al “ El Duque”, se hubieran establecido, así como los relevistas Omar Ajete y Euclides Rojas. A la orilla nuestra, el asombro continúa revisando la brillantez de los peloteros cubanos que no fueron firmados. Un auténtico cofre de tesoros.

Con información tomada de El Nuevo Diario


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